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Capítulo 27| París, la ciudad del amor

Mane


Si la Mane que conoció a NeverLand por casualidad supiera ahora mismo que iba a ir de gira con la propia banda... estoy segura de que no se lo creería. Bueno, ni siquiera yo me creo que en media hora estaré montada en un avión hacia el primer destino de Europa. Si Jaxon y yo no hubiésemos roto, mañana estaría viéndole jugar sus partidos, pero creo que es lo mejor, pues no quiero hacerle más daño.

Hablando de Jaxon, ayer me escribió para responderme a los mil mensajes disculpándome (porque sigo culpándome) y decirme que dejara de hacerlo. Sigo sin entender como no me gritó ni se enfadó por haberle engañado.

Observo la maleta que hay frente a mí. No es muy grande, pero es suficiente para mí. Es de color azul y no debe pesar más de 1kg. En ese momento, Rosa aparece por la cocina con una sonrisa y yo me levanto para abrazarla. Tuvo que convencerme para que no me echara atrás y acabará quedándome, porque no me gusta dejarla sola con Eliot. Al decir el nombre de mi hermano, inconscientemente se me va la mirada a la planta de arriba, a su puerta.

Una mano en mi barbilla me obliga a bajarla encontrándome con su mirada tranquilizadora y rompe el silencio:

—Eliot estará bien, Mane —su tono es de total calma, pero mis nervios me impiden creérmelo del todo. En realidad, estoy más preocupada por ella que por mi hermano.

—¿Seguro estarás bien?

—Mane, quiero a Eliot como un hijo y ambas sabemos que nunca haría nada incluso en su estado actual —responde con seguridad en la voz. Asiento y luego, Rosa dice lo siguiente de manera que consiga hacerme reír un poco —Además, me tienes que hablar del chico ese que os ha invitado a la gira. ¿Es el mismo que te dio las entradas?

Asiento con una media sonrisa tímida justo cuando su cara me aparece en la mente. Aunque la sonrisa no dura demasiado cuando Rosa comenta lo siguiente dejándome estupefacta.

—Es un buen chico, resulta que es el mismo que conocí en el restaurante chino y quiso ayudarme con las bolsas —lo suelta como si nada, o sea que Riley ya conoce a Rosa y encima, es el mismo que esta quiso emparejarme la primera vez que lo vio, ¡ay, Rosa si tu supieras! —Lo reconocí cuando me llevaste al concierto ese.

—Pues olvídate de emparejarme, porque no va a suceder —le dejo bien clarito, aunque por la sonrisa que le sale, no está escuchándome.

Por suerte, Rosa no puede seguir diciéndome nada cuando llaman al timbre y voy a abrir, pues sé que son Noah y Soph. Susan denegó la invitación al igual que cuando quise invitarla al concierto, pues según ella, no le gustan los sitios con tanta gente. En cuanto abro la puerta, dos locos entran como si nada en mi casa y abro los ojos como platos al ver las maletas de estos.

Soph lleva dos maletas, una grande y otra pequeña y cuando le respondo que tampoco hacía falta llevar tantas cosas, esta me responde que una es de la ropa mientras la más pequeña lleva el maquillaje. Me doy una colleja mental. Aunque debo reconocer que lo de Sophia no es nada en comparación con las dos maletas grandes de color morado de Noah y una mochila que lleva al hombro.

Este es rompe el silencio:

—Ale, estamos listos.

—Chicos, estáis locos —es una afirmación al señalarles sus maletas y la mía —Tampoco nos vamos de Erasmus como para ir cargados.

—Madame, hay que ir prevenidos ya sabes... —me guiña el ojo mientras me pasa un brazo por los hombros. Ruedo los ojos a la vez que me separo y me despido de Rosa, pues sé que, si estoy un minuto más donde Eliot, acabaré quedándome.

El latir de un corazón roto #1 SERIE AM✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora