Luego de casi media hora de viaje, llegaron finalmente al colegio de Oliva. Había un patrullero en la puerta y varios chicos de uniforme amontonados. Mónaco, Spallatti y Monzón atravesaron la aglomeración y se metieron al edificio. Tras recorrer varios pasillos se encontraron con Valentín, notoriamente preocupado. Unos pasos más adelante habían dos policías y tres mujeres, observando dentro del salón.
— Al fin, tenés que hablar con él rápido, lleva así hace rato. — habló rápido el ojiazul.
— Calmate hijo, respirá y decime qué pasó. — dijo Mónaco.
— La hija de puta de la directora llamó a Servicios Sociales, se lo quieren sacar a Laura. — explicó Valentín luego de respirar profundo. — Cuando vino, la loca cayó con dos policías y se armó bardo. Teo agarró una tijera y se encerró en un salón. Ya se lastimó varias veces cuando intentaron acercarse.
Mientras los chicos se quedaron a la vuelta de la esquina, Maia se acercó a la puerta del salón y observó a través de la ventana. Mateo estaba sentado contra una pared, con los ojos llorosos, la mirada perdida y una tijera en la mano.
Su ropa estaba manchada de sangre, se podían divisar algunos cortes en su brazo izquierdo y ambas piernas. Mónaco se alarmó, necesitaban calmarlo rápido, el riesgo de que se siguiera lastimando era demasiado alto. Golpeó suavemente la madera del marco, intentando llamar la atención de Palacios, que la observó por un momento.
— ¿Y quién es usted? — intervino la directora, una mujer bajita y regordeta, con un lunar bajo el labio, la cual recibió una mirada furiosa de parte de la canosa.
— Maia Mónaco, la madre de Oliva, soy psicóloga. Vengo siguiendo el caso de Teo desde hace un tiempo. — habló la canosa. — Debería darles vergüenza, tratar así a un pobre chico. ¿Llamar a Servicios Sociales? Miren lo que provocaron.
— Esto es porque no lo criaron como se debe. Si su tía hubie.. — intentó decir la directora.
— ¿Y qué sabe usted de crianza? Hasta donde sé, ni siquiera tiene hijos. — interrumpió Mónaco. — Este chico está al borde de un ataque de pánico o una descompensación, así que déjenme a solas con él para intentar calmarlo.
— ¿Es psicóloga entonces? ¿Está segura de esto? — cuestionó uno de los policías.
— Claro que sí, he tenido que lidiar con situaciones así antes. — explicó Maia, dirigiendo una mirada disimulada hacia la esquina donde se ocultaban los chicos. — Vayan, por favor, les aviso cuando todo se calme.
Aún con las quejas de la directora, los oficiales la escoltaron junto con las otras dos mujeres por el pasillo. Los chicos aprovecharon para acercarse para hablar con la canosa. Oliva se preocupó mucho ante la imagen de Palacios, su mirada desorbitada y respiración agitada daban testimonio del estado del menor.
— ¿Mateo? Hola, soy Maia, la mamá de Valentín. — dijo la canosa en un tono suave. — Él me llamó por todo esto que te está pasando. ¿Puedo pasar? Por favor.
— Q-quiero a mi vieja, ¿d-dónde está mi vieja? — recriminó Palacios. — ¡No te acerques!
— Tranquilo, sólo quiero que hablemos, ¿sí? — habló Maia, abriendo levemente la puerta.
— ¡Que no te acerques! — exclamó Mateo, con la voz rota. — ¡Salí, ya! — volvió a gritar, y automáticamente trazó otro corte en su muslo derecho.
— ¡No! Por favor, ya salgo, no te lastimes más. — rogó Mónaco, el rizado pareció calmarse un poco.
— Teo.. — intervino Valentín. — Hace un tiempo te hablé de un amigo que la había pasado mal, ¿te acordás? Está acá, y le gustaría hablar con vos. Hacelo por mí, ¿sí?
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Fragmentado - Litcko
FanfictionSi quieren formar parte de mi vida, entonces tienen que aceptarlos a ellos también. - Colaboración con la mejor, @Okupa-09