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Capítulo 35| Terapias, peleas y bailes de navidad

Mane


Despierto con la sensación de que algo me aplasta.

Abro los ojos muy lentamente comprobando el lugar donde estoy: mi habitación y voy haciéndome a la claridad que entra por la ventana; que cosa más rara que anoche no cerrada las cortinas. Bajo con la mirada hacia donde siento esa sensación de peso cuando de pronto me encuentro un brazo encima de mi vientre, abrazándome. Giro la cabeza encontrándome al Chico Disney plácidamente dormido y los recuerdos de la noche anterior regresan a mi mente.

Sonrío sin poder evitarlo.

«Me encantaría que me permitieras entrar en tu vida»

«Prefiero vivir sin latidos a pasar una vida sin ti»

Sus palabras se me repiten una y otra vez sin cesar. ¿De verdad querría estar en la vida de alguien que apenas puede amar? No quiero volver a hacerle daño y él mismo sabe que incluso me costara decirle te quiero... Solo de pensar en esa palabra, me tenso. ¿Y si se acaba cansando de intentar arreglar mi corazón?

"Te ha dicho que no se rendirá"

¿Y si lo hace?

"Confía. Deja tus miedos. Haz caso a Noah: quítate la venda"

El movimiento de la cama me hace volver a la realidad. Ahuyento los pensamientos y cuando siento que se ha despertado porque noto su mirada en la sien, me giro de manera que estemos frente a frente. Nuestras miradas se encuentran y lo único que me produce la suya es libertad; ahora lo veo bien. Segundos. Quizá minutos, no lo sé, pero me encanta estar así con él. No decimos nada, pero se siente perfecto.

Riley dibuja una sonrisa, que ahora sé que me encanta, antes de romper el silencio:

—Buenos días, sirenita —susurra.

—Buenos días, Chico Disney.

Sin esperarme el siguiente movimiento, este estira su brazo hasta acariciarme la mejilla. Un gesto de lo más simple, pero al mismo tiempo personal. Debo reconocer que me encanta la sensación que me invade en el cuerpo su contacto. Que me encanta estar así con él.

"Uh, bonita, ya empiezas a reconocer lo evidente"

Cállate.

La voz del castaño interrumpe mi altercado interno con mi conciencia.

—Estas preciosa recién levantada.

Cuán está a punto de besarme yo me echo para atrás dejándole confundido y con una cara graciosa que no puedo evitar carcajearme. Antes de que diga nada o piense cualquier cosa, le cuento que no quiero que me bese sin que antes me haya lavado los dientes, pues estoy segura de que no tengo buen aliento desde anoche hasta ahora.

Este se ríe y justo cuando estoy levantándome, antes de que me dé tiempo a hacerlo por completo, Riley tira de mi brazo consiguiendo que caiga en la cama y me besa sin darme tiempo a reaccionar.

No dura mucho, pero me gusta. Le golpeo el pecho varias veces de broma mientras me quejo y ruedo los ojos.

—Me gustas así. Natural. Recién levantada, sirenita.

—Idiota.

—Guapa.

Nos levantamos al mismo tiempo y haciendo el tonto, bajamos a la cocina. De un momento a otro, yo bajo las escaleras casi corriendo, intentando escapar de sus cosquillas y cuando por fin entramos en la cocina, me escondo detrás de Rosa que nos saluda sonriéndonos. Esta se une a nuestra pelea defendiéndome con la cuchara de madera en la mano como si fuese una espada.

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora