Capítulo 17🔥

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La felicidad no ocurre por casualidad, sino por elección.

La felicidad no ocurre por casualidad, sino por elección

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Parte 1/2

Narra Marcus.

Cuando llego a la casa con los niños, encuentro a Rose llorando mientras limpia la sala. Veo a Rocío que me devuelve la misma mirada confundida que yo. Los niños también me miran a mí.

Lo único que sé me viene a la mente es Selene, pero Ian me ha dicho que tuvieron una buena velada y ya está todo arreglado. Además de que Ian se fue directo a su casa con Liam. Suelto la mano de los niños y yo camino hacia mi esposa que por fin nota mi presencia y se gira.

Se seca las lágrimas y fuerza una sonrisa.

—¿Estás bien, mi reina? —pregunto cauteloso. Ella asiente débilmente, pero sus ojos vuelven a inundarse de lágrimas. No dudo en abrazarla.

—Es que no entiendo porque no me queda bien. Solo quería que se viera diferente y no lo hace. Se ve igual, no importa dónde lo ponga —susurra entre lágrimas. Arrugo el rostro sin entender de lo que está hablando.

—¿De qué hablas, la mia regina? —insisto. Rose se separa, seca sus lágrimas y señala el sofá. Mi ceño se frunce un poco más.

—De eso. Los he movido y movido, pero sigue viéndose la casa igual —explica. Asiento lentamente.

—¿Estás llorando porque no sabes dónde colocar los muebles? —pregunto cauteloso, sin saber muy bien si es a eso a lo que se refiere. Rose bufa molesta.

—Olvídalo, nadie me entiende. Rocío ha creído que estoy loca y ahora tú me miras igual. ¡No importa cuánto me esfuerce, nadie lo nota! —grita y sube las escaleras de dos en dos. Escucho el golpe seco al cerrar la puerta de nuestra habitación. Me gritó. Es la primera vez en los once años que llevo conociéndola, que me grita.

¿Qué está pasando?

—No sé qué le está afectando, pero es claro que algo le sucede —dice Rocío detrás de mí. Asiento sin saber qué decir.

—Hablaré con ella —declaro e intento caminar a las escaleras, pero Rocío me sujeta del brazo.

—De nada servirá hablar con ella en este momento. Está molesta. Mejor dale un momento para que se le pase —aconseja. Suspiro y me giro. Veo los muebles que tanto le molestan ahora y se me ocurre una idea.

—Dice que ya los ha movido mucho, ¿cierto? —le consulto a Rocío. Ella asiente.

—Hemos pasado todo el día cambiándolo de lugar, pero a ella nada le gusta. Me cansé y le dije que así estaban bien, es cuando se ha puesto a llorar —explica. Asiento

—Cambiemos los muebles, entonces. Si el problema son los muebles, cambiaré los muebles —resuelvo. Rocío me mira como si he enloquecido, pero es que no pretendo darle a Rose motivos para que llore. Mucho menos por unos muebles que son reemplazables.

Decidido a hacer eso, marco en mi celular una empresa para que los recoja y los regale a quienes necesiten mientras que yo subo de nuevo a mi auto para ir a comprar unos nuevos.

Hace un tiempo Rose dijo que quería cambiar el diseño de la casa. Gracias a Dios tengo la costumbre de preguntarle todo, porque ahora sé que quiere un color perla en las paredes y muebles azul oscuro o rojo vino.

Rose no tendrá que llorar por uno muebles. No siendo mi esposa.

Llego a la casa junto con el camión que trae los nuevos muebles, encuentro que ya los viejos no están, así que se encargan de acomodarlo de la mejor manera. Bueno, traje a una diseñadora de interiores para que dijera la mejor manera. Elegí unos rojo vino con detalles dorados que espero se vean bien con el nuevo color que ella quiere en las paredes. Después de que ya todos se han ido, Rocío vuelve a acercarse a mí.

—Aunque creo que ha sido una decisión exagerada, solo vas a lograr que te amé más, así que bien hecho —admite y me codea. Río bajo. Espero que a Rose le guste.

—Necesito que me ayudes con algo —susurro. Ella alza ambas cejas. Lo hace cada que le pido un favor porque sabe que cada favor es un secreto—. Sal con los niños porque voy a hacer mucho ruido con Rose —reconozco, pero siento las orejas calentarse. Rocío rio bajito. Yo sé lo que va a relajar a mi esposa más que unos muebles, y eso soy yo.

—Está bien, veré si ya han terminado sus tareas —acepta y sube las escaleras. Yo me dirijo a la cocina para acomodar en una bandeja lo que he comprado. Fresas, crema batida, helado, champaña y un pastel de vainilla. La verdad no pretendo que se coma todo eso, al menos no directamente de los envases sino de mi cuerpo. Y yo del de ella, claro está.

Rocío entra a la cocina después de unos cuantos minutos para informarme que ya se van y al ver la bandeja, vuelve a reír. Me siento como si fuera un crío con sus risas. Es mi esposa, quiero consentirla. Cuando escucho la puerta principal ser cerrada, salgo de la cocina y subo las escaleras con cuidado de que no se caiga nada.

Cuando abro la puerta de nuestra habitación, veo a Rose durmiendo en la cama. Se ha desnudado por completo salvo por un precioso hilo que no cubre nada y que me obligo a dejar de ver para poder preparar lo que quiero.

Luego de organizar todo en el jacuzzi, me quito la ropa y me coloco solo la bata de baño para ir a despertar a Rose. Reparto varios besos por toda su cara mientras acaricio su cuerpo con mi mano. Se estremece y poco a poco comienza a despertar.

—Hola, mi reina —saludo en un susurro. Sonríe y besa mis labios.

—Perdón por lo de hace un rato —dice tímida. Me encojo de hombros.

—No pasa nada. Te tengo una sorpresa —confieso. Se sienta en la cama y me mira vistiendo la bata de baño, alza una ceja.

—¿Te duchas te sin mí? —interroga. Sonrío.

—Jamás lo haría. Ven aquí —pido y me levanto, sujetando su bata de baño también. Obedece y se la coloco para luego salir de la habitación para ir a la sala y mostrarle los nuevos muebles. Se queda callada al verlos y me preocupo—. ¿No te gustan? —pregunto.

—¿Dónde están mis muebles, Marcus? —inquiere. Bien, no está saliendo como esperaba.

—Los he regalado —confieso. Rose asiente.

—Y compraste estos, ¿por qué...? —Deja la pregunta al aire.

—Porque no iba a permitir que lloraras por unos simples muebles. ¿Querías que se viera diferente la casa? Bueno, ahora lo hace. Rose, si quieres que nos mudemos de casa, lo haré con gusto, pero no voy a permitir nunca que llores por cosas que se resuelven fácilmente. No mientras tú seas mi esposa y esté a mi alcance complacerte en todo. Por lo que te aconsejo que te vayas a costumbrando a que haré esto y lo que sea necesario para que no llores nunca —declaró. Rose comienza a llorar de nuevo. Ruedo los ojos.

Que Dios me agarré confesado porque no entiendo nada de lo que está pasando.

¿Qué es lo que le pasa?

¿Qué creen que le pasa a Rose?

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¿Qué creen que le pasa a Rose?

Per Sempre. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora