Capítulo 18🔥

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Las cosas buenas siempre se toman su tiempo para llegar.

Aixa de Alsina.

Aixa de Alsina

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Parte 2/2

Narra Rose.

Sé que tengo que dejar de llorar, solo que no sé cómo hacerlo. Marcus es tan perfecto que me hace sentir demasiado al mismo tiempo.

—Lo siento —me disculpo y seco las lágrimas. Veo de nuevo el nuevo juego de muebles que está en la sala y lo amo. Realmente lo amo. Le tengo un gran amor a ese color porque es el que siento que nos representa como pareja.

—No te disculpes, mi reina. Solo no quiero que sigas llorando, por favor —súplica, acariciando mi rostro con ternura. Asiento y recibo el beso que me da en los labios—. ¿Lista para subir? —pregunta al separarnos. Niego con la cabeza.

—Quiero que estrenemos los muebles —confieso. Marcus los mira y luego a mí, lo repite varias veces hasta que yo río y el gruñe.

—¡Joder, Rose! —exclama y tira de mi mano para caminar hasta el mueble. Vuelvo a reír. Me sienta en el sofá grande y él camina hacia las cortinas para cerrarlas del todo. También cierra la puerta con seguro y el protector de candado. Está tomándose esto muy en serio. Sonrío genuina.

Al llegar de nuevo a mí, no le doy tiempo de hablar porque tiro de la cinta de su bata para que se abra y él quede solo con un bóxer delante de mis ojos. Miro a Marcus y con mis manos me encargo de bajar la estorbosa prenda para luego tomarlo entre ellas y acariciarlo. Marcus cierra los ojos.

Son contadas las veces que le hago sexo oral porque cada que lo hago, terminamos haciendo el 69, puesto que él se niega a no disfrutarme, según dice. Pero esta vez es diferente. Quiero hacerlo aquí y así, por lo que dejo de mirarlo para concentrarme en su miembro. Paseo mi lengua por toda su longitud para empaparlo antes de introducirlo del todo en mi boca. 

Cierro los ojos para deleitarme de lo que hago y de sus pequeños sonidos que me aumentan las ganas de querer que llegue a su orgasmo. Me lo entrega pronto y yo lo absorbo todo con mi boca. Al separarme, no me da tiempo de reaccionar porque me hace levantar del sofá para besarme intenso y luego colocarme de espaldas a él, con mis rodillas apoyadas en el cojín y mis manos sujetando el espaldar del mueble. 

Grito satisfecha cuando me penetra fuerte sin tan siquiera molestarse en retirar mi bata, solo la ha levantado lo suficiente. Ahora entra y sale de mi interior con ímpetu, robándome gritos de puro placer. Espero que se haya encargado de los niños. 

Cuando ambos llegamos al orgasmo, me desplomo sobre el sofá y pasado unos minutos, Marcus me alza para subir escaleras arriba. Ya estoy cansada de regañarlo por lo mismo cuando sé muy bien que él no va a dejar de hacerlo nunca. Abro la puerta de nuestra habitación y él sigue derecho hacia la zona del jacuzzi. Mi sonrisa se agranda al ver como ha preparado todo con antelación. 

Me deja en el suelo, junto al borde del jacuzzi y me entrega una copa de champaña. Sonrío y la acepto encantada. Entramos tomados de la mano al agua burbujeante luego de beber. Ninguno ha dicho nada desde hace un rato, pero tampoco es necesario. Nos decimos más con la mirada que con las palabras. 

—Ven aquí —pide, agarrando una taza de helado de la bandeja. Noto que está un poco derretido, pero helado es helado y al helado no se le dice que no. Mucho menos ahora que cuando llego a que Marcus, él se hunta el helado en los labios, invitándome a tomarlo de ahí. Contengo la respiración y cierro los ojos mientras paseo mi lengua, limpiando todo el helado que se colocó. Luego tomo su labio inferior, tirando hacia mí para besarlo intenso. No tarda en alzarme para que me siente sobre él. 

A pesar de que creí que haríamos nuevamente el amor, vuelve a tomar el helado y me lo ofrece esta vez de la cuchara directo a mi boca.

—¿Vas a decirme por qué estás sensible, amada mía? —susurra de pronto. Suspiro. 

—Solo no sé lo qué sucede. Hoy desperté con ganas de pelear, correr, llorar y hasta halarme de los cabellos. Todo al mismo tiempo. No lo entiendo. Simplemente cuando he bajado para despedir a los niños, ya se habían ido y tú también. Me molesté por eso y luego intenté hacer algo rico para comer, pero se me quemó y me enojé mucho más. Rocío huyó a tiempo, cuando regresó, yo me encontraba en una misión casi que imposible, tratando de mover los muebles sola. Me ayudó, pero no importaba cómo los pusiera, no me gustaban. 

»—No estoy loca, Marcus. Rocío me llamó loca por no querer dejar los muebles de ninguna manera. Exploté y quería decir muchas cosas feas, pero no pude, así que solo pude llorar para intentar liberar todo lo que estoy sintiendo. No sé porqué de pronto me pasa esto, pero no lo quiero —declaro. Marcus suspira lento, sin dejar de acariciar mi cintura.

—La mia regina, ¿estás segura que lo sucedido esta semana con los niños en el colegio, no tiene nada que ver en esto? —cuestiona. Suspiro. Puede ser. Eso me tuvo mal varios días, pero no ahora.

No lo sé, no he querido volver a ir al colegio por los niños luego de eso. Tampoco he querido preguntar nada al respecto a los mellizos. No estoy huyendo de sus respuestas, simplemente no quiero confundirlos con algo que ellos ya tienen claro.

—No lo sé —confieso. Marcus vuelve a asentir. Yo soy toda suspiros y él puro asientos. Curioso.

—Rose, ya ellos no dirán nada y si llegan a hacerlo, pues, no dejemos que nos afecte. Hemos sido felices todo este tiempo y seguiremos siéndolo. No necesitamos que ellos aprueben lo nuestro porque es que lo nuestro es solo de nosotros. Solo nosotros podemos aprobarlo y lo hacemos. ¿Me amas? —pregunta. Asiento sin dudar.

—Te amo infinitamente —confieso. Marcus sonríe y deja un casto beso en mis labios. 

—Y yo te amo a ti, así que ya está. Todo decidido. seguirás siendo mi esposa, mi reina y yo seguiré siendo tuyo por lo que nos quede de vida —sentencia. Sonrío genuina.

—Per sempre —prometo. Marcus sonríe.

—Per sempre —responde firme. Luego de besarnos de nuevo, tomo una fresa, la mojo con crema batida y la llevo a sus labios, la muerde con sensualidad, tanta que me encuentro mordiendo mis labios también. Llevo lo que queda de la fresa a mi boca y la pruebo. Al hacerlo, se me revuelve todo el estomago con ganas de devolverlo. Abro los ojos dándome cuenta de algo.

Salgo como alma que lleva el diablo del jacuzzi, haciendo caso omiso a las preguntas de Marcus. Tomo mi celular de la cama y sigo derecho hasta el estudio de Marcus. Cierro la puerta con llave y me siento sobre la mesa ratonera para no mojar más nada con mi cuerpo, porque ni siquiera cogí un paño o la bata que se quedó en la sala. Le marco a la única persona que puede ayudarme. Al cuarto tono contesta la videollamada. 

—¡Rose! —chilla Arianna al verme. Tengo la cámara solo enfocando mi rostro y no mi cuerpo desnudo.

—Creo que estoy embarazada —suelto de pronto. Arianna abre los ojos al otro lado de la pantalla.

 Arianna abre los ojos al otro lado de la pantalla

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Per Sempre. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora