CAPITULO 44

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El mundo es más grande de lo que piensas

Ruedo sobre la cama y abro los ojos al sentir el gran espacio de lado de Carl. Abro los ojos al darme cuenta que ya es de día, logro sentarme y suelto un bostezo deseando que la noche haya durado más tiempo para descansar un poco más, pues todavía el cuerpo me duele por toda la actividad repentina del día de ayer.

La puerta del baño se abre y giro medio cuerpo para ver a Carl limpiando sus labios con el antebrazo. Me vuelvo a acostar sin tener ganas para iniciar el día y vuelvo a rodar en la cama ocupando todo el colchón enredando las sábanas en mis piernas quedando atrapada.

—Roncaste —dice regresando a verme de manera que ese azul me hace sonrojar.

Cierro mis ojos de modo que pueda evitar que me vea al chico. Sonrío al tener el recuerdo de la celda y vuelvo a abrirlos.

—Claro que no— murmuro todavía adormilada.

Puedo sentir que se acerca porque la luz que entra por las cortinas semitransparentes de color blanco es opacada probablemente por su cuerpo.

Abro los ojos para verlo y acomodo mi cabeza en la almohada para que el cabello no me pique la oreja derecha. Se agacha un poco y pasa su mano por mi cabeza para quitarme algunos mechones despeinados. Su tacto me hace estremecer, pero aún así me quedo quieta disfrutando de esa acción cariñosa que no muchas veces veo por parte de él.

—Duerme en tu cama —me susurra con una sonrisa cómplice y golpeo su mano al ver que solo era una estrategia para decirme que no me quiere aquí.

Suelta una risa baja retrocediendo unos pasos para que mi mano no estampe esta vez en su brazo. Me logro sentar con mucha pereza, luego suelto un suspiro pesado volviendo a cerrar los ojos.

—Estoy tan cansada— digo en voz baja buscando mis calcetines entre las sábanas.

—¿Por qué no te duermes otro rato? —se sienta a mi lado y mi cuerpo se va a su dirección cuando su lado se hunde.

Choco con su hombro, pero me reincorporo de inmediato envolviendo mis pies desnudos y fríos con los calcetines, después busco mis tenis debajo de la cama.

—Quiero volver a salir con ellos a buscar municiones —le comento metiendo las agujetas en el interior. Cuando veo que camina a la puerta me apresuro a decir: —Abre con delicadeza.

—¿Qué?

—En las mañana abres con mucha brusquedad la puerta que despiertas a los demás. Si lo vuelves hacer Melody te golpeará por despertarla antes de lo que tiene planeado —alzo los hombros sin importancia.

Camino a la silla de la esquina para tomar la sudadera que jamás se la he visto puesta al mini sheriff; es una de color gris de tela muy delgada con letras deportivas demasiado grandes que llaman la atención.

Probablemente eso sea el motivo.

Él vuelve a cerrar la puerta con cuidado y camina al mueble donde está su cinturón de pierna y el arma, regresa a la puerta asomando la cabeza con cuidado primero verificando algo. Parpadeo varias veces para despojar el cansancio en los párpados por la curiosidad de su acción tan sigilosa y llena de misterio. Termino por bajarme la sudadera. Me cubre hasta la mitad del muslo por encima del pans deportivo.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐢́𝐀• || CARL GRIMES || [TWD]                 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora