𝙴𝚡𝚝𝚛𝚊 𝟸

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Aquí tenéis doble capítulo extra de Riley y Mane. Este es el primero y luego os subo el segundo extra. 


Capítulo 17. Cascada


—¿Me has hecho la cobra? —le pregunto después de un rato. Esta gira su cabeza hacia mí como si no entendiera mis palabras.

—No se a que te refieres, idiota —contesta.

—Te lo paso por alto, porque no quiero asustarte —Para cambiar de tema, le pregunto si le gusta nadar, porque parecía estar disfrutando como una niña hace una hora ahí dentro —Eras como la sirenita, pero neoyorkina.

Mane abraza sus piernas y apoya la barbilla en las rodillas para luego, girar la cabeza en mi dirección. Ahora presiona su mejilla en la pierna. Sus ojos vuelven a hacer contacto con los míos. Parece pensar la respuesta, sin embargo, creo que en realidad esta ganando tiempo para no tener que responderme. Como si hubiese algo que no quisiera contar o recordar. Al final, se decide a decir algo muy simple:

—Siempre me ha gustado el agua. De pequeña, cuando veía La sirenita, me imaginaba que era como ella... así que sí, he visto películas de Disney —lo último que añade lo hace para molestarme y darme a entender que no es inculta con esa franquicia —Con mi hermano y una vecina, nadábamos en su piscina de Canadá.

—Guau. Algo más que se de ti, sirenita —cuando la llamo por ese apodo, me fulmina con la mirada.

—¿Enserio? ¿Ahora piensas llamarme así también?

—No, creo que te vas a quedar con este último apodo. Te pega más, sirenita —repito el apodo, molestándola. —¿Me pasas la mochila, sirenita?

Esta gruñe y alcanza la mochila para luego pasármela. Me observa rebuscando en ella, hasta que me ve sacando una libreta negra junto a un boli del mismo color y me mira sin entender. Yo rio por la cara que tiene ahora. Cuando le suelto que es la libreta que uso para las letras de canciones, esta abre los ojos y me pregunta si pienso ponerme a componer ahora mismo. Asiento con una sonrisa divertida.

Mane se abraza aún más fuerte a sus piernas y es en ese momento cuando me doy cuenta de que tiene frío. Sin que se lo vea venir, le ofrezco mi chaqueta que he metido en la mochila para que se la ponga. Esta la mira, dudando un par de minutos, pero luego me hace caso como con la camiseta momentos atrás que ha usado para nadar en el lago.


—¿Qué tal vas? —inquiere, señalando el cuaderno —Te sale algo o no.

—He escrito un párrafo.

—Vaya. Al final tendré que creerme de verdad que eres tú quien las escribe, ¿eh? —se burla. Yo niego, sonriendo.

Guardo la libreta en su sitio y me apoyo en el suelo con un brazo para poder mirarla; apoyo la mejilla en la mano. Mane se encuentra sentada, mirando hacia delante. Ya es de noche, pero no sé exactamente la hora que es, aunque me daba igual, pues me gustaba estar así con ella. Quiero quedarme observándola todo el tiempo si es posible. Cuando esta siente que la estoy observando, se gira para mirarme haciendo contacto visual conmigo. Puedo ver como se le ponen los mofletes de un color rosa claro y estoy seguro de que se ha puesto nerviosa.

Sin poder evitarlo, estiro la otra mano y acaricio su cara para apartar un mechón de pelo que ya está casi seco.

Sus labios se separan para pronunciar las siguientes palabras:

—¿Qué haces? —Juro haber notado un tono asustadizo en su voz.

—Eres preciosa, sirenita —Sigo molestándola con el nuevo apodo.

A continuación, cuandoesta se va a levantar a la vez que me comenta que se está haciendo muy tarde(sin entender su cambio), me levanto al mismo tiempo y antes de recoger mis cosas, aprovecho que está de espaldas para cogerla y levantarle los pies del suelo. Mane chilla, sin embargo, oigo que de vez en cuando también se ríe. La coloco en mi hombro con la cabeza para abajo mientras la agarro por los pies.

—¡Riley, bájame!

Sirenita, no seas aburrida...

La frase se me corta cuando noto un pellizco muy cerca del culo y después, su risa.

—Uh, me voy a vengar, bicho.

Sin entender a que me refiero con eso, la suelto y sin tardar demasiado, comienzo a hacerla cosquillas hasta que ambos acabamos en el suelo. Mane se remueve por las cosquillas hasta que de un momento a otro, acabamos en una posición intima: ella debajo de mí. Nos miramos. Su media melena se esparce por el suelo, pero no es eso lo único en lo que me fijo, sino que mis ojos bajan inconscientemente hasta sus labios y en el momento en que los veo entreabiertos, se me pasa la maldita locura de querer besárselos, pero me aguanto.

Es en ese preciso instante en el que me voy dando cuenta de que esta chica tan sumamente misteriosa, me está calando muy a fondo. Me doy cuenta de que Mane me está gustando como nunca me había gustado alguien.

 Me doy cuenta de que Mane me está gustando como nunca me había gustado alguien

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El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora