Bien, aquí estaba de nuevo, frente a una cerca de varios metros de altura. La banca con la que me salte ya no está, supongo se abran dado cuenta de como entre. Los ladrillos también habían desaparecido.
—¿Y bien? ¿Alguno sabe volar y ser invisible para colarse en la casa?
Rodé los ojos y me giré sobre mis tobillos para enfrentar el tono burlón de Nadir, lo cual fue una mala idea, ya que estaba recargado sobre las puertas del carro, con los brazos fuertes cruzados sobre el musculoso pecho. Me mordí el labio, recordando las multifacetas que Nadir ocultaba.
Aunque para ser sincera, la imagen del chico malo me gustaba más sabiendo lo dócil que llegaba a ser.
—Mis pies si que saben volar a los genitales de los estúpidos.
—Inténtalo y te dejare sin cabello esta vez.
Nos amenazamos mutuamente, podría decirse que hasta con un poco de cariño. Ale sentado del lado del piloto, nos chiflo para llamar nuestra atención y evitar un homicidio doble o una orgia en medio de la calle.
—Si no se van a besar pueden brincar subiéndose al techo de mi auto y yo los alrededores por si hay necesidad de escapar —Ale dijo con obviedad y se colocó de manera triunfante unos lentes negros.
Nadir y yo compartimos miradas, sintiéndonos estúpidos porque había más de una solución al problema. Casi aplaudimos la inteligencia de nuestro amigo si no fuera por sus lentes negros decorados con mini penes de plástico a los lados y su playera con flecha dirección a su pantalón que dice en inglés "cómeme".
Aparco el carro pegado a la cerca, Nadir subió y me apoyo a hacerlo junto con él. Nuestras manos permanecieron juntas unos minutos arriba del auto, sabiendo que esto era una locura.
—¿Así es como te saltaste a mi casa? —preguntó.
—No exactamente —negué, recordando la banca y de lo poco divertida que fue para saltarme. Al menos el carro es más cool, aunque algo me preocupaba ahora; —dijiste que había cámaras, ¿Por qué no se dieron cuenta que entre?
—Borre las evidencias, majareta. Considero que estamos a mano después... después de que me ayudaras ese día
Sonríe al recordarlo, estuve a punto de burlarme, pero el me gano.
—Me siento honrado de que la batichica del bóxer en la cara respondiera a mi llamado de auxilio —se colocó atrás de mi y me tomo por las caderas —, a la cuenta de 3.
Me alzo, dejando mis piernas por arriba de la barda, me iba a lanzar cuando una voz nos paralizo.
—¿Esas son unas piernas?
—Afirmativo. Tenemos un 3612 compañeros. Repito 3612 en la parte oeste.
—Enterado compañero, la flotilla 2 viene en camino.
De inmediato me bajo, ambos caímos rodando por el vidrio trasero del auto y nos subimos en segundos en los asientos de los acompañantes.
—¡Dijiste que no había seguridad en esa parte de la casa! —Nadir me reclamo. Ale ya había arrancado y nos solamente observa por el espejo retrovisor como discutimos.
—¡Cuando me cole no había absolutamente nadie! ¡además tu vivías allí!
—No porque ese día todos habían ido a cuidar a mis padres en su viaje —analizo la situación —¡Todo esto es tu culpa! ¡Yo solo iba a mandar flores!
Mi ojo izquierdo comenzó a perrear del enojo. Un calor abrazador se me acumulaba en el estomago e iba subiendo hasta llegar a mi cabeza. Nadir empalideció y coloco las manos en su entrepierna en forma de protección.
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Por Una Jalada
Teen FictionAnalina, es una chica a la que le encanta jugar a verdad o retos. Sin secretos, no tenía nada que perder y disfrutaba la adrenalina con cada reto, hasta que un día es retada a meterse a la casa de cualquier chico de la universidad, por rifa, tocó el...