1.36: 𝐄𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐝í𝐚

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Narra Harry:

—Ven conmigo, Potter —gruñó—Diggory, entra a tu clase.

Miré a Moody con miedo. Me había oído?—Eh... profesor, ahora me toca Herbología...

—No te preocupes, Potter. Acompáñame al despacho, por favor...

Lo seguí, preguntándome qué iba a suceder. ¿Y si Moody se empeñaba en saber cómo me había enterado de lo de los dragones? ¿Iría a ver a Dumbledore para denunciar a Hagrid, o simplemente me convertiría en un hurón? Entré en el despacho después de Moody cerrando la puerta, se volvió hacia mi y fijó en mi los dos ojos, el mágico y el normal.

—Eso ha estado muy bien, Potter —dijo Moody en voz baja. No supe qué decir. Aquella no era la reacción que esperaba.—Siéntate —me indicó Moody.

Después de una larga charla con el profesor Moody, llegué a una conclusión, lo que mejor se me daba era volar. Tenía que esquivar al dragón por el aire. Para eso necesitaba mi Saeta de Fuego. Y para hacerme con mi Saeta de Fuego necesitaba...

—____—susurré diez minutos más tarde, al llegar al Invernadero 3 y después de presentarle apresuradas excusas a la profesora Sprout—me tienes que ayudar.

Narras tu:

—¿Y qué he estado haciendo, Harry? —le contesté también en un susurro pero de forma golpeada, aún estaba resentida con el

—¿Qué pasa?—Preguntó dejando de lado su tema

—¿Como que qué pasa?—dejé de podar mi árbol para verlo directamente a él—Estuve buscándolos todo el día de ayer y parece que simplemente han estado evitándome.

—No, no es lo que piensas, descubrí cuál será la primer prueba de mañana y me pasé el día entero intentando descubrir cómo hacer para superarlo.—me susurró.

—Pude haberte ayudado ¿Qué es lo que necesitas?

—____, tengo que aprender a hacer bien el encantamiento convocador antes de mañana por la tarde.

—De acuerdo, pero, primero tendría que ir a contárselo a mi hermano tiene que sab...

—Ya se lo conté yo—me afirmó Harry

—Gracias Harry—le sonreí con cierto alivio

Practicamos en vez de ir a comer, buscamos un aula libre en la que Harry puso todo su empeño en atraer objetos. Seguía costándole trabajo: a mitad del recorrido, los libros y las plumas perdían fuerza y terminaban cayendo al suelo como piedras.

—Concéntrate Harry, concéntrate...

—¿Y qué crees que estoy haciendo? —contestó él ya frustrado—lo intento pero, por alguna razón, se me aparece de repente en la cabeza un dragón enorme y repugnante...bueno, vuelvo a intentarlo.

Hicimos una pausa para ir a clase de adivinación y Harry tuvo que soportar la clase de la profesora Trelawney que se pasó la mitad de la hora diciendo que la posición que en aquel momento tenía Marte con respecto a Saturno anunciaba que la gente nacida en julio se hallaba en serio peligro de sufrir una muerte repentina y violenta. Me pondrá de nervios esta señora.

—Bueno, eso está bien —dijo Harry en voz alta, sin dejarse intimidar—. Prefiero que no se alargue: no quiero sufrir.

Me pareció que Ron había estado a punto de reírse. Por primera vez en varios días miró a Harry a los ojos, pero éste se sentía demasiado dolido con él para que le importara.

Le obligué a cenar algo después de Adivinación y, poniéndonos la capa invisible para que no nos vieran los profesores, volvimos al aula vacía. Seguimos practicando hasta pasadas las doce. Y nos habríamos quedado más, pero apareció Peeves, quien pareció creer que Harry quería que le tiraran cosas, y comenzó a arrojar sillas de un lado a otro del aula.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2023 ⏰

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✯𝐌𝐢 𝐃𝐢𝐠𝐠𝐨𝐫𝐲✯ 𝚑𝚊𝚛𝚛𝚢 𝚙𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛 𝚢 𝚝𝚞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora