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Wang Yibo, era el típico joven soñador, para no tener mucho no se quejaba. Pero lastimosamente tuvo que conocer el lado oscuro de la vida a una corta edad. Ahora con Veintinueve años la vida ya lo había tratado de lo peor, pero aún así no se quejaba, sabía que así como la vida lo castigaba también lo premiará... En algún momento.

A sus trece años escapó de casa de los abusos de su padre, pues su madre había muerto en un accidente de auto cuando apenas tenía ocho. Oficialmente se había quedado solo, llegó a un orfanato pero nunca nadie lo adoptó, trabajó para poder vivir, pero la vida siempre lo golpeaba, ¿Su único motor? Las últimas palabras que su madre le había dicho antes de salir de casa el día que murió. "Pase lo que pase, siempre tienes que levantar la cabeza y seguir avanzando, la vida es dura, pero tú eres más fuerte"





- Long, espera... ¿Por qué me haces esto? ¡Dime qué fue lo que te hizo falta si te di todo de mí! - dijo con las lágrimas acumuladas en sus ojos.

- ¿No entiendes? Eres pobre, no tienes futuro ¿Qué me puedes dar a mi? Nada, no puedes darme nada, una relación no solo se alimenta de amor Yibo.

- Pero aún así... Nada nunca te faltó... ¿O que fue lo que tanto te hizo falta? - preguntó, pero no hubo respuesta.

- Long-

- TAN SOLO MÍRATE ¿MIRA DONDE VIVES? NADIE TE DA TRABAJO Y LO ÚNICO QUE HACES ES PELEAR. AGUANTE MUCHOS AÑOS ESTO PORQUE TE AMABA... Ya no más, encontré a alguien que me puede dar todo lo que tú no puedes, alguien que me pueda dar la vida que me merezco - se soltó bruscamente y salió del departamento corriendo dejando a un Yibo devastado.

No dijo nada y lágrimas acumuladas comenzaron correr por sus mejillas, cuatro años de amor se fueron a la basura.

Y en ese momento se dio cuenta que, por más que tratará de encontrarle el lado bueno todo lo malo, siempre terminaba de la misma manera, y ahora, otra persona a la cual amaba se había ido. ¿Enserio debía continuar así? ¿Cómo se suponía que debía hacerlo? Fuerzas ya no tenía, y su esperanza de que todo mejorara se fue a carajo.

Esa mañana lloró recordando las palabras de su ex amor. Era verdad, no tenía nada, su casa era un viejo cuarto de departamento, apenas y tenía una cama, cocina y una nevera, pero se las arreglaba con el dinero que conseguía de manera "honesta"

Pero en realidad, su verdadero yo, no era nadie, no tenía nada, estaba solo y perdido, con el deseo de poder encontrarse con su madre y que le diera un fuerte abrazo, quería escuchar su voz diciéndole "Ya no llores, mamá está aquí"




Una semana después, y ya habiendo ordenado mejor sus ideas, había llegado a una conclusión. Por más que lo intente, no iba a poder.

Ese día la tarde llegó más rápido de lo que esperó, soltó un suspiro y tomó su mochila, no tenía mucho dinero así que prefirió caminar.

Caminó un par de minutos hasta llegar al cementerio, estaba vacío, lo que era muy común. Continuó unos cuantos minutos más y llegó hasta una bóveda, frente a ella había una banca, se sacó su mochila y se sentó a observar la foto de aquella mujer que fue, es y será, su calma en medio de la tormenta.

- Hola ma... Lamento no traer flores, no tengo suficiente dinero - soltó una risa amarga. - ¿Irónico cierto? - preguntó aún sabiendo que no iba a obtener una respuesta.

- Long me dejó - continuó. - Creo que ya lo sabes, has de haber vistoso desde allá arriba... Prefirió irse con alguien que si le pueda dar lo que yo no pude... La vida que se merece - lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos.

- ¿Qué hago? No tengo nada, vivo en un basurero, Long me dejó, soy un idiota que ahora tiene que ganarse la vida peleando por algo de dinero - soltó un sollozo. - Ya no aguanto, mi cuerpo duele, mi alma duele. Sané y volví a ser destruído. Siento que en cualquier momento caeré en pedazos, no quiero volver a caer en pedazos, pero ya no sé que hacer... - su voz era temblorosa, su labio interior temblaba y el nudo en la garganta le impedía llorar apropiadamente. - Dame una señal... Mamá, ya no quiero luchar, me quiero rendir de una vez por todas - dijo estallando en llanto.

No gritaba, pero reprimía los fuertes sollozos que querían escapar de sus labios, quería gritar, estaba tan cansado de todo, solo quería tirar la toalla.

Yibo lloraba amargamente centrado solamente en ver cómo su mundo volvía a desmoronarse, pero no sé daba cuenta de que, estaba siendo observado y escuchado por alguien extraño a él.

La noche cayó y supo que era momento. Se levantó del asiento, limpió su rostro y agarró su mochila, salió del cementerio y se dispuso a caminar hasta el lugar donde se organizaban las peleas clandestinas.

Su recorrido era el mismo de siempre, pero a medida que avanzaba sentía que lo seguían. Los golpes de la vida y las malas decisiones de su pasado le habían enseñado a defenderse, por lo que tomó una venda de su mochila y comenzó a envolverla en su mano derecha.

Llegó al lugar y se fue a cambiar, luego de un rato salió con una camiseta negra sin mangas, un calentador y zapatos Converse del mismo color, se sentó en una de las sillas para esperar su turno, y mientras ataba mejor sus vendas decidió mirar para todos lados, no vió nada fuera de lo normal pero aún sentía que lo observaban.

- Mamá, si esto es una broma no es gracioso - susurró para si mismo.

Luego de par de minutos, su turno llegó. Se posicionó a un costado del círculo dibujado en suelo y del otro lado un hombre mucho más alto y musculoso que él apareció.

"Si no ganas está bien, pero no vas a morir aquí y así. Vamos Yibo, tu puedes" pensó

- Tú puedes Yibo, tú puedes - se animó a sí mismo.

La campana sonó y con esto, la pelea inició. El hombre comenzó a atacar pero Yibo esquiba todos y cada uno de los golpes, en un audaz movimiento se movió por un lado del hombre y dio una patada en la espalda empujándolo fuera del círculo. La campana volvió a sonar indicando que la primera ronda había acabado dejando a Yibo ganador del primer asalto. Según las reglas, el primero que logre sacar a su contrincante fuera del círculo ganaba, en total eran tres asaltos y muchos no llegaban ni al segundo.

Pero Yibo, Yibo era excepción.

- ¡¿TE CREES MUY BUENO POR GANAR LA PRIMERA, PITUFO?! Veamos como te va en esto dos asaltos - el hombre se alejó de Yibo y la campana volvió a sonar.

Todo iba bien para el castaño, pero por un descuido, recibió un golpe en su mandíbula haciéndolo tambalear a lo cual el hombre aprovechó y de una patada en el estómago sacó a Yibo del círculo. Los gritos y ovaciones no se hicieron esperar, mientras todos alababan al grandote, había una persona que gritaba un "ponte de pie, tú puedes" para Yibo.

Yibo se levantó y escupió sangre, el golpe le había roto la boca. Caminó de regreso al círculo y cerró sus ojos.

"Enumera las razones por las que puedes ganar: Uno, es mucho dinero el que está en juego. Dos, si gano esto, continuaré luchando, si pierdo... Me rendiré de una vez por todas"

La campana sonó dando inicio al tercer y último asalto. Respiró profundo, y peleó, peleó por él, peleó por su madre, peleó por su vida.

Pero los golpes iban y venían, y ya se estaba cansando, su cuerpo se estaba quedando sin energía, últimamente no había estado comiendo bien y eso le estaba haciendo efecto. Debido a eso y a lo aturdido que había quedado del golpe anterior, tuvo un ligero mareo el cual lo hizo perder un poco de estabilidad. Lo siguiente sintió fue, el como lo tomaron del brazo y lo lanzaban contra el piso. Escuchó el sonido que tanto temía, la campana dio fin a la pelea, miró el suelo y vio que estaba fuera del círculo.

Cerró sus ojos resignado y asintió, se levantó con algo de dificultad y caminó hasta su mochila, quitó sus vendas y las guardó, se colocó su delgado abrigo, tomó su maleta y se fue de aquel lugar.

Caminaba por un largo puente sobre el río, y todo ese tiempo sintió que lo seguían, resignado miró al cielo y dejó que el destino se encargra de todo, si lo iban a matar, secuestrar o robar que lo hagan, al fin y al cabo, ya nada tenía sentido y ya nada valía la pena.

Llegó a la mitad del puente y decidió mirar hacia atrás, no había nadie, estaba solo, y como no si eran la una de la madrugada.

Se quitó la maleta y la dejó en el piso, posó sus manos sobre el barandal y contempló por un momento el paisaje que le regalaba la fiel, fría y oscura noche, el viento movía su cabello, respiró profundo y sintió la frescura del aire, miró al cielo y sonrió con nostalgia y tristeza.




















DÉRIVE  [YiZhan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora