—¡Más te vale que lo cuides o te irá peor! —grité con todas mis fuerzas.En el suelo Brayan se retorcía con dolor, sus manos trataban de proteger ya en vano sus testículos masacrados por mi pie. ¿Cómo es que llegamos a esto?
Se los voy a contar, hace un mes que me había dado por vencida con Julián y hoy precisamente los había encontrado en el cuarto del ex amor de mi vida haciendo cosas no aptas para menores de cincuenta años.
Había llegado allí con la intención de jugar videojuegos, siempre entro a la habitación de Julián sin tocar porque hay confianza, pero vaya fue mi sorpresa al abrir la puerta de madera y verlo en cuatro amarrado de manos en la cama y Julián detrás de él, con un látigo en su mano derecha. Ambos desnudos.
Los tres activamos el modo tieso y mi mente el modo avión. Ninguna señal me llegó al cerebro, solo sabía que no cuadraba allí. Cerré la puerta y me fui en automático, sin pensar todo el camino a casa. Entrando en mi habitación me deslice por la puerta, mi rostro poco a poco fue tomando color y salí del shock.
Con el rostro rojo como tomate grité impactada. Sabía que se gustaban pero... Encontrarlos así en plena follación suprema salvaje nivel dos fue otra cosa.
Esa misma tarde espere a Brayan en el callejón por el que tenía que pasar para llegar a su hogar. En medio de la soledad y oscuridad peligrosa lo espere, al verlo pasar lo que recibió fue una súper patada vengadora.
Cayó al suelo sin no antes jalarme la pierna y tirarme a su lado. Mis codos recibieron el golpe. Sin darnos tiempo a sufrir la caída, él me jaló y colocó debajo de él. Su puño se dirigió de inmediato a mi bello rostro y entonces grité: —¡Brayan soy Lina!
Su puño se detuvo a medio camino. Suspiré aliviada.
—Lo sé. Por eso te voy a golpear — dijo. Era obvio que bromea, ¿Verdad? Debe ser así.
—¿Qué? — abrí la boca impactada.
—Dije que quiero golpearte. Más te vale que no digas nada de lo que viste hace un momento o cosas feas podrían sucederte misteriosamente — me amenazó.
Lo sabía, joder, odio que rara vez me equivoco cuando presiento algo. Brayan, desde que se instalo en mi preparatoria, ha sido la viva imagen de un chico de "bien", hijo de casa que no se mete en problemas, noble y fácil de utilizar. Manipulable y con cara de ángel, pero esos son los peores. Su madre no le permitía escoger ni siquiera las palabras que deseaba usar, menos vestirse o decidir por cuenta propia y eso se lo permitía él para tener el control de algo aún más importante en su vida: su verdadero yo. Un "yo" que raramente la gente acepta.
Es un claro ejemplo de que el manipulado resulta ser el manipulador. Fingir que la gente tiene el control cuando en realidad le esta cediendo una falsa sensación de seguridad.
Si él le pide a su madre que le compre un carro, ella lo hace como recompensa a su excelente conducta. Si él desea una casa nueva, se la compran. Bueno, es un decir. No sé hasta que grado su madre esta ciega y cuanto dinero tienen. Aunque tengo ganas de averiguarlo.
—¿Me estas amenazando? — arquee las cejas fingiendo escepticismo.
Su mano tersa y cuidada como la de una muñeca de porcelana me sujeto el cabello. Gruñí. Sus ojos se afilaron haciendo que su suave apariencia luciese hostil.
—¿No me has escuchado acaso? Sé de sobra que te gusta mi hombre y no pienso permitir que me lo arrebates.
Mi ojo brinco con furia y mis músculos se tensaron en alerta, pregunté aun sin creer la absurda situación: —¿Tú hombre?
—¿No viste bien hace un momento? Yo he hecho cosas con él que nadie hará. Menos tú — dijo con maldad y me soltó el cabello. Se puso de pie y me observó con desprecio desde su altura.
Mi mente aun trataba de procesar todo lo que ha pasado. El niño bien de casa es amante de mi mejor amigo y amor frustrado. Ese maldito bastardo se esta regocijando de mi dolor y su triunfo, lo peor es que nunca supe cuando estábamos compitiendo.
—Otra cosa — puso su pie encima de mi abdomen y recargo su peso en él. Mi cuerpo empezó a doler, lo peor es que se me estaba enterrando una piedra en mi colita —. Julián te estima mucho, eres así como su hermana pequeña así que no te diré que te alejes de él. Solo mantén tu entrometida boca cerrada y no le digas a nadie que somos pareja. Nadie debe saber nuestras preferencias. Él no quiere que nadie se sepa y debes comprender por qué.
Resaltó el "por qué". Lo sé. Después de sufrir abuso por varios compañeros toda su vida a Julián creo una imagen de chico peligroso cuando en realidad es muy pacifico. Sé de sobra que se siente vulnerable y posiblemente confundido ante las nuevas emociones que esta descubriendo.
—Lo sé porque lo conozco más que un camaleón traicionero — brame consiguiendo que se enfadara. Su pie ejerció más fuerza en mi tórax. Puto. Tomé impulso y con agilidad alce las piernas dando un certero y poderoso golpe en su entrepierna. Ahora si que le dolio, cayó de buces al suelo y aproveche para levantarme y golpearlo al costado. Se retorció de dolor.
En el fondo quería llorar por todo lo descubierto. Es algo que suponía, pero verlo con mis propios ojos es irreal. Me quema, me duele, pero no puedo negarme a la realidad. Sacudí la cabeza tratando de alejar las ganas de llorar y suspiré.
—Perra... — gruñó. Como respuesta le solté otra patada en su costado.
—Cállate. Qué quede claro que no debes amenazarme para que me quede callada. Para mis amigos son sagrados y eso no va a cambiar.
Concluí y me aleje. En medio del anochecer suspiré. Mi aliento se evaporó en el aire frío.
Bien. La vida sigue, ¿No es así?
Hola! Y adiós! Espero les haya gustado el capítulo
Trabajando...
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Por Una Jalada
Teen FictionAnalina, es una chica a la que le encanta jugar a verdad o retos. Sin secretos, no tenía nada que perder y disfrutaba la adrenalina con cada reto, hasta que un día es retada a meterse a la casa de cualquier chico de la universidad, por rifa, tocó el...