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Disfraz Mane de Halloween en multimedia


Capítulo 18| Fiesta de Halloween y deudas pagadas

Mane


Miro el papel con su número sin atender a la clase de Deckley. Mi mejilla izquierda se apoya sobre mi puño mientras la mano derecha, juega con el trozo de papel sin quitarle la vista de encima. Un carraspeo me saca del trance en el que estaba encontrándome con un Noah observándome con una sonrisilla pícara y divertida. Sé que en cuanto terminemos las clases, mi amigo querrá saber absolutamente todo de lo que hicimos Riley y yo, y donde me llevó. Me pongo recta en la silla para intentar captar algo de lo que explica el profesor, pero mi cabeza siempre acaba traicionándome, pensando en el lago al que me había llevado.

Tengo que reconocer que no habría imaginado en un millón de años que me llevaría a un sitio tan especial (como él había dicho), pues apenas nos conocemos. No puedo mentir y decir que no me lo pase bien, porque sí que lo hice para hablar de mí; pues por primera vez, —aparte de con mis amigos—, había conseguido reír de verdad y olvidarme de mis problemas. A pesar de que lo odio, Riley ha conseguido que me ría en cuestión de minutos. Aunque tengo que reconocer que cuando a mi cabeza viene el momento en que casi me besa en el agua, sentí pánico.

Por eso me aparté de inmediato, pues hubo un momento en que, cuando lo tenía muy cerca de mi cara después de saltar juntos de la cuerda, a mí también se me pasó esa horrible idea..., pero yo no quiero sufrir de nuevo. Y cuando estuvimos hablando de lo que era "enamorarse", las palabras que había soltado, las solté de verdad. Sonrío al recordar como intentaba adivinar mi película favorita de Disney y como se disculpaba cuando mencionó a mi hermano o cuando me vio la cara de triste al decir algo sobre mis padres. Le mentí, claro. Solo se me ocurrió decirle que mis padres murieron, pues no quiero dar pena y que sepa que me abandonaron, y tampoco que mi hermano no está trabajando fuera, sino que más bien, es un alcohólico que vive encerrado en su cuarto... No, prefiero mentirle, pues no tenemos tanta confianza para contarnos esas cosas.

«Sirenita».

Vuelvo a sonreír al recordar el nuevo apodo que me ha puesto cuando le conté que de pequeña me encantaba imaginar que lo era, pues siempre he sido una fanática del mar. La sonrisa no pasa desapercibida para Noah que me da un codazo en el brazo haciendo que reaccione y lo mire, cuando este me guiña el ojo. Niego a la vez que pongo los ojos en blanco justo cuando suena el timbre de final de las clases; por fin la última.

Cuando recojo las cosas mientras tanto Noah me espera. Cuando bajamos las escaleras de los asientos de arriba y nos acercamos a salir del aula, la voz de Deckley, me para en seco. No debe ser nada de los deberes ni trabajos, pues no obliga a Noah a salir de clase. Sin embargo, cuando me dice lo siguiente, me entra el pánico.

—Mane, el rector quiere que vayas a verlo antes de que te marches —El rector quiere verme, ¿para qué? Empiezo a hiperventilar por dentro pensando todo tipo de motivos que puede tener —No entiendo para que, pero dice que es importante, así que mejor no lo hagas esperar.

Noah y yo nos miramos y el rubio se encoge de hombros igual de desconcertado que yo. Asiento a Deckley y una vez nos despedimos, Noah y yo salimos del aula con las dudas en la cabeza de porque el rector quiere verme. Cuando consigo convencer a Noah de que se marche a su piso, —tardo un rato en conseguirlo—, al final, me acompaña hasta la secretaria de la universidad y se marcha después de tirarme un beso al aire haciendo el tonto.


Espero en las sillas donde la mujer que hay en el mostrador me ha señalado hasta que me toque, pues según ella, hay otro chico hablando con el rector también. Siento los pelos de punta y me muerdo las uñas, nerviosa. Nunca he sido de las que se muerde las uñas, pero hoy es un día que no he podido aguantarme. Hace una hora que Noah llegó a su piso y este, como todo buen cotilla, me escribió al móvil para preguntarme que tal todo. Cuando le he escrito hace un rato que aun sigo esperando, me ha insistido, —o más bien: obligado—, a que le cuente lo que pasa cuando salga de aquí.

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora