XIII

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Luego de un abundante almuerzo, todos se fueron a la sala para poder charlar de manera amena y tranquila. Rosa, Natalia y Mauro habían entablado una buena plática, mientras que Damián y Matías permanecían en silencio. LaFuente de vez en cuando aportaba algo a la conversación pero el morocho permanecía callado.

Spallatti mantenía su cabeza apoyada sobre el pecho del castaño, disfrutando de los mimos que éste le proporcionaba. Aunque Monzón estaba muy entretenido con la charla, no evitó que sintiera cierta incomodidad ante el dúo, Matías parecía haberse olvidado completamente de su existencia.

Aún así, Lit sabía que tampoco le correspondía, Matías es quien menos lo conocía y su amistad con LaFuente se remontaba a varios años. Sería egoísta exigirle un poco de atención de la nada, aunque su subconsciente lo añoraba, apenas era contenido por su raciocinio. No haría ningún comentario fuera de lugar, de ninguna manera.

Che Dam, ¿quién ese tal Valen? — le falló su subconsciente. El castaño abrió amplio los ojos mientras el morocho lo observaba con el sueño fruncido. — El que le preguntaste a Maia.

— ¿Hablaste con él? — reprochó Spallatti antes de que contestara, mientras LaFuente no sabía qué decir. Matías sabía de la onda con el ojiazul y por eso le caía mal, no le gustaba que le robara la atención del más alto. Sin esperar respuesta se levantó de su lado y se dirigió a la cocina ante la atenta mirada de los presentes, donde agarró lo que quedaba de helado de la noche anterior.

Ya la cagué devuelta wacho. — se lamentó Monzón, no se esperaba esa reacción. — Perdón.

No pasa nada, todavía no lo asume, entonces se pone celoso. — explicó el castaño, hablando bajo para que el morocho no lo escuchara. Las mujeres rieron ante el comentario. — Valen es el hijo de Maia, lo conocí cuando acompañé a Mati a una consulta y como quiere ir a mi facultad pegamos onda.

No aprende más, cuando se trata de vos se pone tan caprichoso como Ecko. — dijo Natalia. — Valentín es re buen chico, no sabía que ya estaba por empezar la facultad.

Sí, este año termina el secundario y en verano da el exámen de ingreso. — explicó LaFuente.

Lit quiso comentar algo más pero se detuvo al ver al ojinegro acercarse. Sin mediar palabras Matías se sentó a su lado y apoyó la cabeza en el hombro del ojiverde, quien no sabía cómo reaccionar. Comenzó a llevar cucharada tras cucharada mientras el resto entablaba una nueva conversación, obviando la situación.

Ya habían pasado unos diez minutos y el morocho no parecía querer cambiar de posición. El ojiverde se atrevió a rodearlo con un brazo cuando notó que Matías intentaba acomodarse, terminando con la cabeza de éste apoyada en un costado del pecho y su mano sosteniendo la cintura del contrario.

Spallatti parecía estar a gusto, seguía comiendo sin prestarle mucha atención a la conversación, excepto cuando Monzón hablaba o para fruncirle el ceño a LaFuente, el cual se intentaba esconder la mezcla de gracia que le causaba la actitud del ojinegro con la extraña incomodidad por su rápida cercanía con el teñido. La voz de Natalia lo sacó de su ensimismamiento.

Amor, guarda un poco para después. ¿Qué te parece si te das un baño? — recomendó la rubia luego de un rato, al ver que el morocho ya se había tomado la mitad del helado.

Bueno ma, dale. Mau, ¿te podés quedar un rato más? — consultó y al recibir un asentimiento de parte del nombrado se dirigió a su pieza luego de guardar lo que sobró.

¿Saben si había algo más que quería decirme? — cuestionó Monzón, a lo que el resto negó. — Pará que te ayudo con eso. — soltó cuando vio a la mayor comenzar a retirar los platos de la mesa.

Fragmentado - LitckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora