Capítulo 14

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Soy un ermitaño. Un enano, flaco y loco ermitaño que vive en el cuarto de la limpieza.

Sentada en una esquina sobre el colchón que me robe de la habitación compartida que teníamos, reflexiono sobre mi vida.

Hace exactamente cinco días desperté semidesnuda encima de un sometido Nadir en boxer y mi inocente boquita en su tetilla.

El escuadrón suicida pirata se levantó a primera hora de esa mañana para irse a su examen. El chófer de Tina vino por ellos y un ayudante se llevó su coche, pero antes de irse me despertó con el sonido del capturador de su cámara.

Al abrir los ojos, el flash me cegó y ella se rió divertida. De inmediato mi cabeza comenzó a dar vueltas como una pirinola. Joder, estoy tan cruda como un pescado crudo. Mientras todo giraba a mi alrededor, miles de imágenes de Nadir gimiendo como tortuga mientras hacíamos la calentacion llegaron a mi y luego vomité las imágenes encima suya, literalmente.

Tina me auxilio a limpiar el vómito. Me hubiese agarrado el pelo si lo tuviera largo, pero como no fue así, me pasó un boxer que andaba cerca para limpiarme.

—¿Te divertiste anoche? — se burló. Mi mejor amiga se reía de mi situación, con esos enemigos para que quiero amigos —. Vamos, no te enojes conmigo que yo no te amarre y te obligue a hacerlo, ¿O si? Al contrario, parece que Nadir fue el obligado.

Señaló las manos atadas sobre su cabeza. El cuerpo casi inerte de Nadir yacía en el suelo en bóxer. Solté sus brazos y ni así se despertó, fue cuando algo me alarmó y volteé a ver a Tina con pánico.

—¿Lo maté?

Mi amiga negó con diversión —. Al menos que lo hayas matado de un orgasmo y eso lo dudo, el pobre se ve que se quedó con las ganas.

Su dedo indico el bulto entre sus pantalones. Asombrada vi como "la venuda" estaba dura y muy activa.

Oh, la, la, el chico es capaz de durar más de una partida, interesante. Aunque, todavía hay que ponerlo a prueba y para eso necesito pedirle ayuda a un voluntario de esos que prueban que las cosas en internet sean ciertas o falsas. ¿Algún voluntario?

Aunque sinceramente me gustaría ponerlo a prueba yo misma. Espera, no, Lina, enfócate.

—Lo limpiaré, mientras tú date un baño — sugirió Tina.

—¡No! — grité de inmediato y me pare enfrente de Nadir de forma protectora. Tengo que proteger su cuerpo si o si. Pobre, con que yo lo conociera mejor que nadie bastaba.

Tina alzó las cejas de manera interrogativa. Ante su mirada no pude ponerme nerviosa y poner escusas tontas.

—E.es que no puedes... Digo, debes de ir a tu examen. Si eso, tu examen. Tú ve a hacer tu examen y yo hago el mío de anatomía en casa... ¡No, yo limpio la casa! Si, eso quise decir.

—Ya Lina, no te quemes más. Cualquier cosa me marcas.

Asentí, cerrando los labios con fuerza. Si, lo mejor es que no diga nada más o diré cosas que no están escritas ni en el Kamasutra de los vírgenes.

Acompañe a Tina a la puerta para despedirme, pero no me dejó decir nada. En el marco de la puerta, me miró con una sonrisa radiante, la luz de la madrugada hacia brillar su cabello rubio como si fuese una extensión del sol. Mi amiga parece un ángel, casi juro que le vi las alas tras la espalda y entonces dijo cosas del diablo: —¿Te gusta Nadir, cierto? Vamos amiga, tú puedes, que ese culito no se te escape. Suerte.

Por Una JaladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora