CAPITULO 54

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El primer precio

Cierro los ojos suavemente sintiendo el cansancio por la columna buscando la necesidad de recargarse en algo cómodo. Las paredes del maletero extenso son duras, tanto que la incomodidad ya ha estado presente desde antes, el dolor es el que la hace notar hasta ahora.

La presencia de los cinco retenidos en el espacio ha provocado que el calor aumente y el aire sea más difícil de recibir en los pulmones. Deslizo mis manos a ciegas por el suelo intentando buscar el jersey luego de sentirme incomoda solo tener la playera de tirantes, inconscientemente me limpio el sudor de la frente con el antebrazo descubierto y dejo escapar un quejido desesperado. Me deslizo hasta las puertas metálicas sin rastro de mi prenda todavía.

La curiosidad de lo que pasa afuera me come viva. Tengo que dejar de respirar por un momento para consentrarme en lo que sucede. Gracias a los pequeños agujeros de balas que han dejado batallas anteriores los tubos de luz atraviesan alumbrando pequeñas partes de nosotros: la rodilla de Daryl, su cabello, la playera de Michonne, el torso de Rosita, una parte del rostro de Glenn.

Trato de ver el estado de Daryl cuando se mueve un poco, no sirve de mucho, pues apenas puedo ver el brazo con la sangre todavía fresca, más no la herida. Él suelta un quejido que un segundo después se convierte en un gruñido tan grave que lo puedo relacionar al enojo.

El cosquilleo del sudor que se desliza por la sien hasta llegar a mi mentón provoca que me mueva como si tuviera chinches en el cuerpo, me la limpio con el hombro desnudo. Trato de ver por los agujeros y buscar respuestas de dónde estamos, sin embargo, son tan pequeños que la luz del exterior me ciega el ojo.

Todos nos movemos bruscamente al sentir que la camioneta frena de golpe y mi hombro choca con el de Rosita, luego con el de Glenn y él busca mis hombros torpemente para reincorporarme en el mismo lugar. Sus manos están calientes que pareciera haber tocado el mismo fuego o el enojo se esté reteniendo en esa área.

—¿Qué es lo que sucede?—cuestiono en un susurro una vez que noto varias voces amontonarse para tomar la palabra.

Nadie de mis amigos contesta. Los movimientos de ellos se escuchan. Se levantan del suelo frío de metal para averiguar lo que sucede tal y como lo hice hace unos segundos.

El cuerpo lo tengo húmedo. La playera de tirantes abre paso a la desesperación por ese Jersey, por tenerlo encima y taparme ignorando el calor. Aún así busco la prenda con discreción, pues preocuparme por eso ahora es absurdo cuando nuestras vidas ahora mismo están corriendo peligro.

—¿Ya vienen los demás? — el tono firme de la voz de Celeste se escucha del otro lado de la camioneta —Tengo a cinco de Alexandria.

—Sí, están cerca —le contesta una voz varonil.

Aprieto los labios concentrándome en más sonidos intentando adivinar a quiénes se refiere. Sus pasos se alejan deprisa, ya no se escuchan las piedras, entonces caigo en la conclusión que es otro lugar.

Escucho que alguien se acerca, primero pasa por la puerta trasera y se recorre hasta el lado derecho lateral del móvil. Golpeo las paredes metálicas con la mano llena de urgencia por salir de aquí. Las luces del exterior se apagan dejándonos de nuevo a oscuras, los tubos desaparecen, pero el miedo en mí aumenta.

—¡Hey! ¡Hey! —grito la petición con la garganta adolorida— ¡Sáquennos de aquí!

Michonne me toma del brazo para que me siente de una vez por todas. Por desgracia la oscuridad está a su favor, puedo sentir su presencia muy cerca de mi cuerpo. Trago saliva y paso mi mano por el rostro.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐢́𝐀• || CARL GRIMES || [TWD]                 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora