𝑳𝒂 𝑽𝒊𝒅𝒂 𝑬𝒔 𝑴𝒂𝒓𝒂𝒗𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔𝒂... [Shino Aburame x Oc]

20

*Narra Hiro Wakatoshi*

Aquella alarma que se encontraba en mi buró comenzó a sonar, interrumpiendo mi "dulce" sueño. Me levanté de la cama con mucha pereza para silenciarla. Al momento de apagar el despertador sentí un enorme peso en la espalda. Sentía cansancio y tristeza.

Decidí salir de mi habitación, iría a la cocina por un vaso de agua, mi garganta estaba seca. Me dolía ésta por haber llorado todo el día anterior, lloré, grité, medité y volví a llorar.

Pasé por el baño y de inmediato me vi en el espejo, mis ojos hinchados y rojos, tenía unas cuantas ojeras entre moradas y rojizas. Mi cabello totalmente despeinado y un poco enredado.

– Debería mejor darme un baño.

Me dije a mí misma preparando el agua caliente para darme una ducha.

[...]

Reiki y mi padre se encontraban fuera de la aldea por cuestiones ninja así que salí de casa, seguiría con unas cuantas cosas de los preparativos. Tenía que volver a la mansión a reportar mi entrada.

Cuando llegué, toqué la puerta algo desanimada y claro que lo estaba.

– Adelante...
– Buenos días, Tsunade-sama – contesté al entrar.

Asintió algo preocupada.

– Hiro, te tengo una tarea algo ligera, sé que la terminarás antes de mediodía.
– Mi Lady... Lo haré – confesé seria. – No se preocupe.

Tsunade-sama me entregó un legajo, mencionó que era urgente y algo rápido, cosa que haría ella misma, sin embargo, no tenía tiempo para resolverlo ella misma o Shizune-san.
Asentí y salí de su oficina mientras abría aquel sobre que me entregó, era una simple hoja con una nota, estaba llena por los dos lados.

Prácticamente era un escrito, un llamado de emergencia en un pequeño pueblo cercano a la aldea de la hoja. Necesitaban asistentes médicos, pero yo no tenía ningún conocimiento de ese tipo... ¿Por qué querrían mi ayuda en estos casos?

Al bajar las escaleras de la mansión me encontré con Nanami sensei.

– Llegas justo a tiempo, debemos irnos.
– ¿Usted también...?
– Sí, debemos irnos. – me contestó felizmente. – Tenemos mucho por hacer...

Le respondí asintiendo con la cabeza. Íbamos a buena hora así que solo caminamos tranquilamente por la aldea hasta llegar a la puerta principal. Ahí estaba Kiyoshi Ikeda.

– No me sorprende la hora a la que llagan...
– ¿Qué haces aquí? – le pregunté confundida. – ¿Fuiste requerido?
– Claro, al fin de cuentas, aprendo de los jutsus médicos que me ha enseñado tu abuelo, Nanami sensei y Tsunade-sama.

Era cierto... Kiyoshi tenía tiempo siendo el alumno de estos tres. Nos despedimos de Izumo y Kotetsu ya que seguían trabajando como guardias.

– Andando, tardaremos tres horas en llegar.
– ¿Y si corremos? – propuse.
– Por eso... Llegaremos en tres horas todavía corramos el doble o el triple.

Nanami-san se veía cansado, tal vez por eso haya respondido de esa manera mi pregunta. Sin embargo, debía hacerle caso, él estaba a cargo de la misión.

Pasó exactamente una hora, el camino era cada vez más caliente debido al clima meteorológico. Saqué de uno de mis bolsillos mi termo pequeño de agua y comencé a beber de ésta. El agua seguía fría por lo que me refrescó un poco mi interior.

– Oye Hiro, olvidé preguntarte algo... ¿Puedo?
– Claro, Nanami sensei.

Lo miré de reojo, la curiosidad lo carcomía por cómo mordía sus propios labios.