Ingresaron como pudieron al apartamento de Monzón, luego de que el peliblanco forcejeara por alrededor de cinco minutos con la cerradura, con Spallatti y LaFuente riendo a carcajadas a sus espaldas. Pasaron directo a la cocina para asaltar las alacenas casi vacías del dueño.
El morocho no podía aparecer en este estado en su casa y Damián olvidó sus llaves en lo de Oliva, así que no tuvieron más opción que terminar en el hogar del ojiverde. La fiesta había sido más intensa de lo que esperaban, y ahora estaban tirados en el sillón, riendo sin control, vaciando un paquete de galletitas robado.
Al pasar un rato, LaFuente se metió en el baño para darse una rápida ducha y bajar un poco los humos, luego de que el ojiverde acomodara un colchón en el suelo. Pasaron poco más de quince minutos cuando salió en toalla, esperando encontrarlos ya dormidos, pero se frenó en seco apenas abrió la puerta.
Spallatti estaba sentado en la cama del ojiverde, sin remera, recostado contra el colchón. Monzón se encontraba arrodillado entre las piernas del morocho, su boca recorría toda la extensión del miembro de Ignacio, mientras sus manos acariciaban los muslos y testículos contrarios.
El ojinegro ahogaba jadeos mientras sostenía el cabello del teñido, marcando el ritmo. Damián estaba apoyado contra el marco de la puerta, sin saber qué hacer; no podía quedarse en pelotas en el comedor porque estaba helando, pero tampoco se atrevía a entrar con una erección al cuarto e interrumpirlos.
El morocho tardó unos segundos en notar su presencia, cruzó miradas con el castaño y probó. Tomó el mentón de Lit, acercándose para besarlo, y de paso susurrarle algo oído, mientras su vista se mantenía fija en el más alto. El ojiverde volteó a verlo, volvió su vista a Ignacio y sonrió pícaro antes de asentir y volver a rodear el miembro ajeno con sus labios.
LaFuente les dedicó una mirada confusa, a lo que el ojinegro simplemente respondió con un leve movimiento de cabeza para que se acercara. Se vio obligado a recostarse nuevamente cuando Monzón adentró toda la longitud en su garganta, robándole un suspiro.
El más alto se acercó a pasos torpes, sin estar completamente seguro de lo que harían, inseguridad que se esfumó cuando Mauro tendió su mano y lo obligó a arrodillarse a su lado. — Dale, boludo, ¿tan larga la vas a hacer? — dijo el ojiverde sonriendo, y en pocos segundos Spallatti tenía a ambos luchando por el control, mientras él se limitaba a gozar de la vista.
Un pequeño cambio y ahora Damián exploraba con su lengua la entrada del peliblanco, que ahogaba gemidos sobre el miembro del ojinegro. Al cabo de un rato así, estando más dilatado, Monzón se sentó a horcajadas de Ignacio, que aprovechó para ingresar en él. El castaño jugó un poco con los testículos del morocho para luego introducir su propio miembro en la boca de Spallatti.
Todo autocontrol se esfumó, los tres cedieron ante la lujuria que los invadía, pero que se centró en un Lit recibiendo las embestidas de cada uno. Hasta que el ojiverde se cansó, un movimiento rápido y dejó a LaFuente a merced de Spallatti, quien sonrió y no dudó en ingresar en el castaño, quien intentó ahogar un jadeo.
Y así fue pasando el tiempo, con Ignacio cambiando entre los interiores de Damián y Mauro. Cuando éste último estaba sobre el ojinegro, el castaño se colocó detrás de él, besando su espalda y nuca, apoyando levemente su glande en la entrada ajena, invadida por Spallatti. — ¿Puedo? — cuestionó LaFuente.
Cruzó miradas con el ojiverde por unos segundos, quien tiró del castaño hacia él, dándole a entender que sí se animaba a más. Y así, con suavidad, o al menos toda la que le permitía Spallatti, se adentró en el teñido, que gozó como hacía mucho tiempo no lograba. — La puta madre.. — soltó Mauro, provocando que ambos se detuvieran. — Seguí, seguí. — agregó jadeando.
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Fragmentado - Litcko
FanfictionSi quieren formar parte de mi vida, entonces tienen que aceptarlos a ellos también. - Colaboración con la mejor, @Okupa-09