C apítulo 13

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El reloj que estaba en la mesa de noche marcaba las seis de la mañana cuando me desperté. Me levanté alarmada y corrí al baño para cambiarme, pero en cuanto llegue recordé que ya no tenía que ir a trabajar, volví sintiéndome una idiota. La cama estaba vacía, ¿Es que Justin ya se había ido a trabajar? Miré de nuevo el reloj, era muy temprano para que se fuera a su oficina, ya que él siempre me esperaba para llevarme a la cafetería, y eso era más tarde.
Salí de la habitación con la intención de buscarlo, pero no me tomó mucho tiempo, a mitad del pasillo me encontré con él. Vestía solo un short gris y llevaba una toalla blanca en el hombro. Estaba sudado, los mechones de cabello cobrizo se le pegaban a la frente y su torso completamente esculpido parecía brillar por la capa de sudor que lo cubría. Me pasé la lengua por los labios que se me habían secado al verlo y me obligué a mantener mi vista en su rostro.
Justin sonrió mientras se pasaba la toalla por la frente y se peinaba el cabello con la mano hacia atrás. Dios mío, ese hombre era más que atractivo y legalmente era mío.
—Buenos días, ____. ¿Qué haces despierta? Aún es muy temprano.
—Sí, debe ser la costumbre.
Él sonrió y se acercó a mí, me tomó de la cintura y me acercó a él. Yo estaba tan aturdida con su presencia que no me di cuenta de sus intenciones hasta casi tenerlo a centímetros de mis labios. Me aparté de él rápidamente y me tapé la boca con la mano.
— ¿Qué pasa? —me pregunto confundido y algo enojado.
—Es que... me levanté y vine a buscarte así que, aún no me he cepillado.
Soltó una carcajada y volvió a acercarse a mí. —No me importa...
Me pegó a la pared y quitó la mano de mi boca. No me dio tiempo de nada, él ya tenía sus labios en los míos. Comenzó con movimientos suaves y lentos, pero entre más me besaba más crecía mi necesidad por él. Tal parecía que a él también le pasaba lo mismo, porque pronto ese contacto se hizo insuficiente.
Su lengua se encontró con la mía, recorrió cada parte de mi boca antes de comenzar el baile. No le importó que no me hubiera cepillado y yo tampoco le di importancia, estaba más preocupada por seguir su ritmo. Miles de sensaciones me llenaron, mi corazón latía a toda velocidad, bombeando la sangre a todo mi cuerpo; podía sentir ese calor, el deseo era lo que predominaba en mí.
Justin me acarició los brazos sin dejar de besarme, sólo nos deteníamos para tomar un poco de aire y volvíamos a nuestra batalla. Recorrió mi espalda con sus manos y una corriente recorrió mi cuerpo. De pronto, él acariciaba uno de mis pezones por encima de la tela del pijama, endureciéndolos. Gemí, disfrutando de las sensaciones que provocaban sus caricias sobre mi cuerpo.
Bajó con sus besos por la curva de mi cuello, mientras sus manos comenzaban a acariciar mis muslos. ¿Debía sentirme avergonzada por eso? ¿Debía pararlo? Esas preguntas cobraron intensidad en el instante en que él me miró a los ojos sosteniendo el borde de mi pijama. Me estaba dando la oportunidad de que lo detuviera, pero yo no quería que parara, mi cuerpo palpitaba de deseo por él.
Acaricié sus brazos animándolo a seguir y eso fue lo que hizo. Metió sus manos por debajo de mi pijama y frotó con su dedo pulgar mi zona más íntima. Gemí ante la deliciosa sensación, él se pegó completamente a mí y pude sentir su erección chocando contra mi intimidad, humedeciéndola; esa era la parte de mí que más lo necesitaba. Justin me deseaba y yo lo deseaba a él en el pasillo y en todas partes. No me importaba que alguien pudiera vernos, quería llegar hasta el final y terminar lo que habíamos comenzado. Acaricié su espalda sudorosa mientras él me alzaba el pijama y hacía a un lado mis bragas para introducir un dedo en mi sexo.
El gemido que solté fue tan fuerte que me preocupó que alguien pudiera escucharlo, pero me olvidé cuando sentí su dedo moverse. Entonces, todo pensamiento coherente se fugó de mi mente.
—Estás tan estrecha, _____. Te deseo... no sabes cuánto tiempo he esperado por esto.
Sus palabras llevaron mi lívido a las nubes. Él seguía moviendo su dedo en mi interior cada vez con más fuerza. Sentí mi cuerpo caliente, palpitando y repleto de sensaciones desconocidas. Mi marido bajó uno de los tirantes de mi pijama y tomó mi pezón con su boca. Me aferre a él, tratando de contener mis gemidos mientras aumentaba la velocidad de su dedo en mi interior.
Mi cuerpo se agitó, una corriente eléctrica me recorrió la columna y estallé en mil pedazos. Mi intimidad se contraía y apretaba su dedo constantemente, haciéndome disfrutar de mi primer orgasmo. Justin me besó profundamente para acallar mis gritos.
El repiqué de su teléfono nos trajo de regreso a la realidad. Justin sacó su dedo de mi intimidad y se apartó lentamente de mí, respirando hondó varias veces. Traté de sostenerme, las piernas me temblaban tanto que temí caer en cualquier momento. Después que supe que mis piernas funcionaban, me acomodé el pijama y fingí normalidad. Sentía en mi sexo la humedad de la excitación y las mejillas se me encendían por la magnitud de lo que habíamos hecho en ese lugar.
—Bieber —contestó cortante y enojado—. Sí... Está bien, Johana. Lo resolveremos en la oficina, voy para allá. De acuerdo... —Colgó y el silencio reino por un momento. ¿Qué podía decir en ese momento? Casi habíamos tenido sexo en el pasillo. No tenía nada de malo, ¿cierto? Después de todo era mi esposo—. Tengo que ir a trabajar, ____... lo siento.
—No te disculpes, entiendo.
—Pero esta noche, terminaremos lo que acabamos de comenzar.
Me mordí el labio ante la expectativa, Justin me hacía sentir cosas que nunca había imaginado. Marcus había intentado abusar de mí, me decía cosas sexuales y espeluznantes. Había llegado a pensar en el sexo como algo asqueroso, pero Justin era diferente, él me hacía desear más. Se acercó a mí y me dio un beso en los labios mientras se dirigía a la habitación. Yo me encaminé hasta la mía y me metí en el baño, necesitaba una buena ducha.
Cuando llegué a la cocina más tarde, la señora Tyler ya estaba allí preparando el desayuno. Me senté en una de las sillas, y ella me sirvió sonriente una tortilla con pan tostado.
—Buenos días, Señora Bieber.
—Buenos días, Señora Tyler.
—Oh, sólo llámeme Hailey.
—Si usted me llama ____.
—Está bien, ____... come antes de que se enfrié.
Mi estómago reaccionó en cuento sentí el olor de la comida, tenía mucha hambre. Justin salió de su habitación con un traje gris oscuro al tiempo. Se sentó a mi lado y, aunque no podía verme, estaba segura de que mis mejillas estaban completamente rojas.
—Buenos días, Señor Bieber —dijo Hailey sirviéndole el desayuno.
—Buenos días, Hailey... Necesito que hoy hagas una cena especial.
— ¿Algo que guste, señor?
—Lo dejo a tu criterio...
— ¿Cena especial? ¿Por qué? —pregunte confundida.
—Mis padres y mis hermanos vendrán a cenar esta noche para conocerte.
— ¡¿Qué?! —pregunté alarmada—. ¿Por qué no me dijiste?
¡Mierda! Iba a venir la familia de Justin a conocerme. ¿Por qué tan pronto? No me sentía preparada para conocerlos, ¿qué iba a suceder si no les caía bien? ¿Y por qué demonios Justin no había dicho nada? Oh dios, sentía mi corazón latir rápidamente y el estómago revuelto.
—Tranquila, ____... Quería decírtelo, pero con tu escapada se me olvidó. Hoy en la mañana... bueno, me distraje. —Volví a sonrojarme al recordar el porqué. Él continuó—. No te preocupes, todo va a estar bien. Ellos te van a adorar.
No sabía si estar segura de eso, no era exactamente buena haciendo amistades y hablando con la gente, sólo tenía tres amigos y me había costado hacerlos. ¿Qué pasaría si le caía mal a Jazmin? Tenía que poner todo el empeño que pudiera.
—Tengo que irme a trabajar. ____, si vas a salir avísame por favor.
—De acuerdo, que te vaya bien.
Él se inclinó y me dio un beso en los labios, tomó su chaleco y se fue. Supuse que Tyler estaba esperándolo abajo. Suspiré, había pensado que tendría tiempo de fantasear con lo de la mañana todo el día, pero me había equivocado. La familia Bieber ocupaba toda mi mente y costaría que saliera.
—No tienes por qué preocuparte, ____ —me dijo Hailey dulcemente—. Los Señores Bieber son grandes personas.
—Me gustaría ayudarte con la cena... y tal vez, hacer un postre.
—Está bien, pero aún falta mucho. Ve tranquila y has lo que quieras, yo te llamo cuando comience a prepararla.
La verdad era que no había mucho que hacer luego de comer mi desayuno. Olive llegó del colegio al mediodía y almorcé con las dos. Hailey me comento que Justin y Tyler nunca venían a almorzar, así que sólo comían las dos. Después de eso me quedé con Olive en la sala jugando con el juego de mesa que le había regalado su padre. Como a las tres de la tarde el sueño la venció y quedé libre.
Pensé en ir a la cafetería un momento, pero no quería arriesgarme a que hubiera algún periodista cerca, ya tenía mucho de qué preocuparme para buscar más problemas. Decidí meterme un momento en la biblioteca para disfrutar una buena lectura y matar el tiempo. Tomé un ejemplar de Orgullo y Prejuicio y comencé a leerlo.
Estuve pegada al libro casi todo el día, extrañaba esa sensación de dejar el mundo a un lado, olvidar los problemas y sumergirme de lleno en mi imaginación. Hailey me sacó de la lectura cuando me dijo que comenzaría a preparar la cena y volví a la dura realidad: la familia de Justin llegaría pronto.
Era muy buena cocinando, había aprendido desde muy pequeña. Cuando mi madre había muerto, me encargué de todos los deberes del hogar, como una buena ama de casa; y cuando me mudé con Marcus, yo era la que se encargaba de todo. Aun así dejé que Hailey hiciera la cena, después de todo ella era la especialista.
Miré la nevera atentamente en busca de ingredientes para ver qué postre podía hacer. La decisión era difícil y no por falta de ingredientes; esa nevera estaba repleta de cosas deliciosas, había comida para alimentar a un batallón. Lo que me preocupaba de veras era hacer algo que no les gustara, no los conocía y Justin no me había hablado mucho de ellos.
— ¿Pasa algo? —me preguntó Hailey mientras cortaba algunos vegetales.
—No sé qué hacer, no conozco a la familia de Justin y no quiero darles algo que no les guste.
—Sea lo que sea que prepares, estará bien.
—No es sólo por el postre... tengo miedo de no caerles bien.
Hailey dejó de cortar una de las zanahorias y me miró con dulzura. — Estoy segura de que les caerás muy bien, ____.
—Pero deben estar enojados... ¿y si les caigo mal y no quieren que Justin siga casado conmigo? ¿Qué pasa si no les gusta la idea de que Justin adopte a Teddy?
—____, eso no va a pasar... Los señores Bieber tienen un corazón muy grande, apoyarán al Señor Bieber en cada decisión que él tome, sobre todo en la adopción... Ellos más que nadie entenderán, ya han adoptado.
— ¿Ellos Adoptaron? —pregunté confundida.
—Por supuesto, sus tres hijos son adoptados. ¿No lo sabías? —Negué con la cabeza—. Pensé que sí, es algo de conocimiento público.
Me quedé paralizada por un momento. ¿Justin era adoptado? ¿Por qué no me lo había comentado? Ahora entendía porque Jaxon y él no tenían ningún parecido. Me volteé hacia la nevera para sacar unos ingredientes, intentando no darle muchas vueltas al asunto. Haría un Cheescake de fresas, era el favorito de mi papá, esperaba que a los Señores Bieber les gustara.
Mientras comenzaba la preparación del Cheescake me puse a pensar en Justin otra vez, y en lo poco que sabía de él: prácticamente nada. Aunque fuera de conocimiento público, yo no conocía absolutamente nada de esos temas, él debería haberlo sabido. ¿Por qué no me lo había comentado entonces? Me irritaba saber que medio mundo conocía cosas de mi esposo que yo no.
Me pregunté por sus padres biológicos. ¿Qué les habría pasado? ¿Lo habían abandonado? ¿Habían muerto? ¿Había tenido una complicada historia como la mía? Si era así, ¿quería decir eso que no tenía más familia? ¡Oh, dios! Iba a volverme loca con tantas preguntas, era mejor concentrarme. Quería que el postre para mis suegros quedara perfecto.
Me dediqué a preparar el Cheescake con toda mi energía y atención, una vez listo me ofrecí a ayudar a Hailey con la cena, pero sonó el teléfono y salió corriendo. Minutos después Samantha emergió del elevador con un traje negro y una maleta grande.
—¡Señora Bieber! —dijo entusiasmada, llego hasta mí y me besó en ambas mejillas—. Qué placer verla de nuevo.
—Yo también me alegro de verte, Samantha.
—Bueno, aquí estoy... a la orden para ayudarla a arreglarse.
Miré a Hailey con esperanzas de que me dijera que necesitaba ayuda, pero me dijo que lo tenía todo cubierto. Me dirigí a mi habitación en compañía de Samantha, quien mostró sorpresa al ver que no compartía la habitación con mi marido. Le invente que aún no había espacio en el armario de Justin para mi ropa, así que la tenía en otra habitación. A pesar de que era una pésima mentirosa, Samantha me creyó hasta la última palabra. Me alegré por eso, lo que menos quería era que le llegara con el chisme a alguna de las que arreglaba y encendiera el interés por Justin.
Al abrir el closet descubrí su entusiasmo por la ropa, y yo tenía mucha. Sacó algunos vestidos y los miró pensativa, buscando el perfecto; a mí los tres me parecían hermosos, pero esperaba que ella escogiera uno para ayudarme a causar una gran primera impresión.
Se decidió por un vestido corto color turquesa de tubo. Cubría toda la parte de adelante, pero tenía un gran escote en V en la espalda. Tomó unas sandalias de tacón y unas pulseras gruesas y doradas. La guie hasta la habitación de Justin para ponernos cómodas, ella ordenó todo en la cama y comenzó a sacar sus implementos para poder trabajar.
Entré en el baño de Justin rápidamente, era increíblemente lujoso, lamentablemente yo no tenía tiempo para ponerme a admirar la vista. Samantha ya estaba lista para arreglarme en cuanto salí del baño. Mi cabello cayó en ondas por mi espalda en cuanto terminó con él, luego se concentró en maquillarme y embellecerme hasta el nivel máximo. Justo cuando terminó, el sonido de la puerta acalló nuestra conversación.
Justin se asomó por la puerta y entró saludando a Samantha primero. Me dio un casto beso en los labios, que hizo que mi cuerpo inmediatamente recordara el encuentro de esa mañana.
—Has hecho un excelente trabajo, Samantha —le dijo al verme.
—Bueno, ella no me hace trabajar mucho. Es hermosa...
—Eso es verdad, mi mujer es preciosa.
¡Oh, dios! Me había llamado su mujer. Me mordí el labio al pensar que eso no era del todo cierto. No habíamos consumado el matrimonio y aunque había estado a punto de pasar en el pasillo, nos había interrumpido el maldito teléfono, como siempre. Él había dicho que esa noche terminaríamos lo que habíamos comenzado y mi cuerpo comenzó a calentarse de sólo pensarlo.
Miré a Samantha, la cual se acercaba con una sonrisa para despedirse y desearnos suerte. ¿Cuándo había recogido todas sus cosas? Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me había dado cuenta de nada.
—Voy a bañarme... —me dijo Justin caminando hacia el armario para sacar su ropa—. Vístete.
— ¿Quieres que me vaya a mi cuarto?
—Puedes vestirte aquí, estaré en el baño de todos modos.
Lo vi entrar al baño con un pantalón de vestir y una camisa azul, así que aproveché para ponerme el vestido, los zapatos y los accesorios. Me puse más nerviosa al verme lista, aunque me veía muy bien, tenía que admitirlo. Estaba segura de que visualmente daría una buena impresión.
Justin salió del baño ya listo y me inspeccionó, su mirada recorrió todo mi cuerpo con tal voracidad que temblé al instante. Entonces, se acercó con pasos lentos y sigilosos hasta situarse frente a mí, acarició mi mejilla con su nudillo y luego enterró su mano en mi cabello.
—Estas preciosa, ____. No sabes cuánto quiero que acabe todo esto y tenerte sólo para mí.
Temblé de sólo pensarlo, yo estaba más que deseosa de que llegara la noche. Se acercó más a mí, quería sentir sus labios y él los míos. Me besó la mejilla y bajo su rostro para morder suavemente mi hombro. Mi cuerpo era un mar de sensaciones y todas se acumulaban en un solo lugar.
—Te deseo, ___... pero tenemos invitados que llegarán pronto y tenemos que atenderlos.
Estuve a punto de decirle que los despachara y que inventara alguna excusa, pospusiera la cena para otro momento y me quitará el maldito vestido para terminar lo que habíamos comenzado. Mi cuerpo estaba ardiendo de anhelo y mis labios picaban por sentir los de él. Iba a besarlo, pero justo en ese momento tocaron la puerta.
—Señor Bieber, sus padres y sus hermanos están aquí —dijo Hailey al recibir la afirmación de Justin para entrar.
—Avísales que en seguida vamos.
Ella asintió y se retiró al instante, Justin acarició mi mejilla y tomó mi rostro para plantar un beso en mi frente. Mi cuerpo se estremeció cuando lo escuche susurrarme al oído "más tarde". Esas dos simples palabras estaban llenas de promesas.
Respiré hondo dos veces antes de tomar la mano que me ofrecía y salir al encuentro de sus padres. Tranquilízate, me susurró mi subconsciente... y yo rogué porque la cena con mis suegros no terminara en un completo desastre.

i.1;

¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora