𝟝🎶

375 36 118
                                    







Capítulo 5| Noah Greene: un bailador de primera... semidesnudo

Mane


Llego de clases con ganas de tirarme sobre mi blandita cama a dormir. Noah entra antes que yo y cuando estoy dentro del recibidor, cierro la puerta tras de mí. Un silencio nos recibe en medio del salón. El hecho de que Noah se encontrara en mi casa era simplemente porque teníamos que ponernos con un trabajo para la clase de Investigación de la Psicología; así que mi plan de querer tumbarme en mi cama no iba a poder ser.  Tuvimos mucha suerte de que nos pusieran juntos. Comunico a Noah si quiere que coja algo para comer mientras trabajábamos y este asiente acariciándose la barriga como para darme a entender que estaba muerto de hambre y yo me río.

En ese momento, Rosa baja las escaleras con una porte elegante como si estuviera en una fiesta de las que organizan la gente rica. Iba muy bien vestida; como era de costumbre. Un vestido azul verdoso de tubo de satén con algunos adornos florales, pero escasos, era lo que portaba en ese mismo momento. A juego unos zapatos de tacón que le favorecían. El pelo recogido en un moño impoluto sin ningún mechón fuera. ¡Dios, ¿cómo lograba mantenerlos así?! ¡Rosa dime tu secreto! Le ofrezco una cálida sonrisa antes de que esta, salude a Noah.

Este, como buen anfitrión que es, sonríe y yo acabo acordándome de que no le había presentado a mi amigo:

—Rosa, este es Noah. Trabaja en Bob's conmigo y ahora íbamos a hacer un trabajo —termino las presentaciones y acto seguido, me meto en la cocina después de decirle a Noah que puede esperarme en mi cuarto.

No era la primera vez que venía a mi casa, pero si con Rosa aquí. Oigo los pasos de alguien subiendo las escaleras y luego otros, entrando a la cocina.

—Me encanta verte así, Mane —la voz dulce de Rosa me sobresalta a pesar de haber escuchado sus tacones por el suelo.

Esta me acaricia el pelo con suavidad para después darme un abrazo por detrás. Los abrazos de Rosa siempre conseguían reconfortarme, sobre todo cuando pasaba por un mal momento; un ejemplo era, cuando le conté (o básicamente se dio cuenta ella) de lo que me pasó con Marco y su apuesta conmigo. No es hasta que esta deja un beso sobre mi cabeza, cuando me doy cuenta de que me había quedado en silencio.

Al voltearme para quedarme frente a ella veo sus labios pintados en color burdeos, alzarse hacia arriba en una sonrisa.

—Verte feliz —concluye su anterior frase por si no la había entendido antes. En ese momento, como si se acabara de dar cuenta, frunce el ceño y empieza a decir —: ¿Él sabe lo de...

—Noah y Sophia lo saben todo —la corto antes si quiera de que termine de hablar —Al principio tuve miedo, pero sé que puedo confiar y siempre me ayudan a pesar de que odio pedírsela. Incluso Sophia me dejó el dinero para el alquiler la semana pasada.

Rosa sonríe.

Hago lo mismo que ella como por acto reflejo antes de volverme para seguir preparando la comida para Noah y para mí. Saco dos vasos del armario superior donde guardaba la vajilla y de la nevera, dos latas de refrescos: Coca Cola para mí, Nestea para Noah (a Noah no le gustaba para nada las bebidas con gas). Lo coloco todo en la bandeja marrón y a continuación, la cojo de ambos lados. Niego cuando Rosa me dice que si me ayuda. Podía sola y, además, no quería tenerla como criada siempre. Cuando ve que no va a conseguir nada con sus insistencias en ayudarme y que a ella no le importaba hacerlo, antes de que suba el primer escalón, me avisa:

—Mane —miro hacia atrás con cuidado de no moverme demasiado —Voy a ir a dar un paseo y conocer un poco Nueva York y de paso compraré cosas. ¿Necesitas algo?

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora