CAPITULO 43

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Negación a la integración

Una hora de camino y el anochecer bañado de estrellas que puedo distinguir por encima del vidrio sucio hace que los botines del esterior brillen en el interior robando mi atención cada cinco minutos, tanto que los minutos se me hacen eternos.

Ninguna palabra se ha dicho, pero sí se siente el ambiente tenso entre los tres acompañado de las miradas negativas cada diez hacia el líder.

Estamos enojados por la desición que ha tomado. Traer a una persona a la comunidad que quiso robarnos es peligroso, ni si quiera le hicimos las típicas tres preguntas obligatorias. Lo único que sabemos es su nombre. Eso no sirve de mucho.

El silencio es obligatorio porque el disco ha quedado perdido entre las aguas del lago junto con mi mochila, por suerte tengo unas bolsitas de dulces guardados en el bolsillo del overol y en el chaleco de Daryl.

-Recibió un buen golpe. Denisse debe de revisarlo -lo miro sin decir nada, pero no estoy segura si Daryl también porque voy en el asiento del copiloto.

Levanto el brazo para apoyarlo en la puerta y recargar mi barbilla sobre esta viendo el panorama pasar rápido. Siento que sigue mirándome y suelto el aire por la boca con discreción. El cinturón me raspa el cuello, de modo que me tengo que regresar a la postura correcta para ir en un asiento de auto.

-No tienes que decirnos. Aún así harás lo que quieras sin tomarnos en cuenta. Ya sabes-le digo neutra alzando los hombros como si mis palabras fueran algo simple.

Jala la palanca que está a lado del volante para prender las linternas del auto, gracias a eso puedo ver si entrecejo arrugado dando por hecho que no le ha gustado para nada mi contestación. Lo tomo a la ligera y recargo mi cabeza en la ventana.

-He aprendido. Todos ustedes han tratado de decirme. Sí, lo hubiera dejado en un árbol si pudiera, lo hubiera hecho.

Miro la ventana sin nada qué decirle a eso. Sigo callada con el cuerpo tan cansado de mucha actividad.

-Solo cállate -habla Daryl después de un largo rato. La voz le sale tan gruesa y las palabras apenas limpias -Cállate.

Se puede notar que está molesto. No hace falta verlo. Rick lo mira de la misma manera por el espejo retrovisor como si le disgustara que dos estemos en contra de su voluntad.

Recargo mi cabeza en la cabecilla del asiento sintiendo la inquietud hasta la punta de los dedos. Me propongo a seguir viendo la oscura carretera siendo alumbrada por el mismo auto, apenas puedo y ver los árboles de los costados y más allá de estos, todo es tenebroso alimentando el deseo de estar en Alexandria lo antes posible.

Es igual por varios minutos, saco una bolsa de dulces del bolsillo y como los dulces para distraerme de esto. No tengo idea cuánto falta para llegar, solo espero que sea pronto para no soportar esto más tiempo.

Rick mueve el volante a la derecha y al instante se reincorpora, siento el empujón en la parte de atrás y giro mi cabeza para comprobar si todo está bien. Jesus se encuentra del otro lado del asiento, ocupando una distancia entre mi amigo y él.

-Tú también deberías callarte porque supe escuchar -le contesta el señor Grimes defendiéndose de esas simples palabras que significan mucho.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐢́𝐀• || CARL GRIMES || [TWD]                 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora