XVII

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Así que eso es lo que le pasa, por eso te pido que le den un respiro, a Igna le cuesta una banda abrirse con los demás. Con Lit es rarísimo cómo la está encarando, nunca lo ví así, y no quiero que tengan bardos al pedo. — terminó Melisa con su explicación, Rocío razonaba todo lo mejor que podía. Ambas llevaban alrededor de quince minutos en el baño.

— Tranquila, ya entiendo mejor todo y el porqué Lit estaba tan misterioso. Yo voy a hablar con Pau para explicarle lo que pasa, que no tiene de qué preocuparse. — dijo con un tono tranquilo.

— Gracias, posta. Capaz más adelante, cuando tengan un poco más de confianza, puedas conocer al resto. Todos son especiales a su manera, pero Nacho y Matías seguro te van a caer bien. — comentó Lucero con una sonrisa. — Nacho es re tierno y Mati es la persona más tímida que existe. Ecko también tiene lo suyo, lástima que es medio arisco, pero te acostumbras.

— Sí tranqui, ya tendremos tiempo para eso. — habló Rocío para luego mirar su celular. — Uh, hace banda estamos acá. Vamos que Paulo debe estar en modo padre protector y se pone imbancable. — sugirió, recibiendo un asentimiento de la contraria.

Mientras tanto, Mauro estaba furioso con Paulo. El rubio no dejaba de meterse en la conversación que tenía con Ignacio, quien parecía no incomodarse con tanta interrupción. Braian por su parte estaba a unos metros charlando con una chica, ignorando el ambiente que se había formado.

— ¿Y desde cuándo se conocen? — preguntó el rubio a Monzón y Spallatti, pero la pregunta parecía estar enfocada en este último.

— Íbamos al jardín juntos, pero después nos tuvimos que mudar y perdí el contacto con Mauro. — contestó el morocho lo más calmado que pudo, esta pregunta lo tomó un poco por sorpresa y no quería desatar un recuerdo que lo pusiera en alerta.

— Ah, entiendo. — dijo de manera simple el rubio, mientras pensaba en qué más preguntar. — ¿Y por qué tuvieron que mudarse? ¿Tenían algún problema? — preguntó de nuevo, pero esta vez el morocho no supo qué decir, por lo que permaneció callado. — Eu, ¿pasa algo?

— ¡Uh ya fue wacho, bajale un cambio! — reprochó Mauro en voz alta, pero el sonido de la música opacó la seriedad de su reclamo. — Pareces un acosador con tantas preguntas, deja que se divierta, estamos en una joda, anda a buscar más fernet. — siguió diciendo, logrando que el ojiazul lo viera mal.

— Bueno culiao', calmate. Solo estamos charlando, ¿verdad, Ignacio? — cuestionó, pero el mencionado ya no se notaba tan cómodo como antes, pero tenía que mantenerse tranquilo, si sabía lo que le convenía.

— Sí, está todo bien, vamos a buscar algo pa' tomar mejor. — pidió, obteniendo un bufido de parte de Londra.

— Bueno, dale. — cedió el rubio, tomando un trago final a su fernet y buscando entre tantas personas a Rocío. El ojiverde se acercó a Spallatti para disculparse por la actitud de su amigo y de paso preguntarle si todo está bien.

— Perdón wacho. — Monzón se disculpó por lo bajo. — Es un tarado, se pone idiota y te puso incómodo.

— Tranquilo, no pasa nada. — contestó Spallatti intentando calmarlo. — La última pregunta me tomó por sorpresa y nos puso en alerta, pero ya pasó. — comentó con un tono sereno.

— Bueno, ¿querés más vodka? — dijo el ojiverde nada convencido, pero no quiso que la situación volviera a ponerse tensa.

Transcurrieron unos minutos de paz antes de que el anfitrión de la casa llegará a donde estaban ellos, entablando rápidamente una conversación con Paulo. Monzón agradeció de inmediato en su mente, ahora sí podía estar más tranquilo, con Londra distraído podía charlar sin problemas con el morocho. Pero no tenía en cuenta lo que estaba por pasar.

Fragmentado - LitckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora