Capítulo 28🔥

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—Te prometo, amor mío, que en los días lluviosos, seré tu chocolate caliente y en el verano, tu mar. Quiero recorrer el infinito contigo, sin tiempo que nos limite cuánto amarnos, sin espacio que nos oprima.  

Ni Lombardi Ni Soltera.

Cuando la doctora regresa a la sala de espera para preguntar quien va a entrar primero, todos nos levantamos, pero gracias a Dios tienen piedad de mí y me dejan entrar primero

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Cuando la doctora regresa a la sala de espera para preguntar quien va a entrar primero, todos nos levantamos, pero gracias a Dios tienen piedad de mí y me dejan entrar primero. Sigo a la doctora y me hace ponerme unos guantes.

—Solo unos minutos —advierte. Asiento y entro a la habitación. Observo los diferentes cables que están conectados a aparatos y a mí esposo. Tiene una vía en el brazo izquierdo, la respiración artificial y una máquina dice los latidos de su corazón. Enseguida comienzo a llorar.

La doctora nos ha dicho afuera que hablarle es bueno porque ellos quieren creer que aún en coma inducido, pueden escucharnos y, con eso, ayudarlos a mejorar, así que me siento en la silla junto a él y tomo su mano. Está helada.

—Ciao, mio re —saludo en italiano. Tomo un momento para poder respirar bien e intentar no llorar—. Te  he echado de menos, mi amor. Me hiciste mucha falta anoche para dormir. Ya no sé estar sin ti —confieso y sollozo sin poder evitarlo.

»—En realidad no sé vivir sin ti, mi rey. Eres todo para mí, lo sabes. Es por eso que me niego, Marcus, me niego ha aceptar esa carta. No voy a dejar que me dejes. Mucho menos de esta manera. No ahora y no lo haré nunca. Eres mi esposo y lo seremos siempre. Tú no puedes morir. No puedes dejarme a mí o a los niños. Ian todavía necesita tus consejos, los niños necesitan a su abupá. Yo te necesito —susurro, volviendo a quebrarme.

»—Necesito que despiertes para que podamos reescribir esa carta juntos y eliminar las despedidas para solo dejar las promesas de amor. De nuestro amor. Recuerda que renovaremos votos, mi rey. No puedo hacerlo si tú no estás. Tienes que recuperarte —suplico con un hilo de voz. Hasta ahora él no ha hecho nada para darme una señal de estar escuchándome.

»—Luciano está bien, mi amor. Lo hiciste, pudiste ayudarlo y gracias a ti él está bien. Tienes que también estarlo tú porque sino sabes que él se sentiría muy mal por eso. También te tengo una sorpresa —confieso. Vuelvo a llorar.

No quiero, no quiero decirle que seremos padres mientras que él no pueda celebrarlo conmigo. Quiero que cuando se lo diga, él sea el mismo de siempre y me alce, dándome una vuelta en el aire y ría feliz. Quiero que me llene de palabras perfectas, esas que solo él sabe decir.

Quiero que sepa que nuestro amor está siendo reflejado en un ser pequeño y maravilloso que crece en mi interior y que de seguro se va a parecer a él.

Necesito, necesito que viva para compartir conmigo todo esto. No quiero perderlo. No puedo perderlo. Todavía nos falta mucho por vivir, por hacer, por recorrer.

¿Cómo podré continuar impulsándome hacia adelante si mi motor no está conmigo? Es imposible. Lo necesito vivo.

—No puedes dejarme, Marcus. No puedes morir. Si tú mueres, yo muero. Y créeme, amado mío, sería un honor morir a tu lado —repito las palabras que él me dijo en nuestros votos el día de nuestra boda. Las lágrimas salen a montones sin poder controlarlas.

»—Pero no quiero, no ahora. No puedo morir ahora, mi rey. Y tú tampoco. Es nuestra luna de miel, ¿lo recuerdas? Debemos disfrutarla. Además de que los niños no pueden quedarse sin ti, mi amor. Eres su abupá, ¿cómo quedarse sin su abupá? No pueden. Yo tampoco puedo —repito. Lo miro un momento a la cara y seco mis lágrimas.

»—En los días lluviosos quise ser tu chocolate caliente y en el verano tu mar, pero lo cierto es que fue al revés. Tú lo eres todo, Marcus. Eres todo para mí. No solo eres mi esposo. Eres el amor de mi vida, eres mi primer amor, mi mejor amigo, mi confidente, mi amante, mi todo. ¿Cómo voy a estar yo sin mi todo? ¿Lo has pensado? ¿Creíste que una carta bastaría de consuelo? No, jamás lo hará. No quiero un consuelo, te quiero a ti. No quiero tus promesas escritas en un papel, te quiero a ti cumpliendolas día a día. Te quiero amándome, Marcus.

»—Piensa también en Ian. No puedes dejarlo, mi amor. Él tiene tanto que decirte que no es momento de dejarlo. Sé que no te hace falta que te diga cuanto te ama y te admira, pero sé que él se muere por hacerlo. No puedes quitarle ese placer, mi rey. Tú no eres así.

»—Te he visto desde siempre poniendo la felicidad de otros sobre la tuya. Su vida primero. Te pido que lo hagas de nuevo, lucha por tu vida. Hazlo por mí, por Ian, por los mellizos, por todos los que te amamos. Sé egoísta, mi rey. Sé egoísta y pelea contra la muerte. No te dejes ganar. No puedo perderte —chillo de nuevo.

De pronto la máquina comienza a hacer un sonido raro y veo como las pulsaciones que antes parecían estar normal ahora están aceleradas. Presiono el botón del control que me dijo la doctora y de inmediato, no pasan ni tres minutos y ya hay doctores entrando a la habitación. A mí me intentan obligar a salir, por más que me resisto, no me dejan estar adentro, así que en un acto desesperado, grito antes de salir.

—¡Estoy embarazada, Marcus, tendremos un hijo y está completamente sano! —le hago saber antes de que me saquen por completo. De inmediato siento unos brazos rodearme. Ni siquiera me fijo en quien es, solo me aferro al abrazo.

—Tranquila, princesa, todo estará bien —promete Rodolfo en mi oído.

—¿Qué pasó? —pregunta Ian, arrancándome de los brazos de Rodolfo para abrazarme ahora. No puedo ni hablar entre lágrimas.

—Hija, tranquila. Marcus es fuerte, él va a estar bien —declara mi abuela.

—Sí, ya verás que todo va a estar bien, Rose —dice ahora Xavier. Yo sigo llorando en el pecho de Ian. No puedo dejar de hacerlo. Ya me duele la cabeza, pero no puedo dejar de llorar.

—Estoy embarazada —les cuento a todos cuando me siento capaz de separar un poco la cabeza del pecho de Ian. Todos sonríen alegres, pero yo vuelvo a llorar—. Y necesito que Marcus esté vivo para conocer a nuestro hijo —digo entre sollozos. Mi madre comienza a llorar y hace que Ian me suelte para abrazarme.

—Y va a estarlo, mi niña. Confía en Dios que Marcus va a conocer a su nuevo bebé —promete mi madre. Asiento en su hombro. Es lo que más deseo. Confiar.

Ya, mucho por hoy

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Ya, mucho por hoy. Ya he llorado demasiado hoy con este cap. Denle mucho amor, comenten mucho y mañana puede que los premie con más de un cap, pero deben ganárselo.

Per Sempre. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora