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-Joder, como puedes ser tan jodidamente terco Viktor, tus hermanos van por mejor camino, Y SON MENORES QUE TÚ- gritó la última frase el padre del ya mencionado. 

-Basta papá, solo salí de fiesta un fin de semana- rodó los ojos. 

-No puede ser lo cínico que puedes llegar a ser, ¿un fin de semana?- su madre habló esta vez, alzando una ceja y cruzando los brazos al frente- No te vemos desde el miércoles, me parece increíble lo estúpido que suenas. 

El ser de tan solo diecinueve años no dijo nada mas y subió las escaleras hacia su habitación. 

Viktor se denominaba así mismo como un alma libre, iba a donde su alma dictaba que era mejor y sus acciones también iban envueltas en ese cuento de su alma y de ser feliz. El tema con él no era que saliese de fiesta o que quisiese ser feliz, el tema con el era que dejara la universidad tan descuidada como lo hacía. Llevaba reprobando el año, sus notas eran de cinco, no bajaban ni subían. Increíblemente que llevar cinco era un acto de compasión de sus profesores. 

Tenía amigos que no eran los adecuados, a pesar de que el no consumía ningún tipo de sustancia dañina mas que el alcohol, su  grupo de amigos habían sido arrestados y llevados a comisaria varias veces. Su padre, el Comisario de los Santos; el señor Roberth Volkov habia interrogado varias veces a su hijo para que le dijera quien era el que les distribuía la droga a sus amigos, pero jamás había logrado sacarle algo. 

Sus padres estaban preocupados por el camino que llevaba su hijo, no sabían de que manera corregirlo, habían tomado incluso medida extremas que no eran de su agrado, pero que habían llegado a ser una buena idea en su momento. 

El señor Volkov estaba en su despacho de comisaria y llevaba un rato pensando en su última jugada, esta seria la definitiva y claro que esperaba que funcionara, porque si no iba a desistir de su hijo y eso era lo peor que podía hacer. Tomó su móvil y marco a un número, esperaba que tuvieran un lugar para el desastre de su hijo. 

El móvil pito tres veces y después la llamada fue atendida.

-Joder, ¡que puto milagro!- se escucho del otro lado de la línea.

-Ya ves- rio 

-¿Que pasa? ¿Estáis bien?

-Todo perfecto, pero tengo un problema llamado Viktor- suspiró el padre del ya mencionado. 

-¿Sucede?

Roberth iba a contestar pero de repente se escuchó un tiro y la llamada fue terminada. Sabia perfectamente que eso habia sido un disparo de una pistola pesada, intento marcar muchas mas veces pero ninguna de esas veces fue cogida la llamada, así que se resigno, contactaría a los amigos de su esposa, quién habia servido en el ejército con sus amigos y con el. 

¿Militar Yo? | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora