CAPITULO 50

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Callar la amenaza

Chicos, despierten. Ya llegaron los demás.

La madre de Melody se ve agitada desde el marco de la puerta, carga a Judith entre sus brazos. La luz artificial amarilla alumbra nuestra habitación, las cortinas gruesas de color azul marino siguen cerradas impidiendo que la luz natural del nuevo día entre por la grande ventana.

Me logro sentar en la colchoneta con lentitud y hago un examinen visual a cada uno de mis amigos; los quejidos adormilados de cada uno invaden la grande habitación.

Carl se levanta muy energético después de escuchar a la mujer, urgido por saber sobre el bienestar de nuestros amigos, Melody, Mikey y Elizabeth se levantan de la misma forma lanzando las sábanas en el aire mientras buscan los zapatos que le pertenecen a cada uno. Las almohadas de la cama y del sillón caen al suelo, como resultando la pelirroja tropieza cayendo de rodillas de modo que Enid se tapa la boca para aguantar la sorprendente risa, abre esos ojos claros preocupada por nuestra amiga. La urgencia de ver a los demás le dan fuerza a Melody para que ni si quiera se queje y se levante para intentar salir detrás de Carl.

Enid se queda sentada en la cama al igual que yo sobre la colchoneta viendo como todos se mueven y se ofenden por estorbarse el uno al otro para salir pisando los talones de cada uno.

La chica de pelo largo se frota el párpado con los dedos suavemente para despojar el sueño. Ella se toma todo el tiempo del mundo. Sale de la cama y deshace la coleta alta con la que durmió dejando caer ese liso cabello sobre sus hombros, se lo acomoda con los dedos sin echar un vistazo a un espejo.

Busco mis tenis por debajo de la cama y me los pongo, esta vez me amarro las agujetas solo por aburrimiento. Enid se pone las botas de un cuarto color melaza junto con una sudadera gris casi entallada.

—¿Estás bien?— me cuestiona mientras se sube el cierre hasta el pecho.

Me toco el párpado derecho suavemente.

—No pude dormir en casi toda la noche— confieso con la voz baja, casi arrastro las palabras.

—Los demás ya llegaron, esta noche podrás dormir como un bebé— se acerca a mí y me sacude de los hombros con una tierna sonrisa, eso provoca que ría bajo —¿O lo dices por Celeste?

Sus lindos rasgos recuperan normalidad, luego se tensan y niego fingiendo que eso no me importa ahora, aunque esté en mi cabeza casi todo el tiempo.

—No— objeto con abulia apoyo ambas manos atrás recargando mi peso en estás mirando la pared perfectamente tapizada de un color gris con adornos plateados —Solo era la preocupación de que ellos estaban luchando y...

—¿Les dirás lo de Celeste a Gohan?— añade y parpadeo varias veces por su pregunta que no me lo esperaba por parte de ella—O puedes decirle a Denisse que...ya sabes.

Lo sé perfectamente. Cree que fue una alusinación. Rasco mi sien dolida por esa pregunta y asiento solo para seguirle la corriente o simplemente porque quiero dejar de hablar de esto.

Sin decir nada me levanto y camino a la puerta, la espero a que termine de acomodarse el pelo y ambas salimos al mismo tiempo. Se sube las mangas mientras bajamos las escaleras, en los últimos escalones se las baja de nuevo indecisa en cómo dejarlas.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐢́𝐀• || CARL GRIMES || [TWD]                 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora