El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️

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Capítulo 4| Pizza con masa de Hojaldre y canciones sobre hermanos

Riley

—¡Deja de llamar, mamá! —grito a la persona que se encontraba al otro lado del teléfono —¿Jupiter y Acer están bien? Pues no me llames.

Cuelgo antes de que mi madre se atreva a decir algo más y tiro el teléfono encima de la cama para luego llevarme las manos a la cara y frotarla con desesperación. Me siento en la silla de mi mesa y alcanzo el bolígrafo azul junto al cuaderno de canciones (mi manía: usar siempre bolígrafo azul para las canciones). Pero no me viene nada. Mi cabeza está en blanco hasta que de pronto empieza a aparecerme poco a poco el rostro angelical de aquella castaña borracha y no puedo evitar formar una sonrisa cuando recuerdo lo graciosa que andaba y hablaba. Aun podía escuchar cómo se le había acelerado el corazón cuando casi es atropellada; y digo casi, porque la conseguí salvar a tiempo. A, y la cara de sorpresa que se le quedó cuando me vio cogiéndola en brazos para llevarla hacia su casa, pues estaba seguro, de que en aquel estado no llegaría sana y salva.

En ese momento, pasa algo sorprendente: empiezo a escribir una canción.

¿Quién me diría a mí que una chica de la que no sabía ni su nombre, me ayudaría a escribir? Esto era una bendita señal. Si, señor, claro que lo era.

Dejo el boli entre las hojas del cuaderno y lo cierro. No sé cuánto tiempo llevaría componiendo, pero ya empezaba a sentir los músculos rígidos de estar sentado. Cuando me levanto, estiro los brazos y me atuso el pelo con la mano para luego salir con toalla en mano hacia el cuarto de baño, pues necesitaba una ducha. Pero no llego ni a la puerta del baño, cuando Anthony, —nuestro manager—, interrumpe entrando por la puerta del estudio de grabación hacia el "salón" con el ordenador en una mano diciéndonos que quería enseñarnos algo. Con un suspiro me acerco hacia Anthony justo al mismo tiempo que veo a Ian salir de la cocina con una cerveza en la mano. Aaron y Seth dejan los mandos de la play en la mesita del salón baja para acercarse también.

—Mirad —Anthony posa su portátil sobre la mesa grande y le da play a un video que estaba en pantalla. No es hasta que la canción empieza, cuando me doy cuenta de que se trataba de nuestro videoclip, el cual grabamos el otro día —Quería que lo vierais antes de subirlo por fin a la plataforma.

—Es brutal —la voz de Seth sacude las cuatro paredes del estudio.

—Ha quedado genial, Anthony —digo yo y Aaron me da la razón diciendo lo mismo —¡Súbelo ya! A que esperas.

Este se ríe por la impaciencia en mi voz y después de un sermón que ninguno presta atención, le da al botón de publicar y en cinco minutos, nuestro cuarto videoclip aparece como publicado en el canal de la banda.

—Habrá que celebrarlo, ¿no? —habla Ian por primera vez desde que Anthony nos había llamado. Todos le miramos confusos —Esta noche nos vamos a una discoteca aquí cerca.

Dicho esto, Ian se marcha de nuevo a la cocina. Yo me coloco la toalla en el hombro y sin decir nada más, me marcho a ducharme que era lo que tenía previsto hacer antes de que me interrumpieran.

El club Arrow es una discoteca cerca de Broadway situada en la planta 18 de un pijo hotel de lujo por lo que no es de extrañar que las bebidas aquí cuesten un riñón, porque en serio, ¿doce dólares para una simple copa de Ron? Era exagerado. Los cuatro, o mejor dicho cinco, porque sí, Anthony vino con nosotros, nos encontramos en la zona vip del club. Era una especie de reservado grande con terraza incluida. Unos sofás de cueros, (donde nos encontrábamos ahora sentados), medio rodeaba una mesa redonda en el centro. Estaba todo a oscuras excepto por las luces neones que iluminaban partes del local y la música se podía escuchar bien a pesar de estar lejos de la pista, en la planta de arriba. Llegamos sobre las nueve menos cuarto y ya había cola a esas horas esperando para entrar, así que, en ese momento, agradecí ser "famoso", porque el segurata que vigilaba la entrada nos dejó entrar sin tener que hacerla.