Observe por el espejo del retrovisor a Brayan, su cabello, el cual siempre se encontraba pulcramente peinado, se encontraba desalineado y las perforaciones en su cuerpo era algo nuevo.
—¿De casualidad te hiciste un tatuaje? —pregunte con ironía.
—Sí, ¿quieres verlo? —sonrió traviesamente, de lado, como él lo hacía cada vez que hacia algo inesperado.
—No, gracias, eres capaz de haberte tatuado la pompa.
No lo negó, pero tampoco quito la maldita sonrisa de su boca. ¿Qué mierda se abra tatuado? Espero que no el rostro de una cantante famosa.
Mire por la ventana y vi el árbol que pinte de rosa en honor al miércoles de rosa hace aproximadamente diez años y cuyo árbol se encontraba cerca de la casa de Julián.
—No estarás pensando molestar a Julián ¿cierto?
No contesto, odio esto. Nadir se mantenía tranquilo viendo el panorama, casi ignorando mi malestar. Posiblemente aún estaba vagando en el antiguo reencuentro. Su vida familiar era tan complicada, amaba a su madre aun cuando los defectos de su falta de fuerza de voluntad le nublaban los pensamientos, aun con sus miedos y defectos. Era terrorífico entregarle su corazón a alguien sin pensar, más aún cuando el destino ya te marcaba aquel amor.
El carro se detuvo frente a la casa de Julián. Lo sabía.
—Brayan, meterme en tu vida no es mi pasatiempo, pero deberías de dejarlo en paz. Permití que anduvieran sin objeción porque sabía que se querían, por eso mismo impediré que vuelvan.
Ambos bajamos del auto discutiendo, o más bien yo sermoneándolo y él ignorándome. Lo jalé del brazo, atrayendo su atención, al ver la mueca de dolor solté su muñeca por inercia. Mierda, sus heridas.
—Perdón...
—Siempre tan metiche, por esto quería que estuvieras aquí.
Bien... no sé si eso sea un cumplido o un insulto, lo tomare como un cumplido porque gracias a mi se ha salvado de muchas locuras.
—Si bueno, ahora dime que planeas.
—Terminar bien... —Brayan volteó a ver su muñeca envuelta en vendas. La imagen de él lleno de sangre vino a mi memoria y me quede helada por un momento hasta que escuche la puerta del carro azotarse tras de nosotros. De reojo vimos como Nadir se acercaba lentamente. Me abrazo por los hombros como apoyo.
—No me contaste como terminaron ni por qué.
Me di vagas ideas, pero nunca supe con exactitud el motivo.
—Pensé que eras más inteligente como una oruga, ahora veo que te subestime.
Bufe. Siempre con sus malditos insultos llenos de ingenio. Bien, es hora de demostrarle quien inventa los mejores insultos, tengo unos guardados bajo la manga desde que lo vi con ese aro en la nariz.
—Subestimarla es el peor error que podrías cometer amigo, ella es capaz de muchísimas cosas que no se te ocurren. Es la mejor en lo que se propone.
Brayan y yo nos quedamos en silencio, sin saber que decir. Nadir acababa de defenderme magníficamente y yo no podía ocultar la emoción en mi mirada, mi amigo se dio cuenta y negó con ironía.
—Supongo que ahora que está libre no iras tras él.
—Supongo que, aunque no lo hiciera no soy un "él" por lo que no me hará mucho caso.
—Su madre te odia, pero eres mejor pareja que un hombre para Julián —saco un cigarrillo y lo encendió. Enojada se lo arrebate de la mano y lo tire al suelo, pisándolo con odio.
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Por Una Jalada
Teen FictionAnalina, es una chica a la que le encanta jugar a verdad o retos. Sin secretos, no tenía nada que perder y disfrutaba la adrenalina con cada reto, hasta que un día es retada a meterse a la casa de cualquier chico de la universidad, por rifa, tocó el...