Oímos tras nosotros un retumbar sordo y seco y al volvernos vimos que el profesor Moody avanzaba hacia allí cojeando. Nos quedamos en silencio, mirándolo con aprensión, pero cuando Moody habló lo hizo con un gruñido mucho más suave que el que habíamos oído hasta aquel momento.—No te preocupes, hijo —le dijo a Neville—¿Por qué no me acompañas a mi despacho? Ven... tomaremos una taza de té.
Neville pareció aterrorizarse aún más ante la perspectiva de tomarse un té con Moody. Ni se movió ni habló. Moody dirigió hacia Harry su ojo mágico.
—Tú estás bien, ¿no, Potter?
—Sí —contestó Harry en tono casi desafiante.
El ojo azul de Moody vibró levemente en su cuenca al escudriñar a Harry. Luego dijo:
—Tienen que saber. Puede parecer duro, pero tienen que saber. No sirve de nada hacer como que... bueno... Vamos, Longbottom, tengo algunos libros que podrían interesarte.
Neville nos miró de forma implorante, pero ninguno dijo nada, así que no tuvo más remedio que dejarse arrastrar por Moody, que le había puesto en el hombro una de sus nudosas manos.
—Pero ¿qué pasaba? —preguntó Ron observando a Neville y Moody doblar la esquina.
—No lo sé —repuso Hermione, pensativa.
—¡Vaya clase!, ¿eh? —comentó Ron, mientras emprendíamos el camino hacia el Gran Comedor—. Fred y George tenían razón. Este Moody sabe de que va la cosa, ¿a que sí? Cuando hizo la maldición Avada Kedavra, ¿te fijaste en cómo murió la araña, cómo estiró la pata?—rodee los ojos
Ron enmudeció de pronto ante la mirada de Harry y no volvió a decir nada hasta que llegamos al Gran Comedor, cuando se atrevió a comentar que sería mejor que empezáramos aquella misma noche con el trabajo para la profesora Trelawney, porque si que nos llevaría unas cuantas horas.
Hermione no participó en la conversación durante la cena, sino que comió a toda prisa para volver a la biblioteca. Notaba algunas veces la mirada de Harry, compartimos miradas unas cuantas veces y, aunque le di la mano a manera de apoyo, había algo dentro de mi que quería volver a tomarle de la mano ahora, sin excusa.
Narra Harry:
No podía evitar pensar en la clase y más que nada en nuestras manos entrelazadas y si, se que lo hizo para demostrarme que todo estaba bien, pero, ¿estaría deseando tanto como yo volver a tomarnos de la mano? No creo que sea así, durante la cena intentaba buscar respuesta a mi pregunta mirándola pero no me resultaba útil por que solamente me perdía viéndola y después ella notaba que la miraba así que dejaba de hacerlo.
____, Ron y yo fuimos hacia la torre de Gryffindor, y volví a sacar el tema de las maldiciones imperdonables.—¿No se meterán en un aprieto Moody y Dumbledore si el Ministerio se entera de que hemos visto las maldiciones? —pregunté cuando nos acercábamos a la Señora Gorda.
—Sí, seguramente —contestó Ron—Pero Dumbledore siempre ha hecho las cosas a su manera, ¿no?, y me parece que Moody se ha estado metiendo en problemas desde hace años. Primero ataca y luego pregunta...«Tonterías...»
La Señora Gorda se hizo a un lado para darnos paso, y entramos en la sala común de Gryffindor, que estaba muy animada y llena de gente.
—Entonces, ¿nos ponemos con lo de Adivinación? —propuso Harry.
—Deberíamos —respondió ____ refunfuñando, se veía muy linda haciendo pucheros.
Fuimos por los libros y los mapas a nuestros dormitorios.Tome mi ejemplar de Disipar las nieblas del futuro, me mire en el espejo que había en mi dormitorio y me miré en el, me miraba presentable...si.
Volvimos a la sala común y poco después bajo ____ encontramos una mesa libre y nos pusimos a trabajar en las predicciones para el mes siguiente.
Al cabo de una hora habíamos hecho muy pocos progresos, aunque la mesa estaba abarrotada de trozos de pergamino llenos de cuentas y símbolos, y ya tenía la cabeza tan neblinosa como si se me hubiera metido dentro todo el humo procedente de la chimenea de la profesora Trelawney.
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✯𝐌𝐢 𝐃𝐢𝐠𝐠𝐨𝐫𝐲✯ 𝚑𝚊𝚛𝚛𝚢 𝚙𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛 𝚢 𝚝𝚞
FanfictionLa pequeña hermana del tan codiciado Cedric Diggory, conoce al mismo Harry Potter que si bien estudian en la misma escuela y pertenecen a la misma casa jamas tuvieron una oportunidad para hablar entre sí, hasta que una serie de eventos hicieron que...