Capítulo 34🔥

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"Hay que saber que no existe país sobre la tierra donde el amor no haya convertido a los amantes en poetas."


—La mia regina —susurra Marcus, envolviendo mi cintura con sus manos. Apoyo la cabeza hacia atrás, justo sobre su corazón. Escucho su latir en unisono con el mío y sé que no podría estar igual en los brazos de otra persona. Siempre ha sido él.

—Te amo —digo de pronto, sintiendo la necesidad de recordarselo. Susurra en mi oído que él también me ama y con eso me da la vuelta entre sus brazos. 

—¿Lista para conocer el sexo de nuestro bebé? —inquiere, sonriente. Asiento de la misma manera y suelta mi cintura para tomar mi mano y juntos salir de la habitación. Llegamos al exterior de nuestra casa, justo en la zona de la alberca y veo la decoración que he montado con Arianna y Selene. Es hermoso todo. Quizás no seamos organizadoras de evento, pero todo nos quedó precioso.

Los niños juegan, mis mujeres están riendo de algo junto a los trillizos y Arianna está sonriendo con su esposo.  Rodolfo y Tony están como siempre comiéndose la boca. Esos dos no pueden mantener sus bocas separadas por mucho tiempo. Selene e Ian se ven acurrucados en una de las sillas plegables y noto que Ian está susurrando algo en el oído de Selene que la tiene sonrojada. Conociendo a Ian, puedo apostar que es algo sexoso. Me alegra que haya aprendido a mantener a su mujer satisfecha.

Definitivamente no hay mejor sedante que un hombre que nos atienda como es.

La tarde transcurre entre risas, juegos y lagrimas. Pero de alegría. Ver a los chicos hacer un juego en el que los niños escribían una palabra en la espalda de Rodolfo, él tenía que escribir lo que entendió en la espalda de Tony y así sucesivamente. Me reí demasiado al ver que Zoé escribió en la espalda de Rodolfo, la palabra «Niña». Y al final, Marcus al ser el último, según entendió que Ian le escribió en la espalda: Ninja. Ni siquiera entiendo de dónde han sacado una letra de más. 

A las mujeres no nos fue mejor, pero al menos nos mantuvimos en la misma cantidad de palabra que Jordy escribió. Lo bueno es que todos andamos con la expectativa de cómo será la revelación del sexo. Ian ni siquiera le dijo algo a Selene, que era nuestro chivo expiatorio. Por lo que andamos ansiosos esperando que llegué la hora, pero ni siquiera eso sabemos. 

—Ian, por favor, dilo ya —le pido, acercándome a él cuando entra a la casa. Se ríe gustoso.

—No. Espera que puede que ya falte poco, uno nunca sabe —se burla de mi impaciencia. Bufo y le pellizco el brazo antes de salir de ahí, escuchándolo quejarse. Sonrío satisfecha. 

—No quiere decirme nada —me quejo al llegar a Marcus. Tiene el descaro de reírse. Lo miro mal—. No te rías. Ya quiero saber. Tenemos que empezar a alistar la habitación y a comprar las cosas necesarias. Si es niña promete que no vas a pedir que sean rosas las cosas —pido. Ríe más fuerte mientras arropa mi cintura —o lo que queda de ella por mi barriga— y me atrae hacia él.

—Mi reina, no podemos pretender que si es niña, le guste el verde como a su madre, pero te dejaré a ti elegir los colores mientras que no sea verde —sentencia. Arrugo el rostro, mirándolo de mala manera.

¿Qué tiene de malo el verde? Es vida y plata. Lo que todos quieren. O sea, la plata para vivir la vida. ¿Qué más se puede pedir? Además, claro, de que es hermoso.

—El verde es un color unixes. En realidad creo que todos los colores son unixes, pero si es niña, usaré tonos. —Me callo porque ni sé qué tonos usaría si es niña—. Usaré tonos pasteles —resuelvo. Marcus sonríe.

Per Sempre. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora