XXII

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Transcurrieron aproximadamente treinta minutos cuando Spallatti y Cazzuchelli abandonaron la habitación que compartían. Al salir se dirigieron al patio, encontrándose a Mauro charlando animadamente con Braian y Nicole. De alguna manera Monzón se las había arreglado para robar una botella de vodka y ahora estaba completamente ido nuevamente.

¿Y éste qué hace acá? — cuestionó Ecko apenas vio al ojiverde. Por el tono de su voz, estaba de mal humor otra vez. Julieta lo golpeó disimuladamente para que reaccionara, nuevamente estaba en modo ortiva.

Eh, ¿qué anda wachín? — saludó Lit cuando notó su presencia. — No, pasa que yo estaba re tranqui en casa y de la nada cayó un enano chorro a la casa y me robó a la nena. Olvidate que lo perseguí, crucé lagos y montañas, vo' sabe que por mi nena hago todo menos ser un buen padre, booeh. Y bueno, terminé llegando acá y el enano se convirtió en un gigante. — continuó, señalando a Braian. — Pero ya tengo a mi nena, olvidate que sí, compatriota. — finalizó riendo, acariciando la botella que sostenía en brazos.

A ver, vení wacho. — soltó el morocho luego rodar los ojos mientras arrastraba al ojiceleste hacia otro lado, quien junto a las chicas reía a carcajadas por las ocurrencias del teñido. Se alejaron lo suficiente como para salir de la vista del resto. — ¿Qué carajos hace acá? ¿Lo invitaste vos?

No flashees bobito, Ignacio lo invitó, ¿ya te olvidaste? — se defendió Braian. — Me lo encontré cuando salí del cuarto y estaba tirado al lado de la puerta donde estabas con la Juli, no lo iba a dejar ahí. Y antes de que lo digas, no se quiso ir porque quedó con tu vieja que te quedas en su casa.

Uh la puta madre. Me quiero ir con Cazzu yo, ni me pinta bancármelo. — bufó Ecko.

Es tu problema ahora wachito. — se desentendió el ojiceleste. — Ya me hice cargo de él todo este rato, al menos pegó onda con Nicki.

Mientras el dúo seguía charlando, Mauro se había presentado a Julieta, quien junto a Nicole aprovechó para interrogarlo un poco sobre su relación con el ojinegro. A pesar de que Cazzuchelli no sabía sobre el trastorno de Spallatti, sospechaba que algo extraño pasaba con él, pero nunca quiso ser invasiva en su amistad.

Bancá, ¿entonces están saliendo o no ustedes? — cuestionó la mayor.

Eh, no. Tipo, somos amigos y eso nomás. — respondió Lit, intentando evitar el tema. — ¿Y qué onda ustedes? ¿Se conocen hace mucho?

Hace como un año, creo. Nunca estuvimos en nada, nos vemos en alguna joda y listo. — explicó Julieta.

Eu, Cazzu, ¿vamo' a dar una vuelta? — preguntó Ecko al volver con el grupo. — Ya re pinchó esto.

No paja brava, mirá como está este pibito. — dijo, señalando a Lit, que se quedó tildado mirando a la nada. — Me dijo que se quedó porque tenes que ir para la casa de él, no podés dejarlo así.

Dah, el Braian le hace el aguante hasta la casa. — comenzó a decir Ecko, pero al voltear el ojiceleste y Cucco se estaban alejando. — Hijos de puta.

¿Qué te dije hace un rato? Deja de ser tan cara de verga, después te molesta que te traten de ortiva. — habló Cazzu. — Ya nos cruzaremos de nuevo, ahora cuida al pibe que te necesita.

Ecko suspiró, sabía que no había forma de ir contra la mayor cuando había tomado una decisión. Además, tenía razón, Ignacio lo había invitado y Monzón lo esperó para cumplir con su palabra. Dejó de darle vueltas al asunto y llamó al ojiverde, que no dio respuesta, así que se limitó a cargarlo sobre su hombro.

Fragmentado - LitckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora