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Viktor se encontraba en la fila de aquel departamento a donde los habían enviado. Tenía tres más frente a él, después de todo la fila iba lo suficientemente rápido. 

Mientras esperaba su turno su mirada estaba fija en el suelo, sus zapatos llenos de lodo ensuciaban aquel piso de color blanco pero no parecía importarle a nadie. Ese día en específico se sentía desganado, no quería saber de absolutamente nadie, su noche había sido de lo peor, sin poder dormir y todo lleno de piquetes de mosquitos, le parecía lo peor que había experimentado jamás. 

-Cadete, ¿puede moverse? - preguntó quien se encontraba del otro lado de aquella pequeña rendija 

Lo miro de mala gana y se movió, tomando su respectiva arma, sin verificarla antes como todos sus demás compañeros, eso también estaba en la prueba. 

Camino de vuelta a la fila en donde los demás portaban sus armas con los mejores ánimos del mundo, al parecer les gustaba tener un arma en la mano y sentirse poderosos.  

Su hombro fue golpeado con un arma y eso le enojo. 

-Oye creo que deberás fijarte en como la usas - escupió 

-Cállate si no quieres que termine en tu cabeza, pero esta vez cargada - le respondieron 

El ruso iba a responder pero decidió quedarse callado al ver a quien se encontraba detrás de aquel idiota. 

-Y yo creo que usted debería callarse y no amenazar con un arma del ejército a un compañero. Nombre y rango ya - solicitó Armando 

-Cadete Emilio, señor - saludó 

-Bien cadete. vaya con el superior a su oficina, dígale que tiene un reporte en unos momentos iré - ordenó 

Después de aquella escena, Viktor regresó al campo en donde estaban los demás, viendo que la mayoría ya estaban en fila. Al recorrer la mirada por detrás de sus superiores de dio cuenta de que era lo que había, era la segunda vez que lo haría con lodo. La primera vez no había terminado del todo bien, pues pasaron semanas para que la tierra dejara de salir de sus bolsillos. 

Vio que la mirada de la mayoría estaban puestas en él, se sentía incómodo pues no era su día, así que hizo una mueca, la cual intentó disfrazar como una sonrisa. 

-Cadete Volkov, usted será el primero, solo porque me cae bien - dijo el rubio 

Empezaba a creer que no le caía bien a Gustabo. 

-Buenos días señor, ¿lo mismo? - preguntó a pesar de que la respuesta iba a ser un sí 

El contrario solo se limitó a asentir con la cabeza para después ponerse en frente de aquella red. Se coloco en posición y al escuchar el silbato comenzó a arrastrarse por debajo de la misma con el arma. La primera pasada era fácil, puesto que estabas seco y solo cargabas con el poco lodo que se te pegaba, las demás eran aún más pesadas puesto que para ese entonces ya tenías lodo hasta en la nariz, y no podías parar por nada del mundo. 

¿Militar Yo? | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora