Mi felicidad tiene nombre, apellido y una sonrisa que enamora.
Narra Rose.
Gracias a Dios, después de mis palabras, Ian sacó casi que cargada a su esposa de la oficina de Marcus y me convenció en llevarse mi auto para él buscar a los niños. La verdad no tuvo que esforzarse tanto. Solo dijo: Deja que yo los busque y que mi padre te termine de desnudar. Me convenció.
Ahora solo estamos Marcus y yo, ambos devorándonos con la mirada. Ya que la secretaria sabe lo que estamos haciendo, espero que no deje entrar a nadie, sin embargo, me encargué de pasar seguro esta vez.
—¿Sabes? Me da un poco de celos el que Ian haya visto ese traje antes que yo —comenta Marcus de pronto caminando hasta el minibar. Suspiro.
—Él nunca me vio. Mantuvo su mirada en mi rostro, te lo prometo —declaro firme. Escucho a Marcus reír de espaldas a mí.
—En realidad, te creo, la mia regina, pero así lo haya hecho, seré yo quien te lo quite y lo disfrute —argumenta. Mis mejillas se tornan calientes. Es estúpido, lo sé, pero me sigo sonrojando.
—Sí —susurro bajo. Marcus se gira y ríe más fuerte al comprobar mi sonrojes.
—Sigo creyendo que no hay persona en el mundo que se sonroje tanto como tú. Y tampoco que logre que esa acción me derrita tanto —confiesa. Sonrío y espero que llegue a mí para tomar la copa que me ofrece.
—¿Brindaremos por algo? —cuestiono para cambiar el tema. Marcus no ha dejado de sonreír y eso tiene una sonrisa constante en mis labios. No puedo evitarlo. Lo amo.
¿Quién diría que aquel hombre que entró por el restaurante, atrapando mi mirada en segundos y robando mi completa atención, sería ahora mi esposo y permanecerá con mi corazón, pensamientos y vida en su completo poder?
¿Quién diría que tendría tanta suerte de conservarlo a mi lado?
¿Quién diría que él no renunciaría a mí y que yo aceptaría, por fin, arriesgarme con él?
¿Quién diría que podríamos luchar contra todo y seguir amándonos locamente?
—¿Qué está pasando por esa cabecita tuya? —pregunta en respuesta. Mi sonrisa se agranda.
—En lo afortunada que soy de ser tu esposa. De que me ames y de amarte como te amo —respondo firme. Marcus no ha dejado de sonreír.
—¿Hablas de la suerte de tenerme cuando eres tú la que está casi desnuda y siendo mi esposa? La mia regina, creo que el suertudo soy yo de tenerte conmigo —declara. Rio, pero me sonrojo de nuevo, lo que lo hace reír a él también—. Brindemos por la suerte que tienen nuestras mentes de pensarnos, nuestros corazones de tenernos, nuestros cuerpos de poseernos y nuestro amor de ser eterno —propone alzando su copa. Como siempre, sus palabras dejan mi cerebro sin nada que decir, por lo que solo alzo mi copa y la choco suavemente con la suya.
ESTÁS LEYENDO
Per Sempre. [Completa]
RomanceLa tercera y última entrega de la trilogía Lombardi está aquí para revelar lo que ha sido de la vida de todos. Han pasado ya 10 años desde el final del primer libro... ¿Cómo va la vida de todos los involucrados en ese final? ¿Qué ha pasado con las d...