1.20: 𝐋𝐚 𝐏.𝐄.𝐃.𝐃.𝐎

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Durante la semana siguiente y fuera donde fuera, no había más que un tema de conversación: el Torneo de los tres magos. Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagiosos: quién se iba a proponer para campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en qué se diferenciaban de nosotros los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang...

Me di cuenta, además, que el castillo parecía estar sometido a una limpieza especialmente concienzuda. Las armaduras aparecían de repente brillantes y se movían sin chirriar y Argus Filch, el conserje, se mostraba tan feroz con cualquier estudiante que olvidara limpiarse los zapatos. Los profesores también parecían algo nerviosos.

Harry y yo hablamos un poco mas durante estos días pero nada en especia aunque, según Hermione, Harry estaba tomándome confianza rápido y para ella, eso era una buena señal ya que Harry no solía hacerlo nada más así.

En cuanto a Draco, no volvimos a cruzar ni una sola palabra pero, aunque no me gustara admitirlo, las miradas por los pasillos se volvían cada vez más constantes he interesantes para mi, odiaba cada centímetro de el pero por alguna razón eso me atraía.

Cuando bajamos a desayunar la mañana del 30 de octubre, descubrimos que durante la noche habían engalanado el Gran Comedor. De los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts: rojos con un león dorado los de Gryffindor, azules con un águila de color bronce los de Ravenclaw, amarillos con un tejón negro los de Hufflepuff y verdes con una serpiente plateada los de Slytherin. Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme hache.

—Es una lástima de verdad —le decía George a Fred con tristeza—Pero si no nos habla personalmente, tendremos que enviarle la carta. O metérsela en la mano. No nos puede evitar eternamente.

—¿Quién los evita? —quiso saber Ron, sentándose a su lado.

—Me gustaría que fueras tú —contestó Fred, molesto por la interrupción.

—¿Qué te parece una lástima? —preguntó Ron a George.

—Tener de hermano a un imbécil entrometido como tú —respondió George.

—Fred, George—los regañé

—El preguntó—respondieron al unísono levantando ambos sus hombros quitando sus culpas.

—¿Ya se les ha ocurrido algo para participar en el Torneo de los tres magos? —inquirió Harry y lo miré mal, no estaría bien que hicieran trampa, es peligroso—¿Han pensado alguna otra cosa para entrar?

—Le pregunté a McGonagall cómo escogían a los campeones, pero no me lo dijo —repuso George con amargura—Me mandó callar y seguir con la transformación del mapache.

—Me gustaría saber cuáles serán las pruebas —comentó Ron pensativo—Porque yo creo que nosotros podríamos hacerlo, Harry, nosotros hemos hecho antes cosas muy peligrosas.

—No delante de un tribunal—replicó Fred—McGonagall dice que puntuarán a los campeones según cómo lleven a cabo las pruebas.

—¿Quiénes son los jueces?—preguntó Harry.

—Bueno, los directores de los colegios participantes deben de formar parte del tribunal—declaró Hermione y todos nos volvimos hacia ella, bastante sorprendidos—porque los tres resultaron heridos durante el torneo de mil setecientos noventa y dos, cuando se soltó un basilisco que tenían que atrapar los campeones.

Ella advirtió cómo la mirábamos y, con su acostumbrado aire de impaciencia cuando veía que nadie había leído los libros que ella conocía, explicó:

✯𝐌𝐢 𝐃𝐢𝐠𝐠𝐨𝐫𝐲✯ 𝚑𝚊𝚛𝚛𝚢 𝚙𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛 𝚢 𝚝𝚞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora