capitulo 38

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Habían pasado alrededor de tres días desde que Mei despertó, Tsukishima la iba a ver durante las tardes, intentaba recuperar la confianza de ella, aunque fuera difícil. Los dos jóvenes hablaban durante la visita, pero Mei ponía sus propios límites, evitaba cualquier tema que tratara de la relación de ellos, el rubio solo le hablaba de los partidos que ganaron, lo fuerte que era el equipo de shiratorizawa y sobre todo los bloqueos de Satori.

Yachi se había ido a disculpar con Mei por todo lo sucedido, se sentía tan culpable que apenas dormía por las noches. Ella había sido quien le donó un riñón a la peliroja, sentía que era lo mínimo que podía hacer después de haber sido cómplice de Hikaru. Mei la perdonó al instante, entendía la presión que sentía Yachi con el tema de esas fotos.

En estos momentos Tsukishima se dirigía a la habitación de Mei con algunos obsequios de parte del equipo, la chica aún no se sentía lista para verlos, solo recibía a Tsukishima y Kageyama, claro que los dos iban en distintas horas, sus genios no congeniaban y lo último que necesitaba Mei era pasar enojo por sus discusiones sin sentido.

- ¿te ayudo con eso? – habló Tsukishima al entrar a la habitación, Mei estaba cenando, pero no podía sostener bien la cuchara para beber la sopa, su mano diestra estaba enyesada y con la otra era difícil manipular el utensilio. además, que estaba con el catéter puesto en esa misma mano, aun tenían que medicarla para evitar alguna infección.

-estoy bien así – dijo la chica llevándose la cuchara a la boca, pero torpemente pasó a soltarla, dejándola caer en el plato y salpicando un poco de sopa.

-me doy cuenta – dijo el rubio sarcásticamente con algo de gracia.

-al caso ni tenía hambre – desvió su mirada molesta, pero el sonido de su estómago la delató. Tsukishima solo soltó una pequeña risa.

-vamos, solo te quiero ayudar – el chico dejó los obsequios a un lado y avanzó hasta sentarse en la silla y tomar la cuchara para darle de comer.

-que conste que solo te dejaré porque este maldito yeso me impide hacerlo por mi cuenta – golpeó el yeso con su mano sana, pero enseguida se quejó del dolor.

- ¿aun te duele? – preguntó el rubio extrañado.

-pues sí, aún tengo unos fierros por dentro – la chica suspiró.

-entiendo – dijo el chico mientras llevaba la cuchara a la boca de Mei.

-Tsukishima, ¿tu sabes algo de Kichiro? – preguntó la chica de la nada.

-¿te refieres al gato?

-si... - la chica se entristeció un poco – me había olvidado del pequeño, no he preguntado por el.

-no te preocupes, lo llevé a mi casa – esa respuesta sorprendió a Mei – cuando quedaste hospitalizada, fui a tu casa y esa cosa estaba en la ventana lloriqueando.

- "esa cosa" tiene nombre - aclaró ella.

-si, si, como sea – siguió hablando mientras alimentaba a la chica – lo saqué y me lo llevé, al llegar a mi casa, dio la casualidad que mi mamá ya lo conocía – la peliroja esbozó una pequeña sonrisa, apenas visible, pero sí que lo fue para Tsukishima, quien por dentro se emocionó al ver esa pequeña sonrisa en su rostro después de tanto tiempo.

- ¿Tsukishima? – preguntó la chica al ver que el rubio se había detenido en su narración.

-ah sí, mi mamá ya conocía al gato y se ofreció a cuidarlo hasta que te recuperaras – terminó de decir – cuando salgas de aquí puedes ir a verlo.

Mi verdadero ser (tsukishima kei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora