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Emma Cameron.

Cuando llegamos John me acompaño hasta casa y de ahí ya ellos se fueron. Ward me había pedido que les ayudará con todo el destrozo del huracán.

Así que nada más llegar fui directa a mí cuarto, me duché, me sequé el pelo y me vestí con unos shorts cortos grises de chándal y una camiseta de tirantes beige, me puse unas nike y me hice un moño.

Bajaba las escaleras cuando escuché a mi padre llamar a Sarah, acompañado por la señora Grubbs.

— ¿habéis visto a la princesa? — nos preguntó Ward a Rose y a mí — hola cariño — me decía este dándome un beso en la cabeza al darse cuenta de que estaba a su lado.

Intentaba recuperar nuestra relación, pero sinceramente no me interesaba.

— está fuera — respondió la rubia subiendo de nuevo las escaleras

Por mi parte no dije nada y seguí bajándolas sin siquiera saludar a la mujer que pasaba por mi lado.

— ha vuelto la luz — se detenía Ward

— gracias a Dios. Esto parece Nicaragua — se quejó Rose y yo puse los ojos en blanco. Sinceramente, no la aguantaba

Seguí a Ward y a la señora Grubbs hasta el jardín.

— no se acercó a la casa, la puse patas arriba — decía el hombre — mira esto. Cayó en la piscina — repuso viendo como sacaban una figura de la piscina — ten cuidado. Rose me va a matar —

— sí, señor —

— no quiero saber cuánto cuesta — le decía a la mujer detrás de él

— papá, no hay wifi. No puedo publicar — decía mi hermana pequeña

— Wheezie, ha habido un huracán. No sé si te habrás enterado — la dije

— lo dice la que lo ha pasado con su novio y sus amigos Pogues en una cabaña mugrosa — se defendió

— ¿qué tiene eso que ver? —

— ¡no! — escuchamos a lo lejos. Me giré y vi a Sarah con una raqueta por los aires

— ¿qué coño hace? — pregunté

— salvar ratones — respondió Wheezie con un tono de indiferencia

— disculpa — le dijo Ward a la señora Grubbs — ¡Sarah! —

— ¡estoy ocupada! —

— ¿¡qué haces!? —

— ¡las madrigueras se han inundado! ¡Los pájaros se están poniendo las botas! — decía corriendo de un lado a otro

— ¡tienen que comer! — la dije

— ¡no, esto es un genocidio de ratones! —

— es el ciclo de la vida, cariño. Vamos — le decía Ward

— no seré cómplice. Primero vinieron los ratones — decía acercándose

— aquí hay un ser humano al que podrías ayudar — la dije señalando a la señora Grubbs

— oh Dios. Soy Sarah, disculpe — decía a la mujer estrechándole la mano

— es Lana Grubbs, la mujer de Scooter — la presentaba Ward — amarraste el barco con él, ¿no? —

— sí, me ayudó con el Druthers —

— ¿anoche? —

— sí —

Outer Banks                                                         [JJ Maybank]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora