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La lluvia caía incesante, ya hace una semana que el sol no aparecía, como si la naturaleza supiera el sufrimiento que colmaba el ambiente. La mañana gris transcurría muy lentamente, ninguno de los presentes quería creerlo.

Braian yacía sentado contra un árbol, la cabeza gacha, escondida entre sus rodillas, intentaba como podía ahogar sus sollozos. Melisa intentaba consolar a Rosa, que yacía sentada en la silla de ruedas, llorando desconsolada. Natalia se encontraba igual, intentando contener a LaFuente, quien se encontraba de rodillas.

Rocío le hacía compañía a Mauro, Londra había decidido no asistir debido a que en parte se sentía responsable en cómo se desencadenaron los hechos. Si no hubiese sido tan cerrado de mente, existe la posibilidad de que esto no hubiese sucedido.

Monzón por su parte seguía en estado de shock. A pesar de lo que todos le decían, se sentía totalmente responsable de lo que pasó. Si hubiese atendido esa llamada a tiempo, hoy Spallatti estaría con ellos. Pero no, y este día era uno de los peores de su vida.

Deseaba haberse dado cuenta antes, deseaba tanto haber llegado antes de que fuese demasiado tarde. La sangre de su amigo estaba en sus manos, no importaba cuánto se lavara, seguía sintiendo el desagradable líquido en sus dedos.

Mauro ese día se encontraba ocupado para un exámen, olvidó que su celular estaba en silencio y cuando lo revisó encontró tres llamadas perdidas del Golden Team. Le extrañó, se habían visto la noche anterior, así que devolvió la llamada. Ignacio respondió tras unos segundos, su voz sonaba entrecortada, como si le costara demasiado hablar.

M-mauro.. E-estoy en casa.. Ayud-dame.. P-por favor.. — susurró Spallatti como pudo.

¿Igna? ¿Qué pasó? ¡Respondeme! ¡Ignacio! — exclamó sumamente preocupado. — Ya salgo para allá.

Rápidamente se dirigió a la casa del morocho, tomó un taxi y tardó unos quince minutos en llegar. Ingresó rápidamente a la casa y llegó al cuarto del ojinegro. Su corazón se alarmó en cuanto abrió la puerta, frente a él Ignacio yacía en el suelo, cubierto de sangre, un profundo corte recorría verticalmente su muñeca.

Llamó a emergencias y levantó como pudo a Ignacio, que apenas respiraba. Spallatti abrió un poco los ojos y le dedicó una sonrisa lastimosa al ojiverde, que no dejaba de gritar su nombre, sin contener las lágrimas. Ignacio juntó lo que le quedaba de voluntad para alzar la voz.

Mau.. Tranquilo.. — soltó el más alto.

¿Qué pasó? Ya viene la ambulancia, aguantá por favor. — sollozó el teñido.

Una recaída.. Mati tuvo un flashback y no lo soportó, no logré llegar al frente a tiempo, no pude pararlo. — se lamentó el morocho. — Tranquilo, es algo para lo que de alguna forma siempre estuvimos preparados, era algo que podía pasar.

No, no pienso aceptarlo. Tenés que aguantar, por favor. — rogó Monzón.

Estoy en paz, me hiciste tanto bien en este tiempo, que no te imaginas. Gracias, Mau. — soltó Ignacio por lo bajo. — Te amo. — dijo con un último susurro.


Fin.

Fragmentado - LitckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora