Doce

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-No me gusta perder, pero siendo honesto es la primera vez que una pelea perdida me deja tan buen sabor de boca.

Shane se frota la cara de manera cómica y soba sus mejillas rojas. No sabría decir si le han quedado así a causa de mis golpes o del frío que nos acosa. Su cabello se revuelve con el viento invernal, dándole un aspecto desaliñado pero atractivo.

-Bueno-mi voz se torna suave-. Yo nunca he tenido una pelea real en el cuadrilátero, pero me da gusto que la primera haya sido un rotundo fracaso.

Nos miramos unos segundos y luego soltamos a reír. La tarde es fría, como lo han sido todas desde hace semanas. Los pasos de Shane se adecúan a los míos, se ofreció a llevarme a casa al término de la pelea; no me dejó negarme. Andamos lento y disfruto por primera vez del paisaje a mi alrededor. Las tardes frías y oscuras también son bellas.

Después de terminar siendo el "Dúo perdedor" nos rociaron con latas de cerveza. Así se celebra al término de las peleas. Estoy que apesto a Francis, pero bien ha valido la pena.

Caminamos varias cuadras charlando hasta llegar a mi calle. Hay una camioneta estacionada a la entrada, es negra y tiene una descripción que no alcanzo a ver. Miro de soslayo a Shane. La nuez de su cuello se mueve cuando pasa saliva, estoy segura que sabe tanto como yo que algo está raro.

El ambiente es pesado. Más arriba se ven cuatro patrullas, tienen las sirenas encendidas, pero no emiten sonido alguno. Las luces bicolores nos envuelven. Acelero el paso tratando de saber que ocurre, doy pasos cada vez más largos al subir la calle empinada. Es entonces cuando lo veo. Las afueras de mi casa están custodiadas por policías.

Me encontraron.

La mayoría de los vecinos se asoman por las ventanas y otros más se mantienen a raya en las aceras alzando las cabezas para poder ver. Siento un apretón cálido en mi hombro.

- ¡Me han encontrado, Shane! Vienen por mí -. Me detengo a mitad de la calle dispuesta a emprender la huida.

Después de escapar del reformatorio siempre tuve miedo de que me buscaran y me regresaran a ese horrible lugar. Viví con pánico durante mucho tiempo y ahora que creía que se habían olvidado de mí parece que me han encontrado.

- ¿De qué hablas? -pregunta Shane-. No creo que te estén buscando.

- ¿Entonces qué está haciendo la policía afuera de mi casa? -. Susurro desesperada y lo tomo por la polera azul. Sus ojos grises se tornan sorprendidos.

-Creí que estábamos viendo la misma escena-. Contesta.

Entonces lo noto. No están afuera de mi casa, están alrededor de la casa de...

Me echo a correr deseando no sea cierto. No puedo más que dar pasos largos y presurosos.

- ¡Claire! -. Grito.

- ¿Quién es Claire? -. Shane me sigue el paso.

-Mi vecina.

Supongo que recuerda de lo que estoy hablando porque me toma de la mano y me jala ayudándome a llegar más rápido. El lugar está rodeado. No puedo ver más que un montón de policías y unos hombres con batas blancas y guantes. Subo los pequeños escalones de mi entrada y entonces capto el momento preciso en que unos hombres salen con una bolsa de cadáveres sobre una camilla. Cargan la bolsa y se dirigen a la camioneta negra estacionada a la entrada. Siento unos brazos que me sostienen nuevamente, los mismos que calmaron mi rabia en el gimnasio. El corazón de Shane palpita rápidamente, lo siento en mi pecho. El mío está dejando de latir. Aparto a Shane de un codazo y sigo a los hombres que transportan la bolsa de cadáveres.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora