𝟙𝟜🎶

249 24 34
                                    


Multimedia Ross Lynch como Noah Greene y la canción que representa el capítulo❤️


Capítulo 14| Una invitación y un perro rabioso

Mane


Noah está muy raro esta mañana. No deja de mirarme desde que hemos salido de la universidad y ahora en la cafetería tampoco me quita los ojos encima, excepto cuando le miro que aparta de inmediato la mirada como si no estuviera haciendo nada. Termino de limpiar la mesa seis y camino hacia el mostrador donde me siento en un taburete, cansada. Cuando le pido que me dé un vaso de agua, se lo tengo que repetir tres veces para que me escuche porque parece que está en otro mundo.

Al final me lo pone con una sonrisa de lo más siniestra en el rostro.

—¿Qué tramas, Greene? —inquiero, dándole un sorbo enorme al vaso que lo dejo medio vacío —Llevas raro toda la mañana.

—¿Yo? Puf, chorradas, mujer. Soy raro siempre.

—En eso te doy la razón —me burlo llevándome una mirada fulminante de mi amigo y un golpe en la frente —Ahora enserio, ¿Qué me ocultas?

Este niega y aprovecha la oportunidad de escapar de mi interrogatorio cuando de repente entra un cliente y se dirige con rapidez a atenderlo. Yo suspiro y cuando me termino el agua, sigo con la última mesa por limpiar que acaba de quedar libro ahora mismo. Cojo una bandeja del mostrador y recojo los vasos de las personas que hace unos segundos estaban ahí sentadas, luego me los llevo de vuelta a la cocina para fregarlo, después de limpiar la mesa. Escucho la voz de mi amigo tomando las comandas al cliente justo cuando gruñe y al mirar lo que le ha pasado, no puedo evitar carcajearme porque se ha pillado al cerrar la caja registradora y ahora se está chupando el dedo como un niño pequeño.

El rubio me mira con el ceño fruncido. Me saca la lengua y el dedo corazón para luego decir:

—¿Te ríes de mis desgracias, Madame? Esta caja esta maldita.

—A lo mejor si miraras donde pones las manos, no te pillarías —me burlo, pero cuando este me sonríe pícaro, sé que ha entendido mis palabras con doble sentido —¡Ni se te ocurra, Greene! —cuando le señalo con el dedo, un par de gotas de jabón acaban en el suelo porque tenía las manos mojadas de fregar.

Este levanta las manos de manera inocente mientras sigue riéndose y vuelve al cliente que no ha dejado de mirar la escena con cara de pensar que estamos locos. No tardó mucho en terminar cuando escucho la campanilla de la puerta y sin poder evitarlo, me coloco casi corriendo detrás del mostrador como si mi cabeza estuviese esperando a la persona que ha entrado.

Riley Steele.

¿Por qué ahora cada vez que viene me pongo como si lo esperara? Niego con la cabeza intentando hacer desaparecer esos absurdos pensamientos que no quiero que sean verdad y con la misma cara de cansada que siempre le pongo a él, le saludo y le pregunto lo que va a querer. Durante los primeros minutos, no me dice su comanda y se pone a decirme estupideces como siempre para intentar molestarme o sacarme los colores. Finjo reírme de sus gracietas, —aunque a decir verdad había cosas que si me hacen reír de verdad—, pero no quiero que lo note y cambio de tema para preguntar de nuevo si va a querer algo.

Este, como siempre, me repite lo mismo de todos los días:

—Sigo esperando tu número, bicho.

—Y yo te he dicho que esperes sentado —contraataco acercando mi cara a la suya para que entienda que no soy tan fácil —Ahora, ¿Qué vas a pedir por tercera vez? Tengo otras cosas que hacer.

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora