Capítulo 23🔥

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Pensamos demasiado y sentimos muy poco. 

Por fortuna no debo responder a la pregunta de Marcus porque Xavier aparece en la escena, tomándolo por el brazo para llevarlo a la mesa con el resto

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Por fortuna no debo responder a la pregunta de Marcus porque Xavier aparece en la escena, tomándolo por el brazo para llevarlo a la mesa con el resto. Arianna y yo le sonreímos inocentes. Los seguimos, por supuesto.

—¿Qué harás luego del viaje? Supongo que ya debes elegir un destino para que nazca nuestro bebé, ¿cierto? —le pregunto a Arianna cuando nos sentamos una al lado de la otra. Se toca su hermosa barriga.

—Quiero tenerlo en Italia. Pienso regresar con ustedes para allá. Enzo nos alcanzará estando ya en Italia. No pudo venir por cuestiones de negocio, pero aseguró que por nada del mundo se perdería el nacimiento de su hijo —dice con una sonrisa enorme en sus labios. Asiento feliz de la vida.

—Estoy muy feliz por ustedes. ¿Quién diría que ambos hermanos quedarían embarazados al mismo tiempo? —le pregunto entre risas. Me corresponde.

—Cosas que pasan —declara feliz—. Ahora hablemos de ti. ¿Qué piensas hacer tú? —susurra bajo, luego de mirar a todos lados. Suspiro. Marcus está sentado a mi lado, hablando con Xavier.

—Ya luego hablaremos de eso, tranquila. Por ahora, disfrutemos la cena y estas hermosas vacaciones, ¿te parece? —propongo, señalando con mis ojos el hecho de que Marcus está a mi lado. Arianna asiente y con eso, nos disponemos a comer la comida que han ordenado. Ya saben que yo no soy buena eligiendo comida en restaurantes costosos. Hasta mis hijos hacen mejor eso. Yo sigo dejando que Marcus ordene por ambos.

La comida pasa entre risas y cuentos de cada uno de los que estamos sentados. Incluso los niños hablan sobre sus colegios y demás. Gracias a Dios ninguno menciona algo sobre el incidente con la maestra. Espero que haya quedado en el olvido.

Al llegar la hora del postre, me enamoro de un muffin de tres quesos que se ve apetitoso en el plato de Rodolfo. Ni me pregunten a qué sabe, solo sé que lo quiero. Sin embargo, cuando Marcus me pregunta si voy a querer algo de postre, digo que no. Si tanto me ha provocado ese muffin, de seguro me hará vomitar enseguida.

Qué estúpida me siento imaginando que tengo un embarazo psicológico.

—¿Segura? —insiste Marcus. Le sonrío para tranquilizarlo.

—Estoy segura, mi rey. Ya estoy llena —digo. Él asiente y deja un beso en mi frente antes de enderezarse en su puesto. Se me hace eterno la hora de postre porque las caras que está haciendo Rodolfo me tienen mal. ¿Qué tan bueno estará ese muffin?

—Bien, mañana nos encontramos en la entrada a las diez de la mañana. A esa hora comienza nuestro día de aventura, ¿entendido? —pregunta Xavier. Todos asentimos.

—¿Qué aventuras haremos mañana? —replica Liam. Sonrío.

—Las que ustedes quieran —promete Xavier, igual de sonriente. Será un gran padre, lo sé. Estoy muy feliz de que por fin estén esperando un hijo.

—¡Yo quiero la de los animales! —exclama emocionado Jordy.

—¡No! —zanjan sus hermanos, tanto Liam como Zoe.

—¡La del cine! —grita Zoe con entusiasmo. Liam asiente y Jordy se cruza de brazos.

—¡Esto es trampa! —se queja Jordy—. ¡Se han aliado! —chilla, señalando a sus hermanos, pero mirándonos a nosotros. Es imposible no reír.

—Niños, estaremos varios días, podremos visitar cada una de las atracciones y, además, yo quiero ir al parque de Universal. ¿Sabían que tienen una sección especial de Harry Potter? —pregunto. Sí, yo también soy emocionada de estar aquí. No hace falta que oculte algo. Todos vuelven a reír.

—Iremos a cada una de los lugares que todos quieran ir, pero ya es hora de dormir. Mañana seguimos planeando las vacaciones, ¿les parece? —propone Marcus. Asiento y los demás igual. Con eso nos empezamos a despedir para subir cada quien a sus respectivas habitaciones.

***

A la mañana siguiente, cuando despierto, Marcus no está a mí lado en la cama. Me levanto creyendo que está en el baño, pero tampoco lo encuentro ahí. Veo la hora en mi celular y serán las nueve de la mañana.

¿Dónde se metió?

Busco mi celular para marcarle, pero al sonar el suyo, descubro que lo ha dejado aquí. Suspiro. Quizás está explorando el hotel.

Prefiero no matarme la cabeza pensando en lo que Marcus está haciendo y me doy una ducha rápida, me coloco algo cómodo. Un pantalón de jean con una blusa holgada y preparo un suéter por el sol. Unos tenis y lista. Aún después de estar arreglada, Marcus no ha llegado a la habitación. Suspiro. Odio que haga esto. Irse sin decirme a dónde va o a qué hora posiblemente llega. No es por controlarlo, es simplemente para no preocuparme. Voy a la habitación de los niños y me encuentro con Ian ya adentro.

—Buenos días, mis preciosuras —saludo alegre. Mis hijos corren a abrazarme, al igual que lo hace Liam. Una vez los abrazo a todos, me acerco a Ian para dejar un beso en su mejilla y sentarme a su lado en el sofá. Los niños corren de un lado a otro buscando algo qué ponerse.

—¿Todo en orden? —pregunta, dándome una palmada en la pierna. Suspiro.

—¿Has visto a tu padre? —suelto. Ian arruga el rostro y luego niega. Lo supuse.

—¿Por qué? —insiste. Me acomodo mejor para verlo de frente.

—Porque no ha despertado conmigo. No sé dónde está y dejó su celular —explico. Ian asiente lentamente.

—Quizás salió para tomar algo en el restaurante —argumenta. Chasqueo la lengua. ¿Cómo le explico sin sonar loca, que algo me dice en mi interior que Marcus está ocultándome cosas?

—Hay servicio a la habitación. Pero tienes razón, quizás no sea nada y yo esté exagerando —confieso. Ian suspira fuerte.

—Mi padre no es un niño, no va a perderse. De seguro cuando bajemos, él estará ahí en la puerta esperando por nosotros —promete. Sonrío.

—Sí, es lo más probable, lo sé. ¿Y Selene? —Cambio de tema.

—Durmiendo. Anoche nos acostamos muy tarde —confiesa, pero sus orejas y nariz se tornan roja. Está apenado. Río bajito.

—Es bueno que ahora la mantengas más entretenida y ocupada en cosas placenteras —comento. Ian ríe también.

—Sí. Nos hacía falta esto —admite. Palmeo su hombro con cariño.

—No dejes de hacerlo y nunca más te hará falta de nuevo —prometo. Ian toma mi mano de su hombro y la aprieta, riendo con ganas.

—Sí, ese consejo es el que tú aplicas y te va muy bien, lo sé —se burla. Hago que suelte mi mano para pegarle con esa misma.

—Pues sí, nos va muy bien usando esa técnica. Nunca habrá una noche en la que nos acostemos distanciados. Lo prometo —alzo la mano en señal de promesa y él vuelve a reír.


Per Sempre. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora