Capítulo 17

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Eran las seis de la mañana cuando me desperté, Justin no se encontraba en la cama, pero pude escuchar el ruido de la regadera desde el baño. Me sonrojé ante el recuerdo de lo que había pasado la noche anterior. Era extraño pensar que ya no era virgen y que me había entregado a un hombre que apenas conocía, pero que me hacía sentir como nadie.
Él salió del baño con la toalla en la cintura, su cabello cobrizo aún goteaba por la ducha, me sonrió y se acercó a mí plantando un beso en mis labios.
— ¿Cómo amaneciste? —Su sonrisa era brillante y contagiosa.
—Muy bien, gracias.
— ¿Te duele?
Me sonrojé, pero al moverme sentí una molestia. —Solo un poco.
Él asintió y se fue hasta el closet para sacar su ropa, yo tomé el albornoz y me cubrí. Cuando me levanté sentí una pequeña punzada en mi vientre, nada del otro mundo pero algo molesta. Me giré hacia la cama y vi una pequeña mancha de sangre, señal de que había perdido mi virginidad. — ¡Oh, mi dios!
—Ve a bañarte, le diré a Hailey que cambie las sábanas.
Me metí al baño no queriendo pensar en la vergüenza de que Hailey viera las sabanas y supiera lo que había pasado entre nosotros. Una vez que estuve lista, caminé hasta el cuarto que era mío en busca de la maleta que había traído con mi antigua ropa, pero no estaba por ninguna parte. Registré todo el cuarto pero no la encontré.
No podía tardarme mucho, Justin estaría listo en unos minutos, así que tomé algo de mi nueva ropa: un jean con una franelilla y una americana blanca, zapatos altos y un pequeño bolso. Me cambié rápidamente, cuando salí Justin ya me esperaba en la barra para desayunar.
—Buenos días, Hailey.
—Buenos días, ___.
— ¿Sabes dónde está la ropa que traje?
—Yo la mande a botar —respondió Justin mientras se llevaba un trozo de fruta a la boca
— ¿Qué? ¿Por qué?
—No tienes que ponerte esa ropa más. Mereces lo mejor, ___. Deberías vestirte solo con ropa de marca, no con eso.
—No debiste tomar esa decisión, esa ropa era mía.
—Lo sé, por eso la boté. No ibas a dejar de ponértela, así que lo hice sin que lo notaras.
Me mordí el labio para no seguir discutiendo, tal vez tenía razón, no podía ir vistiendo harapos por ahí mientras llevaba su apellido, aunque al menos él debió haberme consultado antes. Bien, él era Justin Bieber, no preguntaba nada a nadie.
Después del desayuno, Tyler me llevo a la cafetería. Antes de bajarme me incliné para darle un pequeño beso a Justin en los labios. Él sonrió.
—Que tengas un buen día en la oficina.
Justin tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso corto pero profundo. — ¿Traes el IPhone?
Asentí. —Iré a recoger unos papeles en la oficina, atender a un Cliente y vendré a buscarte, trabajaré hoy desde la casa.
—De acuerdo.
Me despedí de Tyler y entré a la cafetería. Todas las miradas estaban fijas en mí, estaba segura de que era por la ropa. Extrañaba mi antiguo vestuario y pasar desapercibida. Me senté en una de las sillas de la barra ante las miradas atónitas de Donna y Mila.
—Buenos días —dije conteniendo la risa por su expresión.
—___, estás irreconocible. Pareces la esposa de un millonario.
—Eso es lo que soy —dije en tono de broma.
Pasé la mañana hablando con Donna y más tarde la Gerente se acercó para felicitarme por mi matrimonio y darme mi liquidación. Me dijo que las puertas de la cafetería y su casa estaban abiertas, pero yo sospeché que era más por mi nuevo apellido que por el tiempo que había trabajado allí. Entonces, descubrí que la vida de Justin había estado cargada de la hipocresía de algunas personas que querían beneficiarse de su nombre y posición económica. Qué triste era ser rico. Luego de una hora, Justin me llamó para avisarme que estaba afuera, me despedí de Donna prometiendo volver y justo cuando salí de la cafetería escuche a José llamarme.
— ¡___! Dios, cuánto me alegra verte —me dijo abrazándome.
— ¡José! ¿Cómo has estado? ¿Has sabido algo de Malú?
—Ayer fui a verla, está ansiosa por verte. ¿Tú como estas? ¡Wow! Te ves muy bien.
—Muchas Gracias, tenemos que ponernos de acuerdo para seguirnos viendo. Ahora tengo teléfono y podemos estar comunicados.
—Eso es estupendo.
La puerta trasera del Audi negro se abrió dejando a la vista la imponente figura de Justin, él se abrochó el chaleco del traje negro que llevaba puesto y se acercó a nosotros. Me tomó por la cintura en lo que supuse, era un gesto posesivo, se metió la mano izquierda al bolsillo y le dio una de sus brillantes sonrisas a mi amigo.
—Un placer volver a verlo —le dijo Justin a José, él solo asintió y yo recordé que aún no se presentaban formalmente.
—Justin, él es mi amigo José. José, él es Justin.
—Su esposo —aclaró Justin ofreciéndole la mano.
—Soy un viejo amigo—le respondió José estrechándole la mano y yo sentí que estaba ante un duelo de miradas.
—Bueno, cariño... despídete de tu amigo. Tenemos que irnos.
—Espera, ___ —me detuvo José—. Me gustaría verte pronto, quizás podría visitarte.
—Por supuesto —respondió Justin antes de que yo tuviera oportunidad—, los amigos de mi mujer son bienvenidos en nuestra casa, vivimos en El Escala, puede pasarse por ahí cuando quiera.
—Muchas Gracias, Señor...
—Justin... llámame Justin, José —pidió con una sonrisa totalmente falsa.
—Estaba a punto de darle mi número a José.
—Y a mí me gustaría hablar a solas con ___ un momento, si nos permite.
—De acuerdo—aceptó no muy contento—. Te esperaré en el auto, no te tardes.
Yo asentí, él me dio un beso en la frente, le estrechó la mano a José en forma de despedida y luego se embarcó en el auto. Suspiré de alivio, la tensión que había en el ambiente había sido un poco abrumadora.
—Eso fue algo extraño, siendo un matrimonio de conveniencia se mostró muy posesivo.
—Él es así, un poco protector.
— ¿Protector? Parecía más bien que quería marcar su territorio. Te llamo su mujer, ___. —Me sonrojé y me mordí el labio inferior, él debió ver algo en mi reacción porque abrió los ojos y me preguntó—. ¿Eres su mujer, _____?
—José, eso no es tu problema. Lo que pase entre Justin y yo, es asunto nuestro. Tengo que irme, pero espero verte pronto.
Él asintió, intercambiamos números y después me despedí de él con un abrazo. El viaje hasta El Escala estuvo en completo silencio, el Justin sonriente de esa mañana se había evaporado con aquel encuentro. Una vez que entramos en el Pent-House me tomó del brazo y me interrogó:
— ¿Hubo algo entre tu amigo y tú? —preguntó muy serio para mi gusto.
— ¿Qué? —Él esperó un momento mientras caía en cuenta de la pregunta—.No, José y yo siempre hemos sido amigos, nunca he sentido nada por él.
—Parece que no es igual para él. —Lo miré confundida—. Le gustas, ____. Es obvio, solo quiero aclararte algo... No me gusta compartir lo que es mío y tú eres mía.
Esas palabras me tomaron por sorpresa, las había escuchado tantas veces y me habían producido tanto asco que me sorprendió que me gustaran al salir de su boca. No sentía la furia o la frustración de sentirme un objeto, como con Marcus. Era diferente con Justin, yo quería ser de él.
—No hay nadie más.
Él se acercó a mí, ahueco mi rostro entre sus manos y me dio un beso largo y posesivo. Sentí mis piernas temblar al instante, él me tomo con fuerza al instante para evitar que cayera.
—Eres tan dulce, ___... lo digo enserio, eres solo mía.
No hice nada más que asentir, estaba enamorándome de Justin Bieber y no podía hacer absolutamente nada para evitarlo. Después del almuerzo me encerré en la biblioteca a terminar de leer Orgullo y prejuicio, estaba segura que Mr. Darcy había sido el primer amor de muchas. Era tan fácil enamorarse de los personajes de un libro y sufrir porque no existían hombres así. Cuando era más joven había soñado incontables veces con mi príncipe azul, pero la pérdida de mi padre y la aparición de Marcus habían arruinado todas mis fantasías. En ese momento, tenía un príncipe frente a mí, pero tenía miedo de que fuera por poco tiempo.
Dejé el libro de lado una vez que terminé la lectura, Hailey estaba terminando de recoger algunas cosas y pude ver a Tyler sentado en la mesa del comedor de su parte del apartamento, y a la pequeña Olive Jugando con su Xbox.
— ¿Hay algo en particular que quieras para cenar? —me pregunto Hailey.
—No, deja lo que estás haciendo —me miró extrañada—.¿Tyler?
—Sí, Señora Bieber —dijo al llegar hasta donde yo estaba.
— ¿Por qué no les das un paseo a tu esposa y a tu hija?
— ¿Señora?
—Les estoy dando lo que queda del día libre, así que... pueden salir a pasear.
— ¿Y El señor Bieber?
— ¿Y la cena?
—El señor Bieber trabajará desde aquí y yo puedo preparar la cena. Vayan tranquilos, disfruten de un momento con su hija.
Tyler sonrió y asintió, me tomó la mano y la besó. Hailey me dio las gracias y un pequeño abrazo, media hora después los tres estaban listos para salir.
Esperaba que a Justin no le molestara que les hubiera dado el día libre a sus empleados. Tal vez debí haberlo consultado con él primero, no quería que pensara que me estaba sintiendo la dueña y señora del lugar. Me fui a la cocina y busqué ingredientes para la cena, quizás un poco de pollo y puré de papas estaría bien.
Cuando estaba preparando el puré, Justin se apareció por la cocina. Asombrado, miró por todas partes buscando a Hailey. Al no verla por ningún lado se acercó hasta mí.
— ¿Dónde está Hailey?
—Se fue, les di lo que queda del día libre a los dos para que salieran y disfrutaran con Olive. Espero que no te moleste...
Él frunció el ceño, pero su rostro no reflejaba verdadera molestia. —Así que liberaste a mi cocinera y a mi guardaespaldas... ¿Quién se supone que me alimentará y me cuidará?
Me mordí el labio. —Bueno, aquí estoy yo.
Una sonrisa pícara apareció en su rostro y sus ojos grises comenzaron a brillar, me tomó por la cintura y me pego a él.
— ¿Así que vas a cuidarme y a alimentarme? Porque tengo hambre ahora y no es precisamente de comida.
Me estremecí ante sus palabras, sus labios estaban sobre los míos en un beso ardiente. Ese hombre era capaz de hacerme sentir como nunca nadie había podido y tenía dudas sobre encontrar a otro que me hiciera sentir así.

***

—El pollo se va a quemar... —dije cuando rompimos el beso por falta de aire. 

—Vamos a ver qué tal te quedó.
Serví la cena y me senté junto a él, probó el pollo y el puré dándome su aprobación. Me sentí feliz en ese momento, sentada con él compartiendo la cena. Estaba tan acostumbrada a atender yo misma las cosas de la casa que me resultaba extraño tener a alguien más que se encargara, aunque Hailey era una increíble persona.
— ¿Tienes mucha experiencia cocinando?
—Se podría decir que sí, aprendí desde muy pequeña... cuando mamá murió lo único que comíamos era comida chatarra o enlatados, así que decidí meterme en la cocina.
— ¿Cuidaste a tu padre y a tu hermanito?
—Sí, la vecina me ayudaba con Teddy, mientras yo estaba en el colegio. Quería ir a la universidad pero... no pude hacerlo, Marcus no me dejó.
—Puedes hacerlo ahora... —Lo miré asombrada—. Puedo inscribirte en la Universidad, puedes estudiar lo que quieras, no te preocupes por eso.
—Justin, no quiero abusar de tu generosidad. Ya te has casado conmigo, vas a adoptar a mi hermanito... has hecho tanto por mí.
—___... no es molestia, eres mi esposa y quiero dártelo todo.
—Pero este no es un matrimonio real.
Él se quedó callado por un momento, meditando mis palabras. Entonces, suspiró y tomó mis manos entre las suyas, sus ojos grises se fijaron en los míos, provocando que mi corazón bailara.
—Me gustaría intentarlo, ___... Intentemos tener un matrimonio real. Tú me gustas... te deseo, Dios... no sabes cuánto te deseo y sé que también me deseas... Eres hermosa, tanto por dentro como por fuera. ¿Te gustaría intentarlo?
¡Oh, dios mío! No podía creer lo que estaba escuchando... ¿Intentarlo de verdad? ¿Podría hacerlo? ¿Qué podía responder? Era cierto que me estaba enamorando de Justin, pero ¿y si él no lo hacía de mí? Me deseaba en ese momento, pero... ¿cuánto duraría? Si no lograba que se enamorara de mí, y yo me enamoraba irremediablemente de él iba a terminar sufriendo como nunca en mi vida.
Era una decisión importante que podía decidir mi vida, pero era una decisión de doble filo.  


¿Matrimonio falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora