SOLO UN POCO MAYOR

♡ Cap. No. 61 ♡

Saint se reía mientras Zee lo cargaba como una pareja recién casada.

—¡Dame vueltas!—Pidió, balanceando sus pies.

—No, seguro vomitas.—Zee entró en su apartamento.

Saint hizo un puchero y se recostó en el hombro del pelinegro, su nariz pegada al cuello, aspirando su olor. Zee olía tan bien.

Zee trató de no sonreír. La respiración del castaño le hacía cosquillas. Zee subió a la habitación, para acostar al castaño en su cama.

—Si Joss y Luke se enteran de lo que hicieron, los van a matar.—Zee podía imaginarse la reacción de los padres.

Zee había sacado a toda esa gente mientras que Saint lo esperaba en el coche medio dormido. La casa había quedado vacía y él había subido para comprobar cómo estaba Billy. No pudo hacerlo, la puerta de su habitación estaba cerrada con llave y cuando iba a llamar, unos gemidos se escucharon.-Zee se dio media vuelta y caminó hasta el coche. Fuera lo que fuera, Billy parecía estar bien. Demasiado bien.

Zee suspiró agitado, ¿cuándo habían crecido tanto aquellos niños? Se burló de sí mismo por preguntarse eso. Él había sido quien corrompió al castaño.

—Ven.—Dijo el castaño, estirando sus brazos para que Zee volviera a él.

Zee lo ignoró y le quitó los zapatos.

—Ve a la ducha.

Saint  negó.

—Sabes que no me gusta que duermas sucio en mi cama.

Al pasó de los meses ellos ya habían dormido varías veces juntos. Gracias a la excusa de "ir a dormir con Seng" "noche de chicos".

Zee se preguntaba el porqué se comportaba como un adolescente con su primer noviazgo. Estaba llevando por "malos" pasos a Saint, haciendo que le mintiera a sus padres. Eran mentirillas piadosas, pero eso no quitaban que era engañar.

—Ve.

—Me siento muy mareado.—Saint se dio la vuelta, encogiéndose.

—El agua te refrescará y te sentirás mejor. Te traeré algo para beber.—Dijo, quitándole la ropa. Parecía que Zee estaba cuidando de un hijo o de un bebé.—¿Y si me duchas tú?—Saint se sentó, sonriéndole.

Zee no lo miró.

—Ve. Te llevaré ropa. Saint tenía algunas prendas casuales que había dejado, así tendría ropa y no dormiría desnudo o con alguna camisa de Zee.

Eso solo excitaba al pelinegro. Y lo hacía sentirse un pervertido asaltacunas.

—Es que... Tengo mucha calor.—Saint intentó alejar la idea de irse a meter a la ducha y darse un baño.

—Pues ve a ducharte.—Repitió Zee, levantándose.

—Te necesito.—Murmuró el castaño.

Zee lo miró.

Las pupilas de Saint estaban muy dilatadas, sus ojos parecían nublados. Sus mejillas estaba rosadas, su frente ligeramente húmeda por el sudor, sus labios estabas bastantes rojos y entreabiertos.