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Capítulo 11| ¿Celoso Potter?

Mane


—¡Muchas gracias, guapetón! —grita Soph que aun va un poco achispada cuando bajamos del coche de Riley. Este se descojona y comienza a caminar hacia nosotras —Te pagaríamos, pero nos lo hemos gastado todo en copas, aunque mi amiga siempre te puede hacer un striptease... ¡Auch!

Soph se lleva la mano al punto donde le había golpeado por bocazas: en el hombro. Mientras el susodicho sigue riéndose por las sandeces de mi amiga. Cuando ya está lo suficientemente cerca, sus ojos se clavan en mí, poniéndome un tanto nerviosa pues solo llevaba un diminuto vestido negro. Hace varios minutos que habíamos dejado a Noah en su piso y lo habíamos tenido que subir porque era el más borracho de las dos, y aunque me costara decirlo, le debíamos las gracias a Riley por ayudarnos con él.

—No me negare a ese striptease, pero tendrá que esperar a que estés consciente —responde este con una sonrisa de lado, petulante. Frunzo el ceño. —Es la segunda vez que estoy aquí, bicho, espero que pronto me invites a entrar.

—Ni lo sueñes —contesto con una carcajada para que se dé por enterado.

—Pues ahora me debes dos besos por el vómito de tu amigo en mi coche, bichito —se balancea de atrás hacia delante con las manos en la espalda y una sonrisa de niño bueno. —Apúntatelo en la agenda, porque no soy de olvidar las cosas.

—Os voy a dejar solos que a mí me matan los pies —dice Sophia de repente dejándome sola con el idiota. Antes siquiera de que pueda decirla nada, está ya ha desaparecido y cuando me giro, la veo sentándose en el porche de mi puerta. ¿Será traidora?

Me vuelvo de nuevo hacia Riley que sigue parado en el mismo sitio con una sonrisa de par en par. Me cruzo de brazos con un poco de torpeza, —porque, aunque ya no estuviera tan borracha—, si es verdad que sigo un poco achispada. Al ver que no tiene intención de moverse, yo empiezo a hablar:

—Creo que te estarán esperando —¿le estaba echando? Si.

—Estoy esperando que entres a casa, bichito, no quiero que te pase nada.

—¿Te estas preocupando? —no sé el motivo exacto, pero siento como una diminuta sonrisa me aparece en la cara que hago desaparecer tan rápido como me es posible. —Ya te dije la primera vez que yo no necesito la protección de un hombre, idiota.

Este se vuelve a reír, crispándome.

—Soy un chico protector, bicho —comenta, riéndose.

En el momento que estoy a punto de responderle, un estruendo que viene detrás de mí y que yo misma se quién y que lo ha producido, hace que los dos miremos hacia la puerta de mi casa. Incluso Soph se ha levantado del porche donde estaba sentada, del sobresalto. Eliot seguro que había bajado a por más alcohol y se le habría caído algo. Una oleada de tristeza me abarca en ese momento, pero trato de aguantar las lágrimas y mordiéndome el carrillo por dentro, me giro de nuevo al idiota de Riley Steele que sigue mirando hacia el frente.

—¿Qué ha sido ese ruido, bichito? —pregunta y yo me tenso, pues hablar de mi hermano o mencionar algo que tuviera que ver con él, me ponía triste.

—Nada. Te tienes que ir ya —digo soltando las palabras muy rápido.

Este baja la mirada hacia mí y con una sonrisa egocéntrica, dice lo siguiente:

—¿Me vuelves a echar? 

—Si —y justo cuando este quiere decir algo, Soph viene a rescatarme pues ella también sabía que el ruido era de mi hermano y que lo que más necesito ahora es ver si se encuentra bien o que es lo que ha pasado.

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora