CAPITULO 30

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Mil veces su nombre

Carl

—Se detuvieron los disparos y los gritos. Ya no escucho nada—Le digo a Enid mirando por el vidrio de la ventana de la cocina. Mis ojos caen en la mujer muerta cerca del porche de la casa y niego con discreción aún preocupado por Jennette. No puedo soportar quedarme aquí —Iré a buscar a Jennette.

Regreso a ver a la chica castaña que mira por el cristal de la casa trasera. Corre rápidamente a mí y niega inquieta.

—Judith está aquí. No puedes dejar sola a tu hermana.

Buen punto.

Chasqueo la lengua pensando en qué hacer al no aguantar la angustia. El sonido de la puerta abrirse me hace girar mi cuerpo veloz y apuntar con el rifle directamente. Carol me mira seria. Trae una ropa diferente con la que salió y arrugo la frente pidiendo una explicación examinando cada una de la aprendas sucias y manchadas de sangre al igual que las manos. Bajo el arma y me apresuro a acercarme a paso veloz, Enid corre atrás de mí de igual manera. Tomo el antebrazo de ella, como resultado ella baja esos ojos azules a mis manos limpias.

—¿Has visto a Jennette?— cuestiono muy soliviantado, tanto que las manos me sudan y los dedos me hormiguean.

Una sensación totalmente desagradable.

Carol se quita el pañuelo con brusquedad enojada porque la chica la desobedeció. Examina la planta baja en su lugar para después soltar un resoplido.

—No, no la vi ¿Hace cuánto se fue? ¡Dios! Esa chica es demasiado terca —dice molesta dándose media vuelta dispuesta a buscarla, pero la detengo tomándola del hombro.

No lo niego. Desde que la conocí siempre lo supe y es por eso que a veces me preocupa en las decisiones que toma. La mayoría de veces solo toma en cuenta el bienestar de sus seres queridos y no la de ella.

—¿Todo se ha calmado?— pregunta Enid.

Puedo notar inquietud en su voz. Aprieta las correas de su mochila con demasiada fuerza con la esperanza de que haya una confirmación. La mujer asiente con la cabeza apretando los delgados labios que forman su boca.

—Entonces iré a buscarla— me apresuro a decir.

Me descuelgo el rifle del hombro y lo dejo recargado sobre el muro de la sala. Mientras me voy acomodando la camisa corro a la salida y bajo los escalones del porche en busca de ella.

Primero doy zancadas grandes en cuanto voy pasando la calle, al momento de seguir derecho por las casas de Chelín empiezo a poner los pies en polvorosa, de modo que la respiración me falte por la fuerza y angustia que recorre mi cuerpo.

Observo los cuerpos tirados de personas desconocidas y algunas conocidas cuando me detengo a tomar aire. Sangre y más sangre manchan el concreto de la calle junto con las paredes de los porches. Trato de ignorar los cuerpos de las personas que fueron asesinadas por aquellas personas.

Es una escena aterradora para personas que no conocen el mundo real.

Continuo corriendo. La busco con desesperación por las calles de Alexandria. Corro tan veloz que me sorprende en no sentir ardor todavía en las piernas. La adrenalina recorre mi cuerpo todavía, no exactamente por el miedo a los intrusos, sino miedo a que le haya pasado algo malo a Jennette.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐢́𝐀• || CARL GRIMES || [TWD]                 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora