Capítulo 11

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Sentí el leve movimiento en mi hombro, abrílentamente mis ojos y lo primero que pude ver fue el rostro sonriente de Justin,una hermosa y espectacular vista. Me besó en la frente y yo me compuse, mehabía quedado dormida sin querer. El piloto nos avisó que ya habíamosaterrizado en Seattle en el momento en que Tyler nos notificó que tanto laEscala como el Aeropuerto estaban llenos de Reporteros, Justin maldijo, tomó suteléfono y realizo un par de llamadas.
Tanto la salida del aeropuerto como la llegada a laescala fue un verdadero desastre, los reporteros se abalanzaban hacia nosotroshaciéndonos miles de preguntas las cual ignorábamos. Me sentí verdaderamentealiviada al pisar el departamento.
—Bienvenidos, Señor y Señora Bieber. — Nos saludóla Señora Tyler al llegar, le dio un pequeño beso a su esposo y tomó nuestrosbolsos.
La pequeña Olive llegó corriendo para darle un granabrazo a su padre, Tyler la alzó encantado y le besó ambas mejillas. Sonreíante la imagen acordándome de mi padre y lo mucho que lo extrañaba. La bajó yella llegó corriendo a mí dándome un abrazo.
—Qué bueno que estas de vuelta, ____.
—A mí también me alegra verte, Olive.
—Mi mamá me contó que ahora eres la esposa delseñor Bieber y que te quedaras a vivir con nosotros.
—Así es... también pronto vendrá mi hermanito.
— ¿De verdad? ¿Podremos ser amigos?
—Por supuesto que sí, Estoy segura que estaráencantado.
— ¿Les apetece Almorzar?— pregunto la señora Tylerdesde la cocina.
—Si, por favor... ____ no ha comido nada desde quesalimos. — Respondió Justin.
Olive me preguntó emocionada si quería estrenar conella su nuevo juego de mesa, yo sonreí y acepté encantada. Era una niña tanalegre, encantadora y segura de sí misma, estaba segura que su compañía leharía bien a Teddy cuando llegara.
La Señora Tyler preparo unas pechugas de polloempanizada con ensalada y un poco de arroz. La boca se mi hizo agua al ver lacomida y mi estómago reacciono al instante, no tenía nada en el excepto el jugode naranja del desayuno.
La Señora Tyler, Tyler y Olive nos dejaron solos enla barra de la Cocina. Justin me conto que ellos tenían su propio espacio en eldepartamento. Sacó una botella de vino blanco y lleno las dos copas.
— ¿Cuánto crees que se tardara la adopción deTeddy?
—No tengo fecha aún, pero mis abogados estántrabajando en la adopción... será por poco tiempo, ____; no te preocupes.
Tenía que armarme de paciencia para esperar que sellevara a cabo la adopción, ya habíamos logrado salir de Marcus que era lopeor. Me dolía mucho la separación, pero era por nuestro bien, prontoestaríamos juntos y podríamos vivir una buena vida.
Después del almuerzo, Justin me dio un recorridopor el departamento, era enorme. Me mostró varias habitaciones, el gimnasio, sudespacho y la de Teddy. Me quede asombrada al ver que estaba completamenteequipada. Poseía una cama con varias almohadas con forma de pelotas, untelevisor pantalla plana con una consola de video, un escritorio, un armariolleno de ropa y calzados. Antes de que pudiera decir algo Justin me recordó queTeddy sería su hijo y estaba en todo el derecho de gastar en él, un argumentoque no pude discutir.
Llegamos hasta una puerta y una sonrisa adornó surostro, ¿Qué había detrás de aquella puerta? Se acercó a mí, me tomó de la manoy me puso frente a ella.
—Cierra los ojos.
— ¿Por qué?
—Porqué sé que esto te va a encantar, así quequiero que sea una sorpresa.
Odiaba completamente las sorpresas, pero él estabatan emocionado que no me dieron ganas de desanimarlo, así que hice lo que mepidió. Escuche cuando abrió la puerta y sentí como me tomó de las manos paraentrar a la habitación. Me pidió que abriera los ojos y cuando lo hice me quedesin habla. ¡Estábamos en una biblioteca!
Miré alrededor contemplando todos los estantes queestaban repletos de libros, en una pared había un sillón blanco y unas mesasadornaban el medio del salón. Lo miré atónita.
—Recordé que la primera vez que cenamos juntos medijiste que amabas leer.
Sonreí, camine hacia un estante y pasé mi dedo poruno de los libros—Tenia tanto tiempo sin poder leer uno.
—Pues ahora tienes miles y si quieres más compraremás... hay un estante con los libros y sagas actuales; también hay de diversostemas. No sabía qué tipo de lectura te agradaba así que compre de todo un poco.
Lo miré atónita, ¿Ese hombre era real? ¿Podría sermás cariñoso y atento? Oh Justin no sabes lo que estás haciendo, todo eso seríamás doloroso a la hora de separarme de él. No quería pensar en eso pero erainevitable que viniera a mi mente, yo me estaba encariñando cada vez más conél. Miré una vez más el lugar y le sonreí.
—Gracias Justin, no sé cómo pagarte todo lo queestás haciendo por mí.
—Si mantienes esa hermosa sonrisa yo me daré porservido.
Mi corazón comenzó a latir más fuerte, mientras élse acercaba a mí. Llevó una de sus manos a mi rostro y me acarició la mejilla,besó mi frente y mi nariz antes de que sus labios tomaran posesión de los míos.
Mi cuerpo respondió de inmediato a su beso, llevemis manos hasta su cuello y las entrelace, acaricié su cabello rebelde con unade ellas mientras él me pegaba a su cuerpo, mordió mi labio inferior y yo soltéun gemido que aprovecho para invadirme con su lengua mientras la mía le daba labienvenida.
Acariciaba cada rincón de mi boca, mientras mi lenguase unía a él. Él había sido el primer hombre que me besaba, así que nunca habíasentido esa intensidad pero su lengua experta guiaba la mía y nos unimos en unadanza completamente sincronizada. Sentí que chocaba con algo, pero no supe qué,la realidad perdió sentido para mí, solo estaba Justin y las miles de nuevassensaciones que mi cuerpo experimentaba con él.
El sonido de su teléfono, explotó la pequeñaburbuja que habíamos creado devolviéndonos a la realidad. Se separó lentamentede mí, respirando hondo varias veces, yo sentía mi cuerpo entero arder ypalpitar de necesidad por él. Por primera vez supe lo que era el deseo.
Se alejó unos pasos y sacó su IPhone del bolsillo,yo me bajé de la mesa a la cual no tenía idea de cómo me había llegado y tratéde calmarme mientras lo escuchaba hablar por teléfono.
—Bieber— respondió sin siquiera mirarlo— Perdonamamá no vi que eras tú... si, lo sé... ya voy saliendo para allá... nos vemos— se guardóel teléfono en el bolsillo y me miró— Tengo que ver a mi mamá, está esperandouna explicación.
—Está bien... suerte.
Él sonrió se acercó a mí, me dio un casto beso enlos labios y salió de la habitación, mientras yo trataba de calmar todas lasemociones que explotaban dentro de mí a la vez. Salí de la biblioteca me sentéen la sala y encendí la televisión. Quería encontrar algo con que entretener mimente pero no había nada que pudiera distraerme de lo que acababa de pasar.
Me recosté en el mueble y me pregunte ¿Cómo seríanlos padres de Justin? Seguramente grandes personas si había criado a un hombrede tan buen corazón. Esperaba poder llevarme bien con ellos y así evitarle unproblema más a Justin.
Traté de hacer miles de cosas para distraer mimente pero nada funcionaba, no era solo Justin o nuestro reciente y apasionadobeso lo que me intranquilizaba, era también mis amigos, no podía sacármelos dela cabeza.
Donna debía estar preocupada por mi porqué no mehabía presentado a trabajar pero ella no conocía mi situación como José y Malú.¿Estarían preocupados ellos por mí? ¿Camille habría dicho algo sobre miausencia? Justin había comentado que se enterarían por las noticias peroninguno de los medios sabía mi nombre.
Tenía que buscarlos y hablar con ellos, no podíadejarlos preocupados. Camine hasta mi cuarto donde encontré la maleta que habíatraído conmigo. Cambie el vestido y la americana que tenía por un jean y unacamiseta azul, tomé mis converses y me recogí el cabello en una cola.
Cuando salí de mi habitación recordé a losreporteros que estaban esperando abajo, pero me tranquilice al instante,ninguno de ellos pensaría que yo era la esposa de Justin Bieber, no con lapinta que tenía, parecería una adolescente normal de diecinueve años.
Tomé un poco de Dinero que Justin me había dado porsi llegaba tarde y se me ofrecía algo. No había señal alguna de la señora Tylerpor ninguna parte, pero no me molesté en buscarla con un poco de suertellegaría antes que Justin. Cuando bajé aún había unos cuantos reporteros,respiré hondo y caminé como si nada.
Ninguno de ellos me prestaba atención, tal como lopensé era por la forma en que vestía, pasé lo más normal que podía por enfrentede ellos, pero lo nervios estaban allí, aunque sabía que no les daba ni lamenor curiosidad tenía la sensación de que en cualquier momento se voltearían ami dirección y me llenarían de preguntas, sentí que mis anillos de Compromiso yMatrimonio pesaban una tonelada en mi mano y me regañe por no haberlos dejado.
Caminé unas cuantas cuadras antes de tomar un Taxi,suspiré aliviada cuando estuve en el interior del auto. No pude evitar sentirmeculpable por haberme ido sin decir nada, pero ya estaba en camino, era tardepara arrepentirme, hablaría con Donna y en cuanto me fuera posible volvería alEscala.
El Taxi me dejó justo en frente de la cafetería endonde había trabajado por cuatro años, tendría que hablar con la gerente parapresentar mi renuncia, pero eso sería después. Donna estaba terminando deservirle a uno de los Clientes en la mesa, en cuanto me vio corrió hasta mí yme envolvió en sus brazos.
— ¡____!, No tienes idea de lo preocupada queestaba.
—Estoy bien— le dije correspondiéndole el abrazo—perdona por no avisar, es que estos días han sido de locura.
Ella se separó de mí y me brindo una sonrisa, la seguíhasta la barra donde me senté en una de las sillas altas mientras ella se metíapor la pequeña puerta, llegó hasta donde yo estaba y como no había clientes queatender sabía que se podría quedar unos minutos hablando conmigo.
—Tienes tanto que contarme, _____; ¿Por qué nollegaste a trabajar ayer y esta mañana?
Me mordí el labio sin tener idea de que decir,Donna no conocía las circunstancias en las que vivía, nunca le había contadoque tenía un tío abusivo que nos obligaba a trabajar a mi hermanito y a mí.¿Qué iba a decirle? Era mejor que le hablara de mi matrimonio antes de que seenterara por la televisión, ¿Debía fingir emoción? Quizás era lo mejor, Justiniba a decirle a su familia que nos habíamos casado por estar enamorados.
—Wow, Donna; la verdad es que no se por dóndecomenzar— le dije esbozando una sonrisa
—Qué tal si comienzas diciéndome ¿Dónde estabas?
—No vas a creerme
—Pruébame.
—Bien, estuve en las vegas. Yo... me case ayer Donna
— ¿Qué?— pregunto en un tono extremadamente fuerte,miré todo el lugar para descubrir que éramos el centro de atención, ¡Genial!—¿Cómo que te casaste?— pregunto en un tono más bajo
—Así como lo oyes—le dije con una sonrisa y leenseñe mi mano derecha en donde estaban mis anillos.
—Oh... Por... Dios— dijo antes de tomármela y comenzara examinar los anillos— ¿Con quién te casaste, _____?
—Déjame adivinar— Dijo Mila de repente, por lovisto había estado muy pendiente de la conversación— ¿Justin Bieber cierto?—pregunto con amargura.
— ¿Qué? ¿De verdad?
—Por supuesto, la noticia de su matrimonio esta portodas partes y ahora ____ viene a decir que está casada, se me hace muchacoincidencia.
—Tienes razón, no es ninguna coincidencia, Justines mi esposo.
— ¿Estas embarazada?— me preguntó Mila
—No, no se casó conmigo por obligación— le dije,pero en ese momento sentí una punzada de molestia, porque de alguna u otramanera esa era la razón
—No puedo creer esto.
—Basta Mila, no vengas a meter tu nariz por aquí. ____está casada deja la envidia.
Mila bufó y se fue a atender a uno de los clientesque había llegado, Donna me sonrió con ternura y comenzó a preguntarme sobrelos detalles de la boda y mi relación con Justin. Nunca me había puesto deacuerdo con él para que inventáramos la historia de amor que haríamos pública,seguramente era muy diferente a la que estaba compartiendo con Donna. Le contéque habíamos estado saliendo todos esos días y que en un ataque de locuraJustin me había propuesto matrimonio y sin pensarlo ya estábamos viajando a lasvegas. Ella sonrió y comenzó a dar saltitos de emoción mientras yo me sentíamal por mentirle.
— ¿____? ¿Eres tú?
Pude ver a José que se acercaba a mí rápidamente,no me dio tiempo de nada cuando ya lo tenía frente a mí envolviéndome en unabrazo, se lo correspondí un poco aturdida. Él me apretó fuertemente y yo memordí el labio y aguante mis ganas de llorar, todas las cosas que había vividoen tan poco tiempo parecían ahogarme, tenía la sensación de no haberlo visto enaños.
— ¿Dónde demonios has estado?— me preguntóseparándose de mi
—Es una historia bastante larga... tengo mucho queContarte.
Donna se despidió de nosotros con una sonrisa paraatender a un muchacho que esperaba para pedir su orden, me baje de la silla ylo guie para que nos sentáramos en una de las mesas, quería tener un poco deprivacidad y seguramente Mila estaría como radar pendiente de la conversación.
—No tienes idea de lo preocupado que he estado porti, y también Malú. Incluso Donna que no sabe nada de tu vida sabía que algo noestaba bien.
— ¿Camille no dijo nada?— pregunté asombrada, penséque ella diría que me había pasado
—No, Malú me dijo que ella había llegado sola ycuando le pregunto por ti; dijo que ya no ibas a volver, se negó a dar másexplicaciones.
Me mordí el labio con fuerza para no soltar unamaldición, no me lo dije pero pensé en lo profundo de mí que Camille iba acontarle todo a Malú y que le hiciera saber que estaba bien y así ella se lohiciera saber a José. ¡Estúpida!, me llamó mi subconsciente y tenía razón.¿Cómo fui tan tonta para creer que ella tranquilizaría a mis amigos? Me sentímuy mal por preocuparlos, no quería saber cómo se encontraba Malú si José habíaestado tan aliviado de verme.
Lo miré a los ojos y le sonreí, estaba segura queél esperaba una explicación pero no sabía cómo comenzar. La última vez quehabíamos hablado de Justin yo le dije que no era más mi amigo ¿Cómo decirle queahora era mi esposo?
Me tomó de las manos, antes de que pudieraretirarlas, eso era exactamente lo que no quería. Miró mi mano derecha y violos anillos de oro que me distinguían como una mujer casada. Sus ojos estabantan abiertos que temí que se le fueran a salir, estaba completamente mudo y memiraba en espera de una explicación, pero por alguna razón no me salían laspalabras.
— ¿Qué es esto ____? ¿Estás casada?
—Sí, ¿Recuerdas a mi amigo Justin?— él asintió—Bueno... ahora es mi esposo.
Se quedó completamente mudo, así que supuse quetendría que seguir hablando. Comencé contándole desde la noche que nos habíamosencontrado en el bar, el intento de abuso de Marcus y la solución que me habíadado Justin. Estuvo callado todo el tiempo, tanto que me pregunta si de verdadme estaba prestando atención.
— ¿Se casó contigo y va a Adoptar a Teddy?— mepreguntó con asombro y desconfianza, y no podía culparlo, no era algo quecualquiera haría.
—Sí, sé que suena increíble pero... así es, estámoviendo a sus abogados para tener la custodia de Teddy.
—Me cuesta creer esto, ____... ¿Te trata bien? ¿Te hapedido algo a cambio?— pregunto con recelo
—Ha sido absolutamente amable y respetuoso conmigo,no se ha propasado y tampoco me ha propuesto nada indecente. Si es lo quequieres saber.
Me sonrojé al recordar el beso que nos habíamosdado en la biblioteca. De seguro en las noticias también aparecería el beso enel Aeropuerto, pero eso no contaba como un abuso, yo no había puestoresistencia y tampoco me había negado. José comenzó a preguntarme algunas cosasde mi nueva vida y le aseguré que todo estaba muy bien ahora que nos habíamosalejado de Marcus. No quería preocuparlo y pareció quedarse tranquilo con misrespuestas.
Seguí conversando con él un rato más y después senos unió Donna. Los había extrañado a pesar de que no había pasado mucho,aunque para mí; con los acontecimientos me parecían toda una eternidad.Disfrute mucho de la conversación, estaba allí sentada con dos de mis amigossin tener que preocuparme por Marcus o por Camille me pareció haberme quitadoun gran peso de encima.
Perdí completamente la noción del tiempo en nuestraconversación, maldije en silencio porque me había tardado mucho más de lo quetenía previsto. Me despedí de mis amigos y le pedí a José que le contará todo aMalú en cuanto la viera, él se negaba a dejarme marchar pero aceptó cuando leprometí que nos volveríamos a ver.
Tomé un taxi hasta el Escala, me sentía mucho másaliviada ahora que mis amigos sabían que estaba bien, sonreí al pensar en losgrandes amigos que tenía, estaba segura que fuera cual fuera la decisión quetomará de ahora en adelante ellos iban a estar allí para mí.
Le pedí al Taxi que me dejara antes de llegar alescala, para mi mala suerte habían más reporteros de lo que estaban cuandosalí. Me iba a costar poder pasar entre ellos y aunque tratara de pasar se mehacía imposible, ¡Mierda! ¿Qué demonios iba hacer ahora?
Un señor mayor salió de lo que supuse era la puertade servicio, dejo la basura en el contenedor y volvió a tomar su camino. Corríhasta el justo antes que entrara, él era mi única esperanza.
—Espere, Señor— le dije justo antes que abriera lapuerta.
— ¿Puedo ayudarte, niña?
—Sí, necesito subir al Pent House, pero estosreporteros no me dejan pasar.
— ¿Para quién trabajas?— me pregunto
Mordí mi labio y sentí como se me encendían lasmejillas —No trabajo para nadie, vivo aquí... Justin Bieber es mi esposo.
Me miró de arriba a abajo incrédulo y luego tratóde reprimir una sonrisa, era obvio que no me creía y no lo culpaba, no viendo aJustin y después ver mi aspecto. Cuando iba a entrar sin darme una respuesta meinterpuse entre él y la puerta y lo miré suplicante.
—Por favor... juro que no le estoy diciendo mentiras,si quiere llámelo y pregúntele.
El hombre me miró por unos segundos y asintió. Mellevó hasta una pequeña oficina donde había una pequeña mesa con dos sillas, unradio y un pequeño televisor. Tomó el teléfono y marco el número que supuse erael del Pent House de Justin, espero unos momentos y después hablo.
—Bueno, si... disculpe por molestarlo Señor Bieberpero aquí hay una jovencita que dice ser su esposa...— le dije mi nombre en unsusurro— Se llama ______... no sé si será verdad pero ella insistió así que yo...—No termino de hablar, se quedó un momento callado mientras escuchaba a Justin—Si,muy bien señor Bieber, enseguida.— y después colgó. Me miró sonrojado—Sientomucho no creerle, señora Bieber... no sabía que...
—No tiene por qué disculparse— lo interrumpí antesde que pudiera terminar— ¿Sabe por dónde puedo entrar? Estos reporteros no vana dejarme.
—Claro, venga conmigo. Entrará por el ascensor queusa Tyler.
Lo seguí hasta el ascensor el cual me llevo hastael último piso que era donde vivía Justin, las puertas se abrieron dejándome enuna parte que nunca había visto, una pequeña salita bien amueblada y unapequeña cocina equipada, al fondo había dos puertas y frente a mi había otra,me supuse que sería la parte del departamento que les pertenecía a Tyler y sufamilia. La señora Tyler llego hasta mí, muy seria, en ese momento supe queestaba en problemas.
—Señora Bieber, ¿Dónde ha estado?
—Yo... yo solo...— vacile
—Bueno, eso ya no importa— me dijo tomándome por elbrazo— El señor Bieber la espera en la sala... Señora Bieber, no vuelva a salirsin avisar.
Asentí y entre a la sala donde sabía que meesperaba mi marido. Estaba de espaldas y tenía las dos manos apoyadas en labarra de la cocina con la cabeza gacha. Debió haberme escuchado entrar porqueenseguida se volteó hacia mí. Me quede paralizada en mi lugar, mientras esosojos Grises que tanto me gustaban se Clavaban furiosamente en mí.
— ¿Dónde mierda estabas, ______?
Su pregunta me helo la sangre... por primera vez tuvemiedo de Justin.

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¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora