Capítulo 31

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Sentada sobre sus piernas era capaz de sentir su miembro erecto siendo estrujado salvajemente por su pantalón. La imagen de un pene pidiendo ayuda por salir porque era apretujado por unos pantalones ajustados cruzo por mi mente y no pude evitar reír ante lo ridículo que era.

—¿Qué es tan divertido? —preguntó Nadir entre jadeos.

—Tu pene 

Aun con los ojos vendados supe que no fue la mejor contestación, pero ¿Cómo le explicaba que me reía por la imagen en mi cabeza de su pene estrangulado? No había explicación para ello. 

—¿Mi pene te causa risa?

—Si, bueno no... lo que pasa es...

No me dejo terminar de hablar, me cargo y coloco suavemente mi espalda contra la mesa de vidrio cuadrada que era recuerdo de la abuela de Julián. Espero que mi peso no la rompa o seré mujer muerta.

—Te mostraré que mi pene causa todo menos risa —su voz ronca me estremeció. En cuestión de segundos tomo mis muñecas entre sus manos y las sujeto con fuerza con una delgada y suave cosa que parecia una cuerda delgada, alzo mis brazos y me sujeto contra algo, quedando inmóvil. ¿De dónde mierda saco algo para someterme?

—Nadir, espera, te explicaré porque...

—Shhh, hoy no dirás nada. Si quieres que pare debes de darme 3 cabezazos.

—¿Qué?...

Una tela suave entro en mi boca en cuanto abrí los labios para exclamar, una tela más suave me termino de amordazar. Completamente privada del habla, de la vista y del movimiento, el suave aire que se creaba cada que se movía rozaba mi piel que, junto con la expectativa, me erizaron.

—Me gusta como te ves así... Tan indefensa, a mi merced —Nadir habló en un tono suave pero con la voz ronca. Acarició la piel de mi abdomen, rozando algunas cicatrices por breves segundos y subiendo delicadamente hasta colocar mi blusa encima de mi cabeza. El brasier siguió el mismo camino.

—Lina, joder, eres tan perfectamente imperfecta. Cada parte de ti me enloquece.

Gruñó. Arquee la espalda cuando  colocó uno de mis senos en su boca caliente y el otro entre sus grandes dedos. Succionó mi pezón izquierdo mientras apretaba el derecho entre sus manos.

Su rodilla se posó en mi entrepierna con la clara intención de provocarme, no pude evitar que mis caderas se movieran contra él, estimulada por las sensaciones y el sonido de su boca succionando mi carne.

Su lengua ascendió lentamente sobre mi cuerpo, dejando marcas rojas a su paso hasta llegar a mi cuello. Le ofrecí mi cuerpo, elevando mis caderas buscando un mayor contacto con él.

—Desde que te conocí me he sentido como un loco... Un loco rendido a tus pies. Maldición, me tienes totalmente enloquecido.

Gimió contra mi oído. Con brusquedad bajo mis pantalones junto con mi ropa interior y sus labios besaron mis labios menores, rozando con sus dedos mi clítoris hinchado y sensible.

Grité, mis terminaciones nerviosas respondían a sus caricias y grité contra la tela a la par que mi cuerpo se estremecía al ritmo de su lengua mimaba mi intimidad. Sus manos se deslizaron sobre mi cuerpo, esparciendo y combinando el leve sudor de su cuerpo con el mío.

Mordí la tela ante la deliciosa oleada de placer que me recorrió entera. Sentí sus labios curvarse en una sonrisa aún contra la piel de mi vulva.

—Aunque no digas nada con tu elocuente boquita, tu cuerpo habla por ti.

Maldito. Mil veces maldito.

Lo maldije. El sonido de su cinturón siendo desabrochado me lo hizo imaginar como sus manos venosas hacían todo lo posible por liberar al "venoso".
Me reí recordando la imagen de su pene asfixiado por su pantalón, ¿Eso se consideraría penicidio?

—¿Te estás riendo de nuevo? ¿No será de mi pene otra vez verdad?

Negué de inmediato. Aunque era cierto que me reía de su pene, o más bien de la absurda idea de este siendo asfixiado.

—Amo verte sonreír, pero tengo ganas de quitarte esa sonrisa y poner otra expresión en tu rostro.

Murmuró. Segundos después su miembro entró en mí, amoldandose a mi interior con perfección y destreza. El calor de su cuerpo fundiéndose con el mío cada vez que se movía contra mí, la sensación de plenitud y satisfacción me envolvían en cada movimiento de cadera.

Sus gemidos evaporandose en la curvatura de mi cuello, su boca besaba mi piel para tratar de silenciarlos en vano, son lo más deleitoso que haya escuchado en el mundo. Mi nombre salir de sus labios cada que se fundía en mi.

En este momento lo único que inundaba mi cuerpo y mi mente era él. Y de vez en cuando la palabra "mío" cruzaba mi mente. Lo estaba poseyendo, era mío, mío.

—Joder, Lina, esto se siente tan bien...

Maldijo, sujetando mis caderas y acelerando el movimiento dentro de mí. Su respiración agitada y la sensación de calor acumulándose en mi vientre era clara señal de que estábamos llegando a la cumbre del placer.

Con movimientos cada vez más torpes, sentí que su miembro salía de mi interior y con un grito ahogado derramaba su semen en mi vientre, hasta la última gota, y luego se recostó en mi pecho. Mientras nuestras respiraciones se regulaban a la del otro, volviendo al ritmo calmado, maldije otra vez; lo hicimos sin protección así que tendré que conseguir la maldita pastilla del día siguiente.

Nadir no dijo nada. Me beso la frente y comenzó a soltarme. Con  las yemas de sus dedos acarició donde la cosa con la que me amarró hizo mayor presión. Masajeó con cariño hasta que la marca desapareció de mis muñecas, le dio un suave beso y me ayudó a sentarme.

Me dio un beso en la frente y preguntó sugerente: —¿Aún te da risa mi pene?

Negué de inmediato, ahora sinceramente. Joder, su pene causaba de todo menos risa. Hasta se me olvidó de que me reía.

Quitó la venda de mis ojos, y antes de abrirlos los beso uno por uno. Mientras me acostumbraba a la luz de nuevo, su linda sonrisa tímida y perversa me atrapó. ¿Por qué era tan jodidamente sexi y perfecto?

Lo siguiente en liberar fue mi boca. Cuando desamarro por completo, él no dejaba de mirar fijamente mis labios, acarició el inferior con su pulgar de manera subjetiva mientras lentamente se iba acercando a mi para juntar nuestras bocas.

—¡Oh sí, así, no pares, Brayan no pares!

A centímetros de besarnos, los gritos del cuarto de a lado nos dieron a entender que nuestra misión aquí había concluido con éxito. Sonreímos cómplices.

Hola! ¿Cómo están lindas soñadoras?

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Hola! ¿Cómo están lindas soñadoras?

Tiempo sin leernos, pero seguimos vivas.

Espero retomar esta hermoso pasatiempo, pero como había estado un poco deprimida lo había dejado de hacer, pero sinceramente creo que es lo que me hace falta, escribir un poco. Así que aquí tienen Cap nuevo. Espero les guste

Les mando besos y abrazos ❤️

Por Una JaladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora