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El ojiverde estaba ansioso, aunque eso era un eufemismo, estaba aterrado. Había pensando en este momento varias veces, pero ahora que se aproximaba el momento de la verdad, los nervios lo carcomían por dentro. Para su suerte, Spallatti volvió rápidamente con los dos cafés y tostados, sonriéndole cuando se sentó a su lado. Monzón le devolvió la sonrisa al instante, por un momento había olvidado la paz que una simple sonrisa del morocho era capaz de otorgarle.

¿Qué pasa Lit? — preguntó Ignacio, mirándolo de reojo. — No vas a salir corriendo, vas a tener que pasarme por encima para eso. Y nunca terminás bien encima mío. — le susurró lo último sobre el oído, riendo al ver el sonrojo del ojiverde.

Ca-callate idiota. — soltó desviando la mirada a su café. — Es que.. no sé, quiero que salga bien y tengo miedo.. — admitió bajito, mirando al mayor cuando lo abrazó por la cintura, cerrando los ojos ante el suave beso que le dejó en el cuello.

Va a estar todo bien, es algo que ya superaste. Y nos tenés a nosotros acá. — le sonrió al separarse, llevando una mano a su muslo. — Ahora comé a ver si te calmás un poco. — ordenó riendo leve.

Monzón tenía razones para estar nervioso, hacía más de un año que no sabía nada de Nadia y la platinada le había escrito la semana pasada, invitándolo a ese café que les había quedado pendiente de la última vez que se vieron.

Apenas habían comenzado a comer cuando Kowalks apareció, sonriéndoles nerviosamente con su vaso de café. Ambos le sonrieron en respuesta y la observaron sentarse, Spallatti apretando un poco la mano del ojiverde para que se tranquilizara.

Perdón chicos, no conseguía Uber en ningún lado. — se disculpó Nadia, acomodándose en su asiento. — ¿Cómo están? Hace mucho que no sé de ustedes. Bueno, de Mauro.. Del Golden he escuchado bastante.. — admitió, mirando a Spallatti a lo último. — Les ha ido bien por lo visto.

Todo bien, laburando como siempre. — sonrió Ignacio al ver que Lit aún no reaccionaba, asintiendo a lo último. — Sí, Ecko escribió unas cuantas letras piola y por suerte se pegaron bastante. Además el feat con Papichamp ayudó banda. ¿Vos qué onda? — preguntó.

Yo empecé a modelar y hace unos meses conseguí un contrato con una agencia, por suerte me está yendo bien. — contó, mirando a Monzón. — Mau.. ¿todo bien? — preguntó suave al verlo distraído.

S-sí, perdón.. — suspiró al salir de su ensimismamiento. — Es genial eso Nadu, te felicito. — le sonrió sincero mientras ordenaba sus ideas. — Yo sigo en el petshop, por suerte estoy ganando más porque estoy de encargado. — contó.

Quien te viera de encargado de algo.. — molestó la platinada, riendo junto a Spallatti ante la mala mirada de Monzón. — ¿Y ustedes cómo están? Si puedo preguntar. Me alegró saber que vendrían ambos.

No podemos quejarnos, nosotros también nos mudamos a lo de Dani, aprovechando que la casa es inmensa y todo marcha bien. — dijo con un tono tranquilo, mirando a Mauro con una sonrisa. — ¿Vos? — preguntó curioso luego.

Eso veo.. Me alegra saberlo. — admitió Kowalks al ver la sonrisa que el morocho le dedicaba a Mauro, sorprendiéndose un poco ante la pregunta. — E-eh.. bueno, se puede decir que ando en algo, pero lo llevo con mucha calma. — contó, ligeramente avergonzada.

Es bueno eso, Nadu. — le sonrió Monzón. — Los dos seguimos adelante, eso es lo importante, ¿no? — agregó, recostándose en el hombro del morocho.

Sí, es verdad.. — le respondió la platinada. — Ah.. Ro me contó sobre el viaje por tu cumple.. Me puso feliz saber que pudiste encontrarla al fin. — dijo, tomando por sorpresa a ambos.

Estás más informada de lo que creía.. — admitió Mauro divertido, asintiendo. — Ellos la encontraron por mí, el mejor regalo la verdad. — soltó mirando con una sonrisa a Spallatti. — Ahora descansa en un lugar mejor y yo pude despedirme.

Contale todo bobo. — reprochó Ignacio. — Usamos las cenizas para plantar un árbol en un parque medio escondido. Ya está pasando el metro y pico. — contó, apretando un poco al menor contra sí. — Nos pareció la mejor forma de poder pasar tiempo con ella.

Eso es.. no me lo esperaba, es tremenda idea. — admitió, jugueteando con el anillo de su madre. — Capaz lo tenga en cuenta para más adelante. — sonrió leve.

Che Nadu.. ¿eso es..? — Lit dejó la pregunta en el aire al percatarse del anillo que colgaba de una cadena en el cuello de la contraria.

Sí.. Lo guardé como recuerdo.. — respondió, llevando una mano a tomar la sortija. — De que tengo que hacer las cosas bien. De que no puedo volver a lastimar a nadie. — contó, con su voz temblando ligeramente.

¿Puedo preguntar qué es? — intervino luego de unos segundos Spallatti, intercalando la mirada entre ambos, algo confundido.

Nunca se los había dicho, yo.. tuve que vender el anillo hace tiempo para pagar unas deudas. — dijo, haciendo una leve mueca mientras miraba a Nadia. — Estuvimos comprometidos. — admitió, esperando que al morocho no lo molestara.

Fue durante casi dos años.. Mauro trabajó mucho para poder comprarlos.. — acotó la platinada. — No pasa nada Mau, me alegra que al menos te haya servido de algo. Yo me lo quedé para acordarme de la promesa a mi madre, junto con este. — agregó, mostrando el anillo en su mano.

No.. no teníamos idea.. — soltó finalmente Ignacio. — Eh.. Voy al baño, ahora vuelvo. — soltó, levantándose rápidamente.

— ¿Creés que les moleste? Perdón, no quería hacerles problema. — dijo Kowalks rápidamente cuando el morocho desapareció, a lo que Mauro negó.

Tranquila. Sólo necesita procesarlo, no va a poner en duda lo que hay entre nosotros por lo que pasó hace tiempo. — aseguró Mauro, manteniendo una actitud calmada. — Estamos bien, por suerte no hemos tenido problemas que no pudieran solucionarse.

Me pone feliz verte bien, Mau. — sonrió Nadia al escucharlo. — Y ya viviendo juntos, eso sí que fue una sorpresa. — admitió.

Sí, bueno, antes de mudarse pasaban prácticamente todos los días en casa. Y Dani le dijo que dejara de boludear y se mudara o no iba a dejar que.. — sintió sus mejillas arder al recordar la situación. — Bueno, que no iba a poder quedarse más. — mintió, desviando la mirada.

No nos iba a dejar cojer más. — acotó Spallatti a espaldas del ojiverde, soltando una carcajada ante la mirada furibunda que le dedicó. — Así que nos mudamos, y con lo que ganamos de la música nos mantenemos bien.

Sabía que había algo que no me estabas contando.. — rio Kowalks ante el evidente sonrojo de Monzón.

Hay varias cosas que todavía no te contó.. — respondió Ignacio mientras Mauro se recomponía escondido en su pecho.

El morocho llevó una mano para entrelazar los dedos con los del peliblanco, dejando ver en sus dedos dos anillos plateados a juego, sonriéndole levemente a la platinada, quien alzó las cejas por la sorpresa, sonriendo ampliamente al comprenderlo.

Y así, se quedaron charlando por varias horas, poniéndose al día, riendo a carcajadas, contando anécdotas divertidas de Monzón, quien, a pesar de sus constantes sonrojos, sentía sus hombros mucho más livianos que antes.

Fragmentado - LitckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora