♡ Cap. No. 28 ♡

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Saint se bajó del coche de su padre miró mal al edificio.

Un golpe en el brazo hizo que cambiara la cara y se girara.

—¡Te buen día, hermanito!—Billy le sonreía mientras se iba con su grupito.

Saint bufó y caminó a la entrada.

Él no era de tener muchos amigos, apenas tenía unos cuantos, los cuales se podían contar con una mano. Él en verdad no se parecía a su hermano, Billy era el popular de los dos.

¿Por qué no podían ser como en las series en la que ambos gemelos son populares e iguales en todo? Aquí no ocurría eso.

El castaño subio a su clase no había casi nadie, total, él y unos cuantos alumnos que no querían llegar tarde eran los primeros.

Se sentó, Sacó su teléfono y comenzó a jugar.

Los minutos pasaban sus compañeros iban entrando, algunos lo saludaban y el les devolvía el gesto.

—Hey, ¿qué tal?

Saint levantó la mirada del aparato para ver a su amigo. Mark, que se sentó detrás de él.

—Hola. ¿Con sueño? ¿Hiciste la tarea?

Saint frunció el ceño.

Oh mierda.

—Dime que tú sí.—Rogó.

Su amigo pelinegro negó.

Saint intentaba no pensar en Zee. En serio lo hacía, pero en ocasiones como estas es que él venía a su mente. Si ese idiota hubiera seguido dándole clases de seguro hubiera hecho las tareas y no estaría asustado por una falta grave.

—¿Nos da tiempo a hacerlo ahora? Antes de que llegue.

—¿Un comentario de texto de historia? Es difícil. Ya sabes que hay que analizarlo bien, dar detalles y esas cosas.

—¿Se lo pedimos a alguien?

Mark rió.

—Nadie hace las tareas, Saint.

Saint fue a sacar su estuche y una hoja para intentar escribir un párrafo, la profesora entró a la clase.

Los alumnos fueron haciendo silencio de poco en poco y se levantaron.

—Pueden sentarse .—Dijo la historiadora.

La mujer sacó un cuaderno y empezó a pasar por las mesas una a una pidiendo las tareas.

—Oh, joder.—Murmuró Saint para sí mismo.

Ya llevaba dos faltas "Por no entregar tareas", si obtenía una tercera le mandarían un correo a sus padres y eso podría arruinar sus planes de demostrar que no necesita a nadie para ayudarlo.

—¿Es enserio?—Regañó la profesora deteniéndose y mirando a la clase entera.—¿De momento nadie ha hecho la tarea? ¿Para qué me molesto en ponerles ejercicios si no van a aprovechar y hacerlo? ¡Cada nota cuenta!—Gritó.

—¡Yo los tengo, profe.!—Gritó el idiota de clase quitándole el cuaderno al cerebrito que siempre cumplia con sus tareas.

—Eso es mío.—Intentó gritárselo pero salió como un murmullo.

—Eso es mentira. Mire.—El chico se levantó caminando hacia la profe y el dueño del cuaderno intentando quitárselos.

—¡No les e dado permiso para ponerse de pie!—Ambos chicos se detuvieron al ser reprendidos.

—¡Damelo!—El chico intentó alcanzar su cuaderno pero el idiota se giró.

—¿Perdona?—Intentó zafarse del agarre pero el chico se aferró más intentado conseguirlo.—Quítate.—Soltó empujándolo fuertemente.

El chico cayó haciéndose daño en la espalda con la mesa de una compañera.

—¿Estás bien?—Dijo la chica.

—¡Ryan!—La profesora se acercó.—¿¡Qué haces!? ¡Vete ahora mismo al despacho del director! ¿Te encuentras bien, Seng?—Se acerco a verlo.

—Sí... Solo Me duele la espalda.

La profe miró a Saint.

—Saint, acompáñalo a la enfermería. Por favor.

Saint asintió.

Ese era un dia normal en el cole.
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SOLO UN POCO MAYORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora