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EMMA CAMERON.

Llegué corriendo al Castillo y allí estaban todos. Incluido Big John. Con su larga característica barba castaña y melena del mismo color, ambas largas, y sus gafas redondas.

Abrazaba con fuerza a Big John y él me levantó del suelo estrechándome entre sus brazos. Me frotaba la espalda mientras lloraba al sentir algo tan familiar que hacía tanto tiempo no sentía. Él había sido como mi padre, había hecho más de padre que Ward. Como nos cuidaba a JJ y a mí cuando estábamos en su casa, como nos preparaba tortitas siempre que lo pedíamos, como nos llevaba a los tres a pescar y nos contaba leyendas sobre tesoros escondidos. Prácticamente, me crió él.

Por primera vez en semanas sonreí de verdad. De oreja a oreja. Al recordar lo importante que había sido ese hombre en vida, casi el más importante. Mi cuerpo rebosaba felicidad. Ya me daba igual el sueño, la comida... la adopción. Todo. Estaba muy feliz.

— Te he echado mucho de menos — sollocé aún en sus brazos

— Y yo a ti, enana —

Entonces supe lo mucho que lo había echado de menos.

— Fuimos al archivo en Charleston y... no encontramos nada — nos contaba John B con cierta... ¿decepción? — Nada de nada. Así que... —

Miré escasamente a JJ, quien miraba al chico de arriba abajo. Crucé miradas con mi novio y nos entendimos perfectamente. Enarqué una ceja dándole a entender que estábamos pensando lo mismo y éste agachó la cabeza.

John B nos estaba mintiendo.

— Pues ya van el oro, la cruz y, ahora, El Dorado — decía Pope con tristeza — Tres de tres, peña — tiró su lata de cerveza lejos de nosotros con frustración — Seguimos para bingo. Qué maravilla —

— Nos vemos, John B — desapareció Kiara detrás del moreno

— Me voy a pescar — decía JJ levantándose también — Gracias por la birra — me miró — ¿Vienes, Em? —

Asentí y ambos nos alejamos del Chânteau.

— Esa historia que nos ha intentado colar... — empezaba JJ — no tienen ningún sentido —

— Ya —

— Cogen a Twinkie y se van hasta Charleston buscando un nuevo tesoro, totalmente desconocido para nosotros, sin decírnoslo y, encima para nada. ¿Nada? No. — negó con la cabeza — Ni de coña —

— Estoy totalmente de acuerdo contigo, JJ. Pero no podemos hacer nada. Si John B no nos lo ha dicho es por una sola cosa. Y es muy sencilla... —

— Big John se lo ha pedido —

Después de estar como una hora juntos, decidí que debía ir a casa. Me gustaría volver a mirar todos los documentos de la adopción e instar encajarlos de alguna manera. Rafe debía de recodar algo de cuando nació Sarah.

— ¡Rafe! — grité al abrir la puerta — ¡Rafe, ¿estás en casa?! —

Nadie respondió. Nadie acudió en mi encuentro. Así que opté por ir a la cocina y buscar una de las pastillas que Ward se tomaba para poder dormir por las noches. Debían ser buenas si podía dormir a pata sueltas con todos esos recuerdos de gente que había matado.

Caminé hasta mi habitación, después de tomarme una pastilla, y me tumbé en la cama. Poco después caí profundamente dormida.

JJ MAYBANK.

— He vuelto y lo compensaré. Haré lo que sea — le decía a Billy, mi jefe en MARINA OFFICE — Limpiar barcos, pescado, llenar depósitos... lo que sea. Lo que quieras menos limpiar baños — le aclaré con cierto asco — Porque tengo una enfermedad, me sube reflujo y me hace vomitar — me inventé — Para lo demás, dime —

Outer Banks                                                         [JJ Maybank]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora