Finalmente el Ansiado Final 🔥

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"Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer".


Tres Meses Después.

Ya tengo ocho meses de embarazo y para ser una sola niña, tengo la barriga tan grande como cuando los mellizos. Ya ni siquiera me deja hacer muchas cosas porque se me colocan los pies como un monstruo. Ni hablar de mi cansancio. Me siento como una mujer ochenta años que pasa sus días acostada, meditando sobre su existencia. 

—Necesito salir de aquí —digo de pronto. Marcus baja el libro que sostenía en sus manos y me mira. Así con los lentes de lectura se ve tan sexy que me dan ganas de cabalgarlo sin parar, pero hasta eso no puedo hacer. Ahora solo hacemos el amor suave y él siempre lleva el control por el tema de mi embarazo. Creo que el no haber tenido pareja con mi primer embarazo me ahorró el frustrarme al tener ganas de hacerlo.

—¿A dónde quieres ir? —pregunta, cerrando por completo el libro y dejándolo en la mesa de noche. Tomo aire.

—A un lugar que no sea esta habitación o esta casa. Me estoy volviendo loca aquí encerrada —admito. 

—Mañana será otro día, mi reina. Te prometo sacarte mañana —declara. Sonrío y me coloco de lado para acariciar su mano.

—Gracias por consentirnos siempre —digo, mirándolo a la cara.

—Gracias por hacerme feliz —insiste. Mi sonrisa se agranda. Dicho eso se acuesta a mi lado y me envuelve entre sus brazos. Apoyo mi cabeza sobre su pecho y él abraza mi vientre, acariciándolo ritmicamente. Así me quedo dormida profundamente.

Al despertar noto que él no está a mi lado. 

—Muy bien, pequeña Lucía, hazle un favor a mamá y permite que pueda salir hoy para que veamos gente nueva, ¿si? —le pido a mi bebé, acariciando mi barriga. El primer paso es logrado cuando consigo sentarme en la cama. Seguido de eso me pongo de pie y ya ese es el paso dos completado con éxito. Solo me falta llegar al baño, hacer mis cosas y poder bajar las escaleras sin ser cargada por Marcus. Digamos que se niega a que yo baje las escaleras por mi cuenta y también se niega a dormir en una de las habitaciones de abajo porque dice que nuestro jacuzzi es fundamental en nuestra relación y no piensa despegarse de él. ¿Pueden creer esa excusa tan barata?

—¿Qué crees que haces? —Giro los ojos al escuchar la voz de Ian que acaba de salir de la cocina y me mira reprobatoriamente desde el final de la escalera. Estaba por bajar y me ha visto.

—¿Bajar las escaleras? —replico como si no fuera obvio y tomo el soporte con mi mano para comenzar a bajar. Inmediatamente sube de dos en dos los escalones y en un abrir y cerrar de ojos siento mi cuerpo ser alzado por su persona para comenzar a bajar conmigo—. Ian, peso como una tonelada. Bajame que yo puedo caminar sola —exijo, pero enrollo mis brazos por su cuello para asegurarme más.

—Voy a ignorar el hecho de que hayas insinuado que mi padre es más fuerte que yo, Rose —declara. Bufo, pero sonrío. Al llegar abajo, me deja en el suelo y acaricia mi barriga con los ojos brillantes. 

—Ya falta poco —comento, colocando mi mano sobre la suya. Asiente. A veces me cuesta decidir quién está más emocionado por la llegada de Lucia, si Marcus, los mellizos, el resto, Ian o yo. Y es que Ian está más que feliz con el hecho de que va a tener una hermana. 

Tendrían que ver la habitación de Lucia, al paso que va, tocará agrandarla porque todos se han lucido regalandole miles de cosas, sin embargo, Ian es quien más destaca. No nos ha dejado comprar nada del inventario de la habitación. Todo lo compró él. Además de que también ha comprado un asiento especial para bebés para su auto y el nuestro. Insiste en que cuando Lucia nazca, será él quien le enseñe cada rincón de Florencia. Obviamente Marcus y los mellizos se quejaron de eso, por lo que al final terminó aceptando que lo haríamos juntos.

Per Sempre. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora