♡ Cap. No. 33 ♡

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—¿Por qué demonios vamos a ir a tu casa?—Saint cruzó los brazos.

—Prefiero evitar sitios públicos donde vayas a llamar la atención con tus dramas.—Zee solo miraba la carretera con el ceño ligeramente fruncido.

Saint ya estába enfadado cuando entró al coche.

—Que considerado y halagador.—Murmuró el castaño.

Zee sonrió aunque fue una sonrisa forzada.

El pelinegro no quería sonreír, quería gritarle y reprocharle el porque Seng un chico de su edad le iba a enseñar.

La sangre le hervía, quería... Quería... No sabía ni que quería. Pero ese estúpido niñato no sería el tutor de su Saint.

Ninguno de los dos hablaba, el coche estaba en silencio, solo se oían sus respiraciones.

Finalmente llegaron al edificio, Saint no pudo evitar sentirse asombrado.

El no sabía donde vivía Zee, pero por el exterior del edificio se veía que era bastante costoso.

Zee miró de reojo al menor, sonrió internamente al ver su expresión. Se dirigió al aparcamiento.

Zee aparcó y salió. Se dirigió al ascensor sin decir nada. Saint lo siguio, ambos entraron al amplio ascensor. El ambiente era incomodo y el espejo del ascensor no ayudaba para nada.

Saint se miró, tenía el entrecejo medio junto, decidió relajarlo. Sus labios estaban rosados pero algo resecos, pasó su lengua en sus labios para hudecerlos un poco. Desvió un poco la vista, para ver a Zee, este estaba apoyado en la pared del ascensor viendo atento los labios del castaño.

El corazón del pelinegro se aceleró al cruzar miradas a través del espejo.

El ascensor se detuvo. Habian llegado al piso correspondiente.

El pasillo era realmente hermoso, era blanco con puertas negras con franjas doradas. El piso era igual blanco con líneas negras. Zee caminó adelante de Saint abrió la puerta y entró.—Cierra.—Le dijo al castaño.

—¿Quieres algo de comer?—Zee se dirigió a la cocina.

—No, estoy bien. ¿Por qué venimos a tu casa? ¿Por qué querías que saliera contigo?

Zee sacó una bebida de la nevera y se giró a ver al castaño.

—Te lo dije en el colegio. Tenemos que hablar.

Saint rodó los ojos y se fue a la sala.

Zee abrió la lata y lo siguió suspirando.

—Te debo una disculpa.

—Zee bebió un poco del refresco, luego se quito el saco. Se dobló las mangas, dejando ver sus antebrazos.

—¿Por?—Saint pregunto.

—Ya sabes por qué.—Zee miró al castaño y se sentó a la par.

—Mm-hm.—Saint se encogió de hombros sin mirarlo.

—Me han dicho que has estado triste.—

Saint lo miro serio.—Eso es mentira.—Intentó no sonrojarse de la vergüenza. Mataría a Billy.

—Sé que hice mal irme, en pleno estudio.—

Saint no dijo nada.

—Pero en mi opinión creo que fue lo mejor...—Zee  miró la bebida que tenía en su mano.—Las cosas se iban poniendo... ¿Raras?

Saint se percató por donde iban todo.

—Da igual. No importa, ya pasó, yo entiendo, en serio.—El castaño, no quería hablar del tema, cada vez que pensaba en eso sentía un dolor en su pecho que no se iba.

Zee se enfadó miro a Saint —Claro. Ya sé que te da igual. Tan poco te importa ya has conseguido un sustituto para mi.—Soltó sin analizarlo.

—¿Sustituto?—Saint se empezó a reir.—Seng  no es un sustituto, es solo un amigo que quiere ayudarme con algunas cosas. No creo que mis padres lo acepten como tutor personal para mi, de todos modos. Aún si él me ayuda, seguro contratarán alguien más.

—Con que Seng.—Murmuró para sí mismo.

—¿Solo has escuchado eso?—Saint empezaba a pensar que Zee estaba celoso.

Eso no podía ser. ¿Cierto?

—¿Quieres que él te enseñe lo que no sabes?

Saint observó cómo los ojos de Zee parecían soltar algo de furia con tristeza.

—No estaría mal. No lo conozco mucho, pero es el más listo del curso.

—¿No lo conoces y quieres que te enseñe?

—A ti tampoco te conocía bien, solo eras un miembro de la familia pero no cercano a mi.—Comentó.

Zee apretó la lata.

—¿Crees que será igual?

Saint solo asintió.

—¿En serio? ¿Crees que él hará lo mismo que yo? ¿Enseñar igual de bien?—Zee se acercó al castaño, quería intimidarlo.

—Definitivamente no tiene tanto conocimiento de enseñanza y aprendizaje que tú, pero será bueno.

—¿Entonces dices que será igual de bueno que yo?—la distancia era mínima.

—¿Puedes apartarte? Invades mi espacio personal.—Saint intentó alejarse, moviéndose de sofá. Pero Zee lo detuvo.

—¿También ese niño hará esto?—Dijo antes de tomar el mentón del castaño .

—¿Incomodarme? Espero que no.

Zee sonrió, haciendo que el estómago de Saint se retorciera.

—Exactamente, ¿será capaz de ponerte nervioso? ¿De sonrojarte? ¿De hacerte querer huir?... ¿De besarte?—Preguntó sin esperar respuesta.

Zee no estaba pensando, simplemente la rabia, la impotencia y los celos- lo nublaban. No había nadie más que él. Zee se encargaría de que Saint lo recordara.
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Que harás Zee ?

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