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Capítulo 6| Ataques de pánico

Riley


—Bienvenidos a Bob's. ¿Qué puedo servirles? En todo caso que no sepan que pedir, siempre les ofreceré las mejores recomendaciones.

Cuando Mane termina de recitar las palabras como si fuera un robot que se lo hubiera tenido que memorizar para decírselo a todos sus clientes, no puedo apartar la vista. Es más, llevo mirándola desde que hemos entrado y ha empezado a decir todo ese rollo que en su boca no parecía tan rollazo; incluso no me importaría volverlo a escuchar si salen de ella. Muevo la cabeza para apartar aquellos pensamientos. Me acerco más al mostrador que me separa de la bicho.

Habíamos venido todo el grupo a su cafetería porque habíamos terminado de grabar una parte de una nueva canción y como nos moríamos de hambre, yo me acorde de este sitio. Y los quise traer. Me acerco con paso decidido hasta el mostrador. En ese momento, la tengo más cerca excepto por la maldita barra que nos separaba. Cuando estoy a punto de pedir, mis ojos ven que Mane apenas me está prestando atención y cuando sigo su mirada, me dan ganas de reírme al ver que no dejaba de mirar a Ian que estaba distraído con su teléfono; la verdad, creo que no había dejado de mirarlo desde que entramos. Formo una sonrisa maquiavélica antes de carraspear para que me haga caso.

Lo consigo.

Mane mira hacia mi dirección y su rostro cambia a uno más serio y baja la mirada hacia la pantallita de ordenador que tenía ahí donde (supuse) que se ordenaban los pedidos.

—Bicho, ¿Qué me recomiendas? —inquiero solo para molestarla.

Oigo que gruñe por lo bajini y era la cosa más tierna que había visto en mi vida. Luego, la risa de uno de mis compañeros (creo que fue Seth) se oyó a mis espaldas. Cuando Mane empieza a recitar las cosas que nos recomienda, todos la prestamos atención, cosa que estoy seguro de que la está poniendo nerviosa, aunque lo disimule bastante bien.

—Deja de molestar a la chica, tío —Ian por fin habla dejando su teléfono que este se guarda en el bolsillo trasero del vaquero. —Yo pediré... —este mira hacia arriba que era donde estaban alguno de los productos —...el batido de Mango y Piña.

—Buena elección —dice la bicho —Es uno de nuestros mejores batidos.

Ian se encoje de hombros y puedo ver en la mirada de la bicho de nuevo ese nerviosismo de antes. Le doy la razón esta vez, pues conocía a Ian y mi hermano podía llegar a poner nervioso a cualquiera con esa mirada tan fría que la mayor parte del día mostraba. Seth acaba pidiéndose un café solo y Aaron un Cola Cao, —pues este último detestaba el café—. Yo me pillé un batido de chocolate con nata por encima. Cuando estamos los cuatro atendidos, les digo a estos que vayan yendo hacia la mesa que quisieran y que ahora iba yo en un rato.

Estos se marchan al borde de la carcajada. Me volteo a mirar a la bicho que se había alejado de la pantallita de ordenador donde nos había atendido y que ahora estaba de nuevo hablando con su amiga la rubia que no sabía su nombre.

—Cuanto tiempo, bicho —acaparo su atención cuando me acerco a ellas. Mane me observa con seriedad repiqueteando el boli que sujetaba entre los dedos contra la mesa. Ahora que me fijaba, tenía un montón de apuntes ordenados frente a ella.

—¿Quiere algo más o no? —pregunta esta de manera formal.

—Tu número.

La bicho abre los ojos de sopetón al oír las palabras que la suelto así de repente, No, a mí no me iba eso de cortarme ni un pelo. Si algo quería, iba a por ello sin mirar atrás. Puedo ver a la amiga desde el rabillo del ojo como se intenta aguantar la risa por la cara de Mane.

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora